José Ingenieros, un diamante sobre la opacidad
Para algunos futboleros, José Ingenieros es el lugar donde Almagro juega de local. Otros lo asocian a una calle. Más de un psiquiatra, a un colega que vivió entre fines del siglo 19 e inicios del 20. Muchos, a su libro "El hombre mediocre", obra en la que plantea la relevancia de los ideales así como los daños ocasionados por evitarlos.
Algunos de los contenidos de la publicación, disponible en Internet, son:
-En cada momento y lugar la realidad varía; con esa variación se desplaza el punto de referencia de los ideales.
-La tentación del hartazgo ahoga todo afán de perfección.
-Lo poco que pueden todos depende de lo mucho que algunos anhelan.
-La humanidad no poseería sus bienes presentes si algunos idealistas no los hubieran conquistado viviendo con la obsesiva aspiración de otros mejores.
Pensar en los ideales de ciertos lugares y épocas conlleva alegría o amargura. Más de un padre fundador se levantaría ofuscado si viera en qué se convirtió su nación, su institución, su familia. En qué se transformaron palabras como libertad y verdad. Tal vez comprendería por qué muchos se hartan ante un río caudaloso de mediocridad.
Un ejemplo de los que se saturan de un sistema lo da el profesor Liftschuz en la entrañable serie Boston Public, que a inicios del siglo 21 narra la vida cotidiana de un colegio secundario público del noreste estadounidense.
El hombre, capaz de exabruptos y de sacarse de encima los prácticos de los alumnos más que de corregirlos, cuenta un día que de joven estaba lleno de inquietudes, de una vocación fogosa. La burocracia fue minando su deseo de brillantez y lo encaminó a contar los meses que le faltan para jubilarse.