Marca a presión
“Poco ortodoxa” es una estupenda serie de Netflix que recrea la vida de una mujer atrapada en una comunidad que se guía por la lectura extremista de un credo. Basada en la existencia de Deborah Feldman, despliega en cuatro capítulos de cerca de una hora la telaraña de acero que tejen cuñadas, suegras –también pasa en el mundo secular-, maridos y líderes judíos jasídicos. Para ellos, la mujer no puede cantar en público por cuanto esto podría ser interpretado como un acto de soberbia, ni mostrar su cabello, ni dedicarse a otra actividad que no sea ser la sombra de un hombre.
Acaso uno de los aspectos más logrados de la obra es que expone la falta de libertad que también viven los varones. Casarse, con la novia elegida por los padres, es una obligación. Algo menos pesados son los mandatos relativos a la barba inacabable, el uso de sombrero y el negro y el blanco en el vestuario.
La falta de matices, propia de cualquier fanatismo, también se advierte en la vida sexual del matrimonio. La vinculación es apenas para procrear, lo que deja fuera de consideración placer y dolor ajenos y propios.
Cuando la mujer se separa, se la va a buscar. Hay que llevarla de regreso a la casa, por más que no la sienta como un hogar. Y si hace falta, se la secuestra para que vuelva. La actitud sectaria prevalece sobre la libertad: el dedo acusador hacia los casados sin hijos diez meses después de la boda es firme, tanto como la prohibición de navegar por Internet, el poder de los padres respecto de los hijos y de los líderes religiosos sobre el vecindario.