Caballerosidad y conveniencia
Futbolistas de River invitaron a cenar a sus pares de Atlas después de golearlos 3-0 en la Copa Argentina. Mucho se habló de la caballerosidad de la acción.
Ahora bien, ¿cuán distinta es de esta?
Un hombre ve que sobran asientos en el ómnibus, entonces deja que una señora mayor lo tome antes que él, luego de lo cual ambos van sentados..
¿El hombre es caballero o aprovechó la circunstancia para quedar bien?
Hidalgo, grande, respetuoso es quien da la mano a su vencedor y se sienta a su mesa al cabo del dolor de la derrota. Quien comparte la comida con el que lo mira admirado y feliz (Atlas juega en quinta, River en primera; ¿cuántas veces más se encontrarán?) hace el bien sin despeinarse. Su mérito existe, pero de ahí a creer que es grande...
Los mismos futbolistas de River que agasajaron con una cena a Atlas, su vencido del martes, no levantaron la voz ante los organizadores de la Copa Argentina para pedir la postergación del cotejo del domingo con Instituto.
La generosidad que afloró en la dicha victoriosa no asomó para decir: "Instituto llega casi sin preparación, nosotros ya estamos con ritmo competitivo, por lo tanto juguemos cuando estemos parejos".
Botón de muestra de lo fácil que es parecer muy bueno en ciertos contextos y lo duro de serlo en otros.
También enfrente
Tranquilo, hincha de River: también hay para Boca. Una de las peores vergüenzas deportivas de la década acaeció en la Bombonera en 2015, cuando forajidos atacaron con gas pimienta a futbolistas millonarios que, por ende, no pudieron disputar el segundo tiempo. Sus pares de Boca permanecieron en el campo de juego más de noventa minutos en los que:
a) Apenas si se acercaron al banco de suplentes de River a ver qué pasaba con los lastimados.
b) No acompañaron -sí lo hizo el entrenador xeneize, Rodolfo Arruabarrena- a los jugadores rivales a retirarse de la cancha; los dejaron solos a merced de botellazos de plateístas locales que esperaron a la intemperie en una fría noche para darse el gusto (?) de agredir a quienes asumieron como enemigos.
c) La indiferencia hacia el rival y el guiño a la violencia fueron ratificados cuando, el plantel entero de Boca, saludó con los brazos en alto a la barra brava.
Los mismos futbolistas de River que agasajaron con una cena a Atlas, su vencido del martes, no levantaron la voz ante los organizadores de la Copa Argentina para pedir la postergación del cotejo del domingo con Instituto.
La generosidad que afloró en la dicha victoriosa no asomó para decir: "Instituto llega casi sin preparación, nosotros ya estamos con ritmo competitivo, por lo tanto juguemos cuando estemos parejos".
Botón de muestra de lo fácil que es parecer muy bueno en ciertos contextos y lo duro de serlo en otros.
También enfrente
Tranquilo, hincha de River: también hay para Boca. Una de las peores vergüenzas deportivas de la década acaeció en la Bombonera en 2015, cuando forajidos atacaron con gas pimienta a futbolistas millonarios que, por ende, no pudieron disputar el segundo tiempo. Sus pares de Boca permanecieron en el campo de juego más de noventa minutos en los que:
a) Apenas si se acercaron al banco de suplentes de River a ver qué pasaba con los lastimados.
b) No acompañaron -sí lo hizo el entrenador xeneize, Rodolfo Arruabarrena- a los jugadores rivales a retirarse de la cancha; los dejaron solos a merced de botellazos de plateístas locales que esperaron a la intemperie en una fría noche para darse el gusto (?) de agredir a quienes asumieron como enemigos.
c) La indiferencia hacia el rival y el guiño a la violencia fueron ratificados cuando, el plantel entero de Boca, saludó con los brazos en alto a la barra brava.