28/2/22

Plétora dichosa

Srta. Ladrona de corazón,

De mi mayor consideración

No es la primera vez que me siento a una de las mesas de Burger que está a la par de la ventana sobre calle Constitución. Sí es la primera ocasión en que ver en la esquina el cartel de Ideas me hace sonreir por asociación a vos.

Al leer la sección Mundos íntimos del Clarín sabatino encontré esta cita:
"A menudo limitamos la intensidad de nuestra vida por vergüenza, porque eso no es usual, porque ya estamos viejos, porque no me quiero esclavizar con algo nuevo. Porque y porque. Pero en el fondo nos queda un dejo de no habernos animado. ¿No sabemos, acaso, que para eso están los trampolines?".
Refiere a una madre que decide ejercer como hincha de River para estar más cerca de su fanático hijo, pero vaya si aplica a lo nuestro.
Como te decía días atrás, desconozco si esta sucesión de hechos curiosos y coincidencias que nos atraviesan es fruto de un mandato del destino, de variables que se han ido alineando, entre ellas que ambos tengamos Face, whatsapp, vivamos en Río Cuarto, nos guste charlar y las letras, etc, o de elecciones libres y soberanas de una mujer y un hombre. Sí sé que todo constituye un cuadro bello. 
También sé que tus palabras no me abruman, Sandra. Hoy dijiste algo muy, pero muy, significativo. Algo así como que esto que recorremos de la mano y más cerca 🙃🤗 nunca lo habías experimentado. Es una frase poderosa, de las que bien podrían activar mis temores. No obstante, me ha dado alegría y serenidad.
Está en mí ajustar esa alegría al contexto. Al venir al centro, recibí un bocinazo por cruzar las cinco esquinas sin darme cuenta de que tenían paso los autos 🤦‍♂️. Andar en las nubes con los pies en la calle es peligroso.
Eso al margen, bienvenidas las nubes, tan suaves que ni el ominoso 4-1 que sufrió esta tarde Los Andes en un nuevo desastre me distraen de la dicha.
Que duermas bien, sueño hecho realidad. 


 ¿Habrá más ovejitas?

Otra vez el vecino recibe mensajes por Whatsapp de madrugada. Se oyen las notificaciones cada dos, cinco minutos a lo sumo. El sueño se entrecorta. Es una buena oportunidad para empezar a ver El estafador de Tinder. 

En cuanto a la causa, justo es decir que el vecino no fue el inicio del insomnio de Adrián Ramírez. Hay días en los que la vigilia se carga de piedras y la almohada recoge pesadillas. Y otros en los que se llena de alas para un vuelo placentero con los ojos cerrados.



4/2/22

 

¿Qué pasa cuando se cierra la casa de los abuelos?

Un alumno del PEAM que prefiere el anonimato comparte este texto:

 

Uno de los momentos más tristes de nuestras vidas llega cuando se cierra para siempre la puerta de la casa de los abuelos y... es que, al cerrarse esa puerta, damos por finalizados los encuentros con todos los miembros de la familia, que en ocasiones especiales cuando se juntan, enaltecen los apellidos, como si de una Familia Real se tratase y, llevarlos siempre por el amor a los abuelos, cual bandera.

Cuando cerramos la casa de los abuelos, damos por terminado las tardes de alegría con tíos, primos, nietos, sobrinos, padres, hermanos, e incluso novi@s pasajeros que se enamoran del ambiente que allí se respira.

Ni siquiera hace falta salir a la calle, estar en la casa de los abuelos es lo que toda la familia necesitaba para ser feliz.

Los reencuentros en navidad, regados con el olor de pintura fresca cual incienso, los villancicos y música criolla de fondo, las tertulias, la huerta, que cada año que llega piensas, ¿si será la última vez..?

Cuesta aceptar que esto tenga fecha límite, que algún día todo estará cubierto de polvo y las risas serán un recuerdo ido de tal vez tiempos mejores.

El año pasa mientras esperas estos momentos y, sin darnos cuenta, pasamos de ser niños abriendo regalos, a sentarnos junto a los adultos en la misma mesa, jugando desde el postre del almuerzo hasta el cafecito pasado de la cena, porque cuando se está en familia el tiempo no pasa y ese café es sagrado.

Las casas de los abuelos siempre están llenas de sillas, nunca se sabe si un primo traerá a la novia o a un amigo o al vecino, porque aquí todo el mundo es bienvenido.

Siempre habrá una ollita con café o alguien dispuesto a hacerlo.

Saludas a la gente que pasa por la puerta, aunque sean desconocidos, porque la gente de la calle de tus abuelos es tu gente, es tu pueblo.

Cerrar la casa de los abuelos es decir adiós a las canciones con la abuela y a los consejos del abuelo, al dinero que te dan a escondidas de tus padres como si de una ilegalidad se tratase, a llorar de risa por cualquier tontería, o a llorar por la pena de los que se fueron demasiado pronto.

Es despedirse de la emoción de llegar a la cocina y destapar las ollas, y disfrutar el plato de ese día.

Así que, si algún día tienes la oportunidad de llamar a la puerta de esa casa y que alguien te abra desde dentro, debes aprovecharla cada vez que puedas porque entrar ahí es imaginar ver a tus abuelos o a tus viejos, sentados esperando para darte un beso, es sentir la sensación más maravillosa que puedas tener en la vida. 

Si resulta que ahora nos toca ser abuelos, y ya nuestros padres no están, nunca perdamos la oportunidad de abrir las puertas a nuestros hijos y nuestros nietos y celebrar con ellos "El Don de la Familia", porque solo en la familia es donde los hijos y los nietos encontrarán el espacio oportuno para vivir el misterio del amor a los más cercanos y a los que les rodean.

Disfruten y aprovechen la casa de los abuelos mientras puedan, pues llegará un momento en que en la soledad de sus paredes y rincones, si cierras los ojos y te concentras, podrás escuchar tal vez el eco de una sonrisa o un llanto atrapado en el tiempo, y al abrirlos de nuevo, la nostalgia te atrapará y te preguntarás... ¿por qué se fue todo tan de prisa? Y será doloroso descubrir que no todo eso se fue, sólo es que lo dejamos ir...

Todo tiene su ciclo de vida.

Recomendación: después de leerlo, esgrimir una cara adusta, como si estuviera muy enojado; si es posible, que los demás piensen “qué tipo más odioso y mal agestado”. Entonces habrás logrado tu cometido, es decir. contener las lágrimas, esas que quizás sería saludable dejar ver, pero eso sería como decir “¿ven que yo también soy un ser humano? aunque sea poco fácil de creer.”

2/2/22

No la dejes ir

Elaine, Elaine!", grita desesperado Benjamin (Dustin Hoffman) desde la puerta de la iglesia. Poco falta para que termine la película El Graduado. La chica se está casando con otro y él se niega a aceptarlo.
Decir cómo termina, aun cuando la mayoría de los lectores lo sepa, es de mal gusto. Es preferible invitar en qué momentos, como Benjamin, uno amanece al mediodía y trata de recobrar el tiempo perdido y qué tal le va cuando se resiste a aceptar lo que sucede.