Fútbol lesionado
Es difícil imaginar a Carlos Tévez maquinando una patada que
provoque fractura expuesta a un rival. También cuesta creerle cuando
dice que fue a disputar la pelota.
Tévez vio que no llegaba y resolvió cometer una dura falta que malogró a Ezequiel Ham, jugador de Argentinos Juniors.
La suya fue una más de las maniobras imprudentes que emanan de un
fútbol al que la gran mayoría -mea culpa- lo fogonea con exitismo.
Emanuel Giglioti, este mismo año, debió irse de Boca ¡a China! exiliado
por fallar a fines de 2014 un penal decisivo por la Copa Sudamericana
contra River. En el partido de ida de esa serie, Leonel Vangioni lesionó
a Juan Martínez, lo cual repitió en enero de 2015 en detrimento de
Cristian Pavón.
¿Puede
afirmarse que Vangioni celebró haber marginado de las canchas por casi
tres meses a dos futbolistas de Boca? No. Pero es un hombre grande, como
Tévez, y se espera que se dé cuenta de cuándo el uso de la fuerza es
susceptible de lastimar duramente a un adversario.
Levante la mano
el futbolero que no reivindique a los jugadores de su equipo que "se
hacen respetar" (eufemismo que encubre a tipos que pegan por doquier).
Por favor, dé un paso al frente el periodista deportivo que no exagera
las consecuencias de una derrota cuando comenta fútbol, en una cultura
de tiras de radio diarias de dos y hasta cinco horas.
Los comunicadores no quiebran a nadie, apenas colaboran desde el sensacionalismo a que los partidos sean luchas fuleras.