14/12/21

 

Puede pasar, Jorgito
Fin de semana en el horizonte. Salidas, esperas, pronósticos, chaparrones, arcoiris, tormentas, así en el cielo como en la tierra.
En uno de los capítulos de la comedia Seinfeld, George le dice a una mujer que gusta de ella. Desilusionado por su silencio al respecto, al día siguiente le cuenta su frustración a su amigo Jerry.
-Quedate tranquilo, no escucha bien de un oído -es la esperanzadora respuesta.
En el siguiente encuentro, George eleva un poco la voz y, del otro costado, le repite su declaración de interés.
-Sí, ya me lo dijiste el otro día -es la contestación.
Como canta Andrés Calamaro, "serias dificultades de cualquiera que pasó la curva de los dieciocho".

 

Amores como el nuestro
Suena "Se parece más a tí". Avellaneda. El vendedor de discos que lleva el radiograbador en su hombro izquierdo vuelve al vagón. Ahora invita a que le compren con el fondo de "Una calle nos separa" y "Paisaje".
En la estación de Lomas de Zamora se escucha "Pibe cantina".
Atrás quedaron los cuadernos para dibujar y pintar, las estampitas, la máquina de coser portátil que se prueba en tela de jean.
Por delante, veinte cuadras hacia la cancha y la subida de casi todos los cincuenta escalones de la tribuna Horacio Palacios.
Los Andes pierde 1-0 ante Estudiantes de Caseros.
Uno de los hinchas, con dicción poco clara, dice "vamos, Los Andes va a primera". No es ironía, está perdido. Un miembro conspicuo de la barra se apiada y le tiende una mano cuando, por su andar irregular, casi se cae.
El resultado no se modifica y el equipo alcanza esa tarde un récord de partidos sin victorias que se estiraría a 23 en la misma temporada 2010/11 de Primera B Metropolitana.
Con todo, el recuerdo es dulce. Los Charros lo cantan clarito.

Marca a presión

Poco ortodoxa” es una estupenda serie de Netflix que recrea la vida de una mujer atrapada en una comunidad que se guía por la lectura extremista de un credo. Basada en la existencia de Deborah Feldman, despliega en cuatro capítulos de cerca de una hora la telaraña de acero que tejen cuñadas, suegras –también pasa en el mundo secular-, maridos y líderes judíos jasídicos. Para ellos, la mujer no puede cantar en público por cuanto esto podría ser interpretado como un acto de soberbia, ni mostrar su cabello, ni dedicarse a otra actividad que no sea ser la sombra de un hombre.
Acaso uno de los aspectos más logrados de la obra es que expone la falta de libertad que también viven los varones. Casarse, con la novia elegida por los padres, es una obligación. Algo menos pesados son los mandatos relativos a la barba inacabable, el uso de sombrero y el negro y el blanco en el vestuario.
La falta de matices, propia de cualquier fanatismo, también se advierte en la vida sexual del matrimonio. La vinculación es apenas para procrear, lo que deja fuera de consideración placer y dolor ajenos y propios.
Cuando la mujer se separa, se la va a buscar. Hay que llevarla de regreso a la casa, por más que no la sienta como un hogar. Y si hace falta, se la secuestra para que vuelva. La actitud sectaria prevalece sobre la libertad: el dedo acusador hacia los casados sin hijos diez meses después de la boda es firme, tanto como la prohibición de navegar por Internet, el poder de los padres respecto de los hijos y de los líderes religiosos sobre el vecindario.