30/8/19

Los Tiempos Modernos de Jericles
Tinder y la re…”, piensa la mujer que se ilusiona pues en la red social de encuentros había leído que el hombre con el que saldría era esbelto, bello, delicado y no un fiero granuja como el que ahora tiene a su lado.
“Salvemos las siete vidas”, dice la pancarta que porta un gato.
“¡Cómo ha cambiado”, dice un guapo del novecientos a otro respecto de un tercero, que sigue apoyado en el poste de un farolito, solo que en vez de una chalina usa un pañuelo verde.
La mujer maravilla está preocupada porque no tiene pruebas para denunciar por acoso al hombre invisible.
Un gaucho alienta a su hijo a contarle el secreto que lo angustia. “Soy vegano, tata”, es la respuesta.
Alguien que toma los preceptos de Marie Kondo para usar bien los espacios hogareños cuenta con satisfacción que desalojó a los abuelos.
Pasean entre los dibujos y los textos de Elder García (Jericles) cuestiones que son parte del día a día argentino. La imagen que se proyecta en Internet, a menudo muy distante de la verdadera identidad; el debate por la legalización del aborto; la lucha del colectivo “Ni una menos”.
La muestra “Tiempos modernos” también despliega la ideología que encuentra estorbos casi por doquier: tanto molestan camisas que hace años no se usan cuanto personas que cuentan dolores. Quien haya visto la película “Amor sin escalas” y recuerde al personaje de George Clooney recomendar desde el escenario vaciar la mochila encontrará similitudes con la viñeta en la que alguien se saca de encima a los abuelos.
Entre los 30 dibujos que ocupan la cartelera que divide el pasillo principal de la Biblioteca Juan Filloy de las mesas de lectura de la planta baja hay referencia al veganismo, que vaya si da a pensar en lo que provoca el quiebre de las tradiciones. No en vano el fondo del diálogo entre gaucho padre y gaucho hijo es rojo, como las placas del canal Crónica.
Otro remite al término “mequetrefe”, con el que coronel Urbano Cañones fustigada a su sobrino Isidoro, el personaje de historietas que se dedicaba a gastar la fortuna de la familia en viajes, mujeres, casinos y caballos. La palabra, por cierto desusada, indica desde la óptica de Jericles que el viejo Cañones era un precursor del lenguaje inclusivo.
Ilustrador del semanario universitario Hoja Aparte, de los diarios Puntal, La Voz del Interior, El Tribuno de Salta, autor de libros y docente de Humor gráfico en el Programa Educativo de Adultos Mayores, Jericles sabe de qué se habla y qué se dice. Sujeto y predicado en pocos y agudos trazos.
La exposición de parte de la prolífica obra del nativo de La Carlota se puede visitar, de modo libre y gratuito, en la biblioteca del campus. Forma parte del ciclo Arte entre libros, del Departamento de Arte y Cultura de Secretaría de Extensión y Desarrollo de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

21/8/19

Y... nada
La expresión tiene quien la honre. Aunque resulta cierto que a las 6 de la mañana es preferible escuchar noticias agradables que pálidas, ello no habilita a hacer del habla radiofónica un acto prescindible.
"El Club del Moro" derrapa en el nombre de la buena onda. Esta mañana, Santiago del Moro avisó que hoy es el día del catequista. Los comentarios suyos y de sus compañeros fueron cercanos a "los hay aburridos y pilas" (variedad esperable en cualquier ocupación, por cierto). Nada, pero nada, relativo al rol que un catequista puede desempeñar en la socialización de niños, adolescentes y mayores, sea para adoctrinar sin más o para enseñar, es decir, proponer ideas y valores al tiempo que se brinda espacio para el pensamiento.
A la media hora de "El club del Moro" (de 6 a 10, por La100) las palabras se agolpaban y la música seguía ausente. ¿Dónde está el espíritu de FM? ¿Lo habrán mandado al rincón los deseos de escucharse a sí mismos de quienes hablan sin decir?
Al rato, Lizi Tagliani intentó cantar, para delicia de quienes se critican por cómo suenan bajo la ducha, y repitió al menos seis veces que algo le rompe la cabeza.
Tal vez pensó en varios oyentes que aún creen que la frecuencia modulada puede ser una compañía y a la vez una fuente de reflexión, sin que esto conlleve dar malas noticias.
Algo habrá que revisar si un programa de radio destina su hora inicial a clausurar el silencio a toda costa. Pagan la música, la reflexión, las curiosidades, por no hablar de la construcción de ciudadanía.
Con el pretexto de alegrar a la gente se construyen diálogos que no se distancian de los que cualquiera puede tener en un recreo laboral. Como si el esmero en la forma no fuese una fuente de placer para un oyente.
Y... nada. Una expresión que se hace estilo en muchos programas de radio.

16/8/19

Analogías en tiempo presente
Un marido que sale con amigotes 49 fines de semana al año y vuelve a su casa con lápiz labial en el cuello regresa un sábado a las 7, ve las valijas en la vereda y anuncia que será la última vez. Va al kiosco, compra un ramo de flores. Cruza a la panadería, paga un desayuno sorpresa y se ilusiona con que su mujer le creerá después de años de evidente desamor.
Un amigo del esposo al que desalojan tras años de incapacidad para amar a su mujer está a punto de ser echado de su casa. Y pensar que durante años, vaso de whisky en mano, daba cátedra bien entrada la noche televisiva de cómo construir un hogar feliz.
Una prueba más de que la familia argentina está llena de gente que sabe conducir... hasta el momento en que le dan el timón.
Entretanto, la vecina chusma habla desencajada y asume que el marido infiel y el amigo inútil son hombres dignos de confianza.

12/8/19

Lamentable canasta
El equipo argentino de básquet perdió en los Panamericanos por no tener la ropa que le habían avisado que debía usar. Nada raro en un país donde las normas se redactan con mucho menos esmero que el destinado a ignorarlas.
Al menos, el hombre a cargo de esto -no cabe llamarlo responsable- ya renunció.
Hernán Amaya prefirió incluir un médico en vez de un utilero responsable de la ropa de las basquetbolistas argentinas en los juegos Panamericanos. Está bien llevar a un médico en la delegación, sin olvidar que las normas de vestuario son estrictas.
Como apuntaron los viejos sabios, si el tema era económico se podría haber resuelto dejando en Buenos Aires a un burócrata -a la luz de los hechos, también inútil- y dedicar sus viáticos al utilero.
Pero para eso hacía falta renunciamiento. Y esta virtud, ilustrativa de una de las esculturas de la plaza San Martín en Río Cuarto, escasea tanto como la ropa adecuada para jugar al básquet.
En los Juegos Olímpicos Barcelona 1992, el desfile de la delegación argentina mostraba, en contraste con casi todas, a numerosos hombres entrados en años y con decenas de kilos de más.
Eran los dirigentes, los que viajaban a ver cómo competía un puñado de deportistas.
Pasaron 27 años. Cambió el siglo, no el pertinaz apego nacional al papelón, hoy representado por basquetbolistas que pierden ante Colombia no por hacer menos puntos sino por no estar en condiciones de jugar dado que su ropa no fue provista por uno de los que viajó a Lima.
¿Qué nos deparará 2046?
Gente que está ahí
Un hombre muestra un diente. No finge una sonrisa; es el único que tiene y que se acostumbró a usar con destreza incluso para comer aceitunas.
Una mujer que vende bolsas y que llama "señor" o "señora" a sus potenciales compradores de bolsas de residuos.
Otro protagonista de las calles del centro riocuartense tiene el cabello ondulado, cual Alberto César Tarantini, y sube y baja con facilidad de los colectivos urbanos pese a que anda con muletas y una pierna amputada.
Hay otras personas que miran desde las paredes interiores de la casa del Programa Educativo de Adultos Mayores de la universidad pública local. Observan la ciudad desde sus mañanas y tardes ambulantes o de quietud. E invitan, merced a la labor de los talleristas de Fotografía del PEAM, a darse una vuelta por la imágenes, que aparte el talento estudiantil y docente para los retratos revela caras detrás de estadísticas. Aunque sea hábito de muchos hacer de cuenta que no están.