Por Elena Moscone, Programa Educativo de Adultos Mayores
Todo se transmite: sentimiento, dudas, desconfianza, frialdad, humanidad, bajezas.
Algo que nunca entendió si era para bien transmitir, es la tradición.
Palabra que abarca lo querido, lo repetido, la costumbre, la leyenda, el sentir de un grupo social.
Se levantó esa mañana como de costumbre buscando afanosamente esa, la bandera, debía colgarla de la reja negra de su ventana.
No la encontraba, estaba desesperado. Sus vecinos verían que era la única casa sin embanderar ¿Qué dirían? Se sintió mal todo el día.
Al salir, la mañana siguiente, alguien le increpó sobre la ausencia del símbolo.
Era en ese barrio algo impensado el no colocar el emblema en las fechas patrias.
El había roto la más sagrada de las tradiciones, con ello el pacto entre vecinos, la alianza, la comunión entre todos. Se sentía el villano transgresor.
Con ese sentimiento de auto conmiseración permaneció aislado, retraído en su celda del olvido.
Había provocado a toda una comunidad, modificando una bonita costumbre.
Sintió de pronto en el fondo de su corazón el latido patriótico, el amor a su tierra, comprendió que lo que tenían acostumbrado hacer era un automatismo, sí, escudriñando su interior pudo darse cuenta de lo que verdaderamente era patriotismo y no una simple tradición.