16/11/09

Especial de Río de los Sauces

Algunos riosaucenses –nativos o por opción de vida- se juntaron a escribir. Entre las motivaciones estuvo la de compartir sensaciones, recuerdos, sentimientos, razonamientos y semblanzas. Otra de sus búsquedas fue la construcción de mensajes comunicativos, esto es no sólo palabras sino palabras a ser comprendidas por públicos de diferentes edades e historias.
Buena parte de los textos que estás invitado a leer fue escrito en 20 minutos. Cabe, pues, aquello de manos rápidas como correlato de mentes ágiles y corazones dispuestos a sentir.


Libertad y madurez
Tiempo a repartir
Por Angélica Rovira

Mi vida son mis hijos. Elegí tenerlos, elegí cuidarlos, me prometí formar personas de bien (como siempre les digo: “Tengan la cabeza llena de buenos pensamientos y el corazón de buenos sentimientos y así obrarán”). Todo lo que hago lo hago por ellos y también por mí, ellos tienen su tiempo y yo el mío. Y aunque el tiempo de ellos es el mío, mi tiempo no les quita el suyo.

Menudo bien
Carmen Fano

La libertad es uno de los bienes más preciados del hombre. Nace con él. Ningún hombre puede quitarla a otro.
Como todo bien, de alguna forma puede perderse. Lo más común es hacer un mal uso de él.
Durante toda su vida, el hombre va aprendiendo a usar ese bien. En la plenitud, la mayor responsabilidad es educar en libertad, hacer que el hombre nuevo aprenda a vivir su libertad para que, continuando el ciclo, pueda luego transferir el bien.

Por delante
De Rosario Del Prado

No pude hacer mucho o pude hacer todo en mi pasado. Cero experiencia, poca sensatez y nada de madurez obraron a veces mal en mi historia personal.
Ahora algo aprendí: y es que la vida no consiste en la negación de reglas, normas y leyes establecidas, sino todo lo contrario, aceptarlas me hizo libre para evolucionar mejor.
En función de lo aprendido sé que lo que resta de mi existencia será mejor.

Puntos de encuentro
Por Sladjana Drobnjak

El pan y la libertad son las dos cosas más importantes en la vida”, decía mi abuelo a fines de los años setenta.
“El pan es amargo si no tienes libertad y la libertad sin pan no sirve”.
La libertad, para él, era la libertad del campesino humilde, un campesino sin patrón, viviendo en un país sin invasiones ni guerras, sembrando su trigo, su papa, su maíz. Un campesino independiente y soberano.
A veces pasaban gitanos por el camino. Para ellos, la libertad era absoluta. Ellos no vendían su fuerza de trabajo.
Como lo expresó un escritor argentino de origen gitano (Jorge Nedich), trabajar para otro significaba una vergüenza para el pueblo de los gitanos.
Los anarquistas soñaban con una libertad con justicia social, sin jefes ni esclavos.
Para los pueblos originarios de América Latina, la libertad era inseparable del respeto por la naturaleza.
Para mí, la libertad es un poco de todo esto.


Preguntas retóricas
Por Carmen Fano

¿Qué sucedería?
-Con la ciencia médica, si el dinero gastado en armamento nuclear y químico se invirtiera en medicina.
-Con los pobres e indigentes de Argentina, si el dinero gastado en subsidios empresariales o particulares se invirtiera en crear fuentes de trabajo real.
-Con el agujero de ozono si los humanos tomáramos verdadera conciencia del peligro que representa para el biosistema.
-Con la educación de nuestros niños, si tanto docentes como funcionarios acordaran justicia y dignidad.


Malvinas para grandes y chicos
Por Carmen Fano

E
l 30 de marzo de 1982, un acto de protesta organizado por la CGT fue reprimido severamente por el gobierno. Saúl Ubaldini y otros dirigentes fueron golpeados y detenidos. El gobierno militar venía manifestando una seria crisis. Meses antes, algunos periodistas habían revelado que existía un plan para tomar las islas Malvinas, pero se pensaba que esas manifestaciones eran para crear un ambiente nacionalista con apoyo popular.
El 2 abril, el gobierno invadió las islas, hecho que rompió las relaciones con Gran Bretaña. Estados Unidos ofreció mediación y luego apoyó incondicionalmente a Inglaterra. El esfuerzo de guerra era notoriamente desparejo, la estrategia y el material bélico de ingleses y aliados del Norte logró la rendición argentina el 14 de junio.
Todo ese ánimo nacionalista que apoyó al principio se volvió en contra del gobierno y la desilusión consiguiente hundió al país en una conmoción que destituyó a Leopoldo Galtieri. Fue reemplazado por Reynaldo Bignone, quien en 1983 entregó el mando a la democracia, representada en ese momento por Raúl Alfonsín.
Desde muchos años antes de 1982 y hasta nuestros días se lucha diplomáticamente por la soberanía sobre las Malvinas e islas del Atlántico Sur. A pesar de haber perdido la guerra, Argentina no ha renunciado a sus derechos.

Mucho tiempo atrás, como unos veintisiete años, los ingleses querían reinar sobre esas islas que están bien al Sur, donde hace mucho frío. El gobierno argentino, que por esa época era militar, mandó soldados, barcos y aviones para defender las islas. Tanto los soldados, que eran casi unos chicos, como los barcos y aviones, no estaban bien equipados comparados con los de Inglaterra. Entonces la guerra fue muy desigual. Además, los ingleses contrataron soldados profesionales, llamados “gurkas”, que no luchaban por amor a la patria sino por dinero.
Los soldados argentinos se vieron obligados a rendirse para terminar con esa guerra que había matado y lastimado a muchos.
El pueblo argentino, a pesar de su tristeza por haber perdido, no se enoja con los que fueron allá sino con los jefes que los mandaron en lugar de haber arreglado las cosas hablando, o sea diplomáticamente, como se hace hasta ahora. Porque Argentina no renuncia a lograr la soberanía sobre las islas Malvinas.


Una moto, dos ideales
Por Beto Gómez

Una extraña pero ingeniosa motocicleta está lista para realizar un largo y complicado viaje. Un joven aventurero, ¿aventurero?, más bien una persona con grandes ideales se propone no sólo conocer lugares, sino comprender la sociedad sometida de América Latina. Ernesto es su nombre, éste es un joven con sensibilidad social.
El hombre es un ser social necesitado de afectos y compañía ¿será por eso que Ernesto quiso compartir este ideal con su amigo y colega Alberto?
En una sociedad con tendencia a tener como más práctico el poseer cada vez más con el menor esfuerzo posible, ¿cómo entender a dos jóvenes que se largan a recorrer en situación tan precaria lugares tan marginales? En el pensamiento de ellos no existen los hoteles cinco estrellas, no existe el oportunismo fácil, especialmente en el primero, él tiene ideales de libertad, de que las sociedades se realizan en comunidad.
La destartalada motocicleta realizó el mayor esfuerzo y finalmente sucumbió en su estructura material, pero quedó inmortalizada como un mito, una leyenda o un ideal a imitar y seguir.
Tal vez Alberto quedó escondido en la sombra de su amigo o tal vez quedó para dar luz a una personalidad de todos los tiempos.
La fidelidad y coherencia a un ideal o ideología bien definida se demuestra cada día en cada elemento cotidiano.
Mi moto, tu bicicleta, nuestro yate, el Mercedes Benz no son sólo vehículos, son el reflejo del mundo en que nos conducimos en la vida, tan parecida o distinta a la de Ernesto y Alberto.


Personajes de Río de los Sauces
Waldino López
Por Susana López

Lo recuerdo con su cabellera blanca y su figura encorvada, efecto de haber vivido un centenar de años. Caminaba lento apoyado en un bastón de madera trabajado artesanalmente. Tenía ojos oscuros, cejas tupidas y largas y nariz ancha.
Falleció cuando yo tenía siete años y él contaba con 104, según su documento de identidad. Si pensamos que en aquella época los niños no eran registrados inmediatamente, él pudo haber tenido algunos más.
Escuché de mis padres y mis tíos contar historias sobre tío Waldino que tenían mucho de audacia y lo pintaban como una persona terca, conflictiva, mala. Que en sus años jóvenes supo tener peleas con vecinos, parientes y hasta con la policía, que en más de una oportunidad intentó detenerlo. Era un hombre que manejaba armas. Formaban parte de su vestimenta su puñal cabo de plata y su revólver calibre 32. Se le temía por su coraje.
Sin embargo, esas historias se contradicen con la imagen que desde niña me quedó de él. Un anciano que vivía solo en una casa ubicada en una huerta, en la que él mismo se había encargado de sembrar una gran variedad de árboles frutales. Había manzanos, membrillos, ciruelos, durazneros, naranjos, higueras, nogales y hasta un almendro, árbol que era inusual en la zona.
Podría decir que la única vez que lo vi armado fue con su azada, con la que cortaba malezas y marcaba senderos que iban uniendo los árboles frutales, para que mis hermanos y yo pudiéramos recolectar y comer sus frutos.
Le agradaba que lo visitáramos y le preparásemos mate, que compartía con nosotros. Solía sentarse en la galería de su casa en un amplio sillón de mimbre a fumar su pipa y contarnos historias, lo hacía con mucha ternura.
Tal vez el paso de los años limó las asperezas de su carácter y lo convirtieron en un anciano noble y bondadoso.

Mi tío abuelo Arturo Gigena
Por Angélica Rovira

Naciste al lado de una guitarra y con ella comenzaste a jugar desde niño, arrancándole sonidos que tu oído privilegiado reconocía. Creciste con ese juguete sonoro y delicado, y tu talento natural transformaba en melodías populares el tarareo de canciones no creadas. No pulió tu técnica ni le arrimó más conocimiento una academia. Sólo escuchar un disco en la victrola de entonces, o una guitarra en la radio a batería eran suficientes para que tus manos se deslizaran por el diapasón y tocaran las cuerdas con el virtuosismo de un concertista.
Y fue tal tu fama pueblerina que comenzaron a convocarte a las peñas, a los festivales y luego el conjunto “Los Sauceños” y siempre el boliche; ¡el boliche!, donde poco a poco, vino a vino, fuiste dejando tu vida y tu talento en ese desmesurado vivir por la guitarra y el vino. Hoy te estoy recordando, Arturo.

Autorretrato
De Rosario del Prado

Ella era de estatura baja, cabellos rubios oscuros, ojos celestes, labios finos, cejas y pestañas que apenas se notaban; nariz pronunciada (para su gusto). Su piel era blanca y su rostro contaba con pecas y un par de cicatrices de varicela, recuerdo de la infancia.
De carácter difícil, tildada por la familia de “bohemia”, “la intelectual”, “abogada del diablo”, “libro gordo de Petete”, etc.
Aprender, leer, escribir era el mundo perfecto para ella, donde mejor se sentía, su forma de atacar a o defenderse de las bromas pesadas de algunos gigantes brutos e ignorantes.
Solía responderles a aquellos que no tenían otra cosa que hacer más que gastar bromas por su estatura que “lo que Dios no da en hormonas lo da en neuronas”, con lo que ellos quedaban ridiculizados.

El tío Osmar
De Beto Gómez

La fisonomía del criollo serrano, en muchos de los casos, es la de un hombre de ojos más bien claros sin ser necesariamente celestes o verdes. Y en lo que respecta al color de la piel, suelen ser de tez morocha o bien blanca y de cabellera también clara castaña o ligeramente rubia. Esto es independiente de que tenga alguna relación con inmigrantes llegados desde lejos, es una herencia ancestral de culturas originarias.
Todos estos rasgos estaban presentes en mi tío. Su estatura era más bien menuda, rostro agringado y ojos muy celestes, pelo fino y negro que se resistía a dar lugar a las canas pese a que ya era un hombre septuagenario. Un bigote más bien pequeño y prolijamente recortado hacía de él un personaje muy pintoresco.
Su mirada era una mezcla de bondad, ingenuidad, picardía y preocupación.
En cuanto al vestir, la bombacha criolla podía lucir con relucientes zapatos de cuero. El pañuelo al cuello era su inseparable compañero. La gorra o el sombrero de paja lucían indistintamente en su cabeza.
Es importante recordar que una característica era su exagerada distracción. Sería por eso que muchas veces en su vestir sobresalía algo insólito, como por ejemplo todos los botones de la bragueta desprendidos, o una botamanga del pantalón metida dentro de la media y la otra no, o el pulóver al revés, o dos medias en un pie y en el otro ninguna. También podía tener el bolsillo del saco afuera o pomada de afeitar seca en el rostro fruto de la afeitada de dos o más horas antes.
Tenía algo de Don Quijote de la Mancha. Sus caballos se parecían demasiado al Rocinante. Nunca me pude explicar totalmente cómo él, siendo un hombre tan pausado, tan calmo, pudiera tener caballos flacos cuando estos animales son el elemento más importante en un criollo. Creo que en la pasividad estaba la respuesta: muchas veces olvidaba que su caballo había estado atado toda la mañana al palenque sin trabajar pero también sin probar el alimento necesario. Contradicción de mi tío con un criollo auténtico.
No era tampoco demasiado habilidoso en las tareas rurales pero compensaba todo eso con que era una persona amplia, que podía cumplir las funciones improvisadas de enfermero, juez, policía, baquiano y muchas cosas más en las que lo vimos actuar.
Su infancia fue la común a la de todos los niños serranos, con padres autoritarios de apariencia dura y rígida. Una madre con una fuerte personalidad y un paisaje que hacía más rústicos aun tanto el cuerpo como el alma.
El era el mayor de nueve hermanos en tiempos en que el primogénito tenía la función de ser un poco el padre del resto y un poco hombre mayor siendo un niño pequeño.
Vivió su niñez y como padre de familia en sus comienzos en Agua Dulce, un pequeño valle rodeado de altas y rocosas montañas, se podría decir que un oasis en la serranía por lo que disponía de un terreno más o menos considerable para el cultivo del maíz que allí se realizaba.
Se destacaba la majestuosidad del río que adquiere aquí un aspecto de misterio, de soberbia y de encanto. A escasos metros de la arena de la ribera se levantaba la vivienda donde habitó el tío Osmar, una construcción sencilla pero sólida rodeada de una grande y variada arboleda a diferencia de la mayoría de los ranchos serranos. Por estar ubicada en un lugar en un lugar estratégico era sitio obligado de paso de familias que vivían montaña arriba, por lo que esta vivienda se convirtió en una dinámica relación de personas, lo que creaba en ellas profundos lazos de amistad y solidaridad.
¿Será ésta la razón por la que este hombre sencillo y menudo transmitía una sensación de bienestar allí donde se encontrase? Sí, ésa es la razón. Es por eso que cuando trabajó de puestero en Rodeo del Pozo su casa fue frecuentada por numerosísimas personalidades. Este hombre que lo daba todo a cambio de nada hospedó amablemente a humildes paisanos y vecinos, eximios ingenieros y geólogos, escritores, cazadores, turistas, bohemios… personas de distintos lugares de la geografía argentina y de otros países. Todos recibieron la energía que él transmitía.
Se podría decir que el tío Osmar fue, es y será un icono para todo aquél que lo grabó en su retina y lo inmortalizó en la memoria.
Cierto día, aquel hombre calmo decidió irse para llevar su generosidad a lugares nunca frecuentados y que seguro necesitaban mucho de él. El que lo llamó para esta misión lo hizo pidiéndole que la partida fuera con mucho sufrimiento físico para demostrar que hay calmas inalterables.
Todavía queda la sensación de que sigue presente. Tantos hechos de los que participó hoy parecen más reales y auténticos que nunca.
Creo tener la autoridad moral y el suficiente conocimiento de su persona como el de su filosofía de vida para reproducir en un escrito algo de su vida y algunas de sus anécdotas. Me impulsa a hacerlo precisamente su espíritu, que a cada minuto parece hablarme con su voz quejosa, con su apertura a todo aquello distinto y novedoso.
Hasta creo ver en este momento su rostro sonriente de antemano porque sabe que estoy por realizar un texto de su persona y sus múltiples anécdotas que tendrán un tinte humorístico. El, con su incomparable bondad, no pondrá reparos en ser el protagonista.


¿Sabés lo que significás para mí?
Por Angélica Rovira

Cuando María conoció a Jorge supo que iba a ser su gran amor. Sólo sabía su nombre. Sus ojos de mirada profunda y sus suaves caricias fueron suficientes para que María se dejara llevar a un mundo que siempre le había sido ajeno. El era su compañía, su vida.
Vivían llenos de felicidad en una pequeña quinta, tenían animales y trabajaban la tierra. Los fines de semana subían a la 4x4 y se internaban en lo verde y pacífico de las sierras, con sus hermosos ríos. La vida era rutinaria pero no por ello aburrida.
Un día, cuando Jorge se disponía a cosechar, una tormenta huracanada destruyó todo.
-¡María! -gritó, vio a la mujer bien pero al notar su campo convertido en llanura, sin casa, sin animales y sólo chatarra de sus vehículos y maquinarias, despertó en él su verdadero sentimiento.
No podría vivir así, no tendría ganas ni fuerzas para empezar de nuevo, todo lo que había perdido era su razón de vivir y finalmente tomó una decisión.
Vio a su mujer y pensó en lo que ésta le ofrecía: un cálido hogar o quizás, el seguro de vida que por ella cobraría.
Mujeres conseguiría…


Nombres propios
Por Susana López

La vida de una de las personas que admiro estuvo llena de amor y generosidad. Vivió para entregar a las personas más necesitadas toda la ayuda que estuvo a su alcance, calmando en éstas dolor, hambre y pobreza. Se dedicó a los demás sin pensar en ella. Madre Teresa de Calcuta.
George Bush, ex presidente de EE.UU., mantuvo su gestión de gobierno basada en hechos que dieron como fruto riquezas económicas para su país. Le importó muy poco que esos hechos causaran la destrucción de otros países, la muerte de millones de personas, el hambre, el dolor.
Para él lo más importante era que EE.UU. siguiera siendo la primera potencia del mundo sin medir costos.
Hoy, por suerte, esta nación ya no está gobernada por George Bush sino por Barack Obama, recientemente elegido Premio Nobel de la Paz. Ojalá haga honor a esta mención.


Breve infancia
Por Rosario del Prado

Tuvo una infancia un poco breve. A sus escasos once años quedó huérfana.Siendo la mayor de siete hermanos hizo, por las circunstancias, de mamá improvisada. Ella y sus hermanitos se tuvieron que ir a Córdoba a la casa de una tía lejana.
Luisa preparó siete valijas con todas las cosas que les pertenecian, tres mudas para cada uno: una para todos los días, la otra para los domingos a misa y la última para ir al médico (en caso necesario). La pequeña adulta sentía que su corazón estaba desgarrado y no entendía qué sería de su vida y la de sus hermanitos. Sabía que su tía era una solterona amargada y muy católica, demasiado para su gusto, ella veía a su tía y la vida que tendrían de ahora en más sería en gris. No más colores, los del campo, el arroyo, la escuelita, ni lo más colorido y brillante de todo su hogar, su familia. Estarían en adelante solos, en una gran ciudad, lejos de su hogar, en una casona antigua, lujosa pero fría.
Su tía nunca se casó, no porque no quisiera sino porque fue hija única y su madre, muy devota de la Santísima Virgen, le hizo prometer que siempre se conservaría pura. Pasaron los años y cuando se dio cuenta la tía de Luisa del absurdo de aquella promesa ya era demasiado vieja para encontrar un pretendiente y formar una familia. Desde entonces la tía se convirtió en una pobre vieja y rezongona mujer. Luisa hizo todo lo posible por comprenderla y fue una buena niña, responsable, sumisa, atenta a todo lo que la anciana tía le pedía. Pero sentia que por más que se esforzase nunca la dejaria conforme y que sus frustaciones recaían en ella. Para la tía solterona y amargada todo lo que la niña hacía estaba mal -"Luisa, así no se plancha", "Luisa, una niña respetable debe tener buenos modales".
Los seis pequeños hermanos se dieron cuenta de que la tía era demasiado exigente, dura e injusta con "mamá Luisa", como ellos cariñosamente la llamaban. Decidieron entonces tomar una pequeña venganza en contra de la "malvada tía". El talón de Aquiles de la anciana era su querido y bien amado piano de cola, regalo de sus padre para sus quince años. Le pusieron su adorable y fiel mascota dentro del piano, un gordo y detestable gato siamés llamado Petro. Esperaron y esperaron hasta que la tía, como todas las noches, tocase las melodías de su infancia y adolescencia. Cuando la mujer se ubicó para comenzar, los chicos y Luisa observaban escondidos desde la cocina. Comenzó la tía a tocar las primeras notas, y se sintió un lastimoso maullido. Fue tal el susto de la pobre anciana y el enojo siguiente que puso a los siete niños castigados por varias horas rezando el rosario arrodillados en granos de maíz.
Pasaron los años y los niños crecieron. Luisa se casó a los 19 años, enamorada de un joven de buena familia y con él terminó de criar a sus hermanos, que poco a poco se fueron para formar sus propias familias. Hoy Luisa tiene tres hijos: dos mujeres y un varón, diez nietos, y diez bisnietos.