31/7/09

¿Descubrir o inventar?

Dos palabras
En el programa radial ‘La Venganza Será Terrible’, Alejandro Dolina decía a menudo que tal científico había inventado la circulación de la sangre. Gabriel Rolón refutaba la expresión y proponía que la circulación de la sangre no se inventa sino que se descubre.
El momento gracioso originado en el talento de Dolina, una de cuyas presentaciones es el humor, ayuda a pensar en el trabajo docente. ¿Un maestro inventa o descubre capacidades en el estudiante?
Asumida la circulación sanguínea, es posible mejorarla, ya sea a través del ejercicio físico, la buena alimentación y demás hábitos saludables.
Asumido que un alumno tiene talentos, se lo puede ayudar a descubrirlos”.
Julieta llegó convencida hasta acá al primer texto pedido por la profesora de Introducción a la Psicopedagogía, materia que daban los lunes de 12 a 14, con permiso de comer en el aula. Le entraron dudas y ansiedad, lo que la llevó a morder sin saborear dos facturas. Vio salir a la profesora, la vio entrar con un yogur, vio que le quedaban 45 minutos y pudo continuar.
“¿Y en el amor? ¿Se puede inventar el amor por alguien o es algo que se descubre y se perfecciona con esfuerzo?
La circulación de la sangre no se inventa, existe sin necesidad de que una persona la cree. Lo mismo ocurre con el planeta, el agua y el sol. El hombre puede inventar un libro de geografía, el agua mineral y un protector solar. O sea: el libro de geografía aparece después del planeta; el agua mineral, después del agua; el protector solar, después del sol.
Desde esta base es válido concluir que los inventos requieren de materia prima.
Más de un estudiante, como muchas otras personas, tiene talentos, pero no lo cree -o elige no creerlo para evitar la fatiga- o no lo sabe. Los docentes tendrían que ayudar a los alumnos a descubrir todo lo que tienen y a creer que vale la pena esforzarse para inventar conocimiento”.