20/9/15

Gran deportista y pequeño vulgar
Matías Caruzzo fue campeón en Boca en 2011 y 2012. Le tocó irse porque sus rendimientos, lejos del peor nivel, tampoco se acercaron a lo óptimo.
Tras un paso por Argentinos, hoy Caruzzo juega en San Lorenzo, que superó 1-0 a Boca y le quitó la punta del torneo. Pudo el defensor gritar su bronca; eligió calmar a sus adversarios, fuesen o no excompañeros. Con las pulsaciones a pleno, frenó el conato de agresión. Su frialdad, en vez de motivarlo a actuar desde el cálculo para hacer echar rivales, lo guió a obrar basado en la bonhomía. Felicitaciones, señor Caruzzo.
 
Contracara
-¿Para qué decir "craso error" si muchos prefieren seis letras que suenan cerca de "macana"?
-¿Para qué preguntar "será posible" si sale gratis "será de Dios, la rep... madre que lo p..."?
-¿Para qué enfatizar con signos de admiración "¡qué domingo!" si en la punta de la lengua pica "qué domingo de m..."?
Daniel Mollo, relator de la campaña xeneize, alcanzó sus cinco minutos de fama basado en la fiaca de mal gusto con que comentó el gol con el cual San Lorenzo superó 1-0 a Boca.
Si te oyera Fioravanti... El sí que conjugaba pasión por el fútbol y amor por la lengua.

Tormentoso
"Estúpido", "energúmeno", "burrada" y "choreó" son palabras que pronuncia un periodista en Metro para criticar acciones de por sí penosas, la clausura del galpón de móviles de un canal de TV y el curioso caso de La Usina de Fernando Niembro, interesante para diferenciar -y cómo- lo legal de lo legítimo y para ejemplificar qué fácil se olvida quién es quién: durante la presidencia de Carlos Menem, Niembro ya había tenido que bajar la vista cuando se hablaba de gente intachable.
El deterioro en la forma revela cuán cómoda pasea la violencia por los medios de comunicación.
Fútbol lesionado
Es difícil imaginar a Carlos Tévez maquinando una patada que provoque fractura expuesta a un rival. También cuesta creerle cuando dice que fue a disputar la pelota.
Tévez vio que no llegaba y resolvió cometer una dura falta que malogró a Ezequiel Ham, jugador de Argentinos Juniors.
La suya fue una más de las maniobras imprudentes que emanan de un fútbol al que la gran mayoría -mea culpa- lo fogonea con exitismo. Emanuel Giglioti, este mismo año, debió irse de Boca ¡a China! exiliado por fallar a fines de 2014 un penal decisivo por la Copa Sudamericana contra River. En el partido de ida de esa serie, Leonel Vangioni lesionó a Juan Martínez, lo cual repitió en enero de 2015 en detrimento de Cristian Pavón.
¿Puede afirmarse que Vangioni celebró haber marginado de las canchas por casi tres meses a dos futbolistas de Boca? No. Pero es un hombre grande, como Tévez, y se espera que se dé cuenta de cuándo el uso de la fuerza es susceptible de lastimar duramente a un adversario.
Levante la mano el futbolero que no reivindique a los jugadores de su equipo que "se hacen respetar" (eufemismo que encubre a tipos que pegan por doquier).
Por favor, dé un paso al frente el periodista deportivo que no exagera las consecuencias de una derrota cuando comenta fútbol, en una cultura de tiras de radio diarias de dos y hasta cinco horas.
Los comunicadores no quiebran a nadie, apenas colaboran desde el sensacionalismo a que los partidos sean luchas fuleras.

Golpiza y artimañas
"El periodista Marcelo Aguilera fue atacado con golpes de puño y patadas por unos 15 hinchas de River en la platea Belgrano baja", se lee en Cadena 3. Ocurrió durante el último superclásico y terminó con la víctima en el hospital. "Un supuesto hincha de Rosario Central fue identificado por los de Newell's", que lo "golpearon y desnudaron".
En la Argentina no hay, como en Hungría, fronteras con alambre de púa, ni camarógrafos que hacen zancadillas a desesperados que escapan de la guerra en sus países. Será porque no hay conflictos bélicos en las naciones vecinas, no porque sobre tolerancia. 


El que no llora no mama
C
arlos Bilardo no era abanderado del juego limpio. Pero debe afirmarse que como entrenador cultivaba el estoicismo: por mucho que fueran perjudicados sus equipos, no hablaba de los arbitrajes. ¿Pueden decir lo mismo Marcelo Gallardo, Edgardo Bauza y Rodolfo Arruabarrena?
Tal vez lo malo no sea que critiquen cuando la mano les llega cambiada, sino que lo hagan porque sospechen que la estrategia sirve.
En este contexto, sostener que el fútbol es un juego constituye una simplificación que a diario desmienten los hechos.
Vulgares ingratos
La violencia y el fanatismo son ramas del mismo árbol. Belgrano de Córdoba perdió 5-1 y quedó eliminado, una vez más, en primera ronda de la Copa Sudamericana sin pisar suelo extranjero. Fue una derrota fea, como lo expone el marcador, pero no tanto como la bandera que, en letras celestes, mandaba a los jugadores a... su lugar de nacimiento. Semejante atropello a la razón encontró equivalencia en la reacción violenta de Juan Carlos Olave, entre otros futbolistas. Así, lo que había sido una actuación fallida ante Lanús se yapó con insultos y conatos de agresión física.
Un traspié abultado catalizó la ingratitud, tan común entre fanáticos y violentos.