Por Jose Espinosa, sexto año IPEM 252 de Río de los Sauces
El llorar es algo inevitable en una despedida. Un adiós marca un nuevo comienzo. Jamás olvidaré mi paso por la secundaria. A mis amigos, compañeros, profesores y preceptores los llevo en mi corazón.
Lo más triste es el momento del adiós, las lágrimas y los mocos inundan las mejillas de todos los rostros.
Es inevitable saber que nunca volverán esos tiempos. Llorar en la despedida es inevitable como es inevitable borrar de mi corazón esos gratos recuerdos.
Se extrañarán esos lazos afectivos que se construyen durante seis años. En el momento de la despedida te das cuenta de cuán importante son esas personas en tu vida, esos que ves de lunes a viernes son parte de vos.
Esos días de risas, alegrías, emociones, cuando todo nos causaba gracia, son los días que extrañaré de la secundaria.
Pese a que el aula no nos representa, voy a llorar mucho el eterno adiós, nunca volverá a ser todo como antes, lloraré al saber que todo se esfumó.