Fanatismo e ignorancia
Escuchar al periodista Martin Liberman decir que toma en serio a tarotistas y
parapsicólogos, a quienes consultó por Argentina previo a su partido con
Ecuador, es comprobar lo impúdico que puede ser un tonto. También
ayuda a pensar en lo apegado al pensamiento mágico que suele ser el
fútbol. En 1987, el técnico Juan Carlos Lorenzo regresó a Boca "con el inflador
psicológico" a levantar un equipo afectado por 3 derrotas en las 4
fechas iniciales, incluida el 6-0 ante Racing en Avellaneda. El inflador
no tenía aire y el otrora campeón del mundo xeneize debió marcharse
junto a un parapsicólogo que incumplió el reparto de buenas ondas.
Recordaba Eduardo Castiglione en una nota en Clarín que varios
dirigentes del fútbol esquivaban contratar a José Varacka por su fama de
mufa. No importaba que hubiera conducido la salvación del descenso de
Argentinos en 1981 al ganarle el partido decisivo nada menos que a San
Lorenzo. Tampoco contaba demasiado su labor en Loma Negra de Olavarría
en 1982. Se imponía su paso fallido por River en el Nacional de 1983 y
primeros tramos del Metro del mismo año, haciendo caso omiso del
contexto de huelgas en un plantel del cual ya se habían ido Daniel
Passarella y Norberto Alonso.
El fanatismo mira sesgado y con los anteojos de la ignorancia.