Vana oposición
Idolatrar es peligroso. Cientos de miles lo hacen respecto de un candidato y, con tal de no reconocerles carácter humano y, por ende, falible, niegan lo evidente. Así, si un presidenciable dijo "la televisión es una basura y haría falta una buena bomba para eliminarla", quien lo idolatra afirmará sin vergüenza que "lo sacaron de contexto".
Ernesto Sabato es una suerte de vaca sagrada. Marcarle un error parece propio de mal llevado, máxime si quien lo hace es un ciudadano de a pie, no un miembro de la Academia Argentina de Ciencias o de APTRA (?).
Pero tiene sentido apuntar que, en su afán de oponerse a la dictadura positivista, a Sabato se le va la mano al escribir: "Si en 1900 un curandero curaba por sugestión, los médicos se echaban a reír, porque en aquel tiempo sólo creían en cosas materiales, como un músculo o un hueso; hoy practican esa misma superstición con el nombre de "medicina psicosomática".
Este desprecio a la ciencia muestra un Sabato humano, falible, capaz de idolatrar la antinomia.
Idolatrar es peligroso. Cientos de miles lo hacen respecto de un candidato y, con tal de no reconocerles carácter humano y, por ende, falible, niegan lo evidente. Así, si un presidenciable dijo "la televisión es una basura y haría falta una buena bomba para eliminarla", quien lo idolatra afirmará sin vergüenza que "lo sacaron de contexto".
Ernesto Sabato es una suerte de vaca sagrada. Marcarle un error parece propio de mal llevado, máxime si quien lo hace es un ciudadano de a pie, no un miembro de la Academia Argentina de Ciencias o de APTRA (?).
Pero tiene sentido apuntar que, en su afán de oponerse a la dictadura positivista, a Sabato se le va la mano al escribir: "Si en 1900 un curandero curaba por sugestión, los médicos se echaban a reír, porque en aquel tiempo sólo creían en cosas materiales, como un músculo o un hueso; hoy practican esa misma superstición con el nombre de "medicina psicosomática".
Este desprecio a la ciencia muestra un Sabato humano, falible, capaz de idolatrar la antinomia.