Un blog variopinto, con textos ligados a pensamientos, sensaciones, descripciones, narraciones, sentimientos, ocurrencias y reflexiones sobre temas periodísticos sin correr tras primicias. Miradas acerca de lo que nos pasa, lo que nos gustaría, lo que perdimos y lo que soñamos.
17/2/09
Frases vitales
Recordó algo así como "Algo me aleja, algo me acerca", en la voz de Nito Mestre. Sonrió apenas, se sentía tocado por la ambigüedad, a fin a su duda y su miedo.
"Quemar las naves", bella expresión heroica, es más fácil de enunciar que de poner en práctica.
Volvió a sonreír cuando se acordó de su amigo Cristian, que sin un pelo de zonzo le recordó la bíblica idea de que para partir algo hay que abandonar.
No le quedó fuerza para sonreír al evocar que le había escuchado las sabias palabras a Cristian en una charla dolorosa.
Otra brutal paradoja de la vida.
6/2/09
Golpe a la rutina
Grito revelador
A la hora de la siesta que no dormían porque tenían que trabajar, el café era parte del rito posterior al almuerzo. Después, vuelta a las imágenes y los diseños. Trabajaban con música de fondo y hablaban poco.
Un jueves, ellos tres giraron la cabeza a la izquierda y ella, a la derecha. Les llamó la atención el sonoro “¡¿qué?!” de Enrique Fretes, desde la computadora más próxima a la puerta.
Le parecía raro que fuera correo basura uno cuyo remitente se llamara exactamente como ella. También le resultaba extraño que ella le escribiese. La curiosidad no mató al gato ni dejó sordos a sus cuatro compañeros tras su grito de sorpresa al comprobar que Alejandra Levato era Alejandra Levato.
No todos los días el correo electrónico trae un mensaje doce años después del último contacto.
Martes 7 de setiembre de 1993. Enrique deambula por Grisú. Ya no lo acompaña su amigo Adrián, cuyos pasos al influjo de varios tragos eran más lentos que su risa.
-¿Me llevás a bailar?
Alejandra aceptó. Al rato, tomaban algo en la barra. De viaje de egresados a la escuela de cada uno, de películas a partidos de fútbol, de fechas de cumpleaños a la salida y de allí a la caminata.
Ella recuerda que él le ofreció su buzo. El se acuerda de que en la esquina del hotel Andino, a las mil y una se animó a preguntarle si quería tomar un café.
-¿Por qué estoy de nuevo con esto? -se preguntó el 2 de enero de 2009, mientras sonaba “
Por la tarde, a la hora convenida, él recién estaba por volver del cerro Catedral. “Va a creer que me borré, pero no es mi culpa” y otros pensamientos lo acompañaron hasta la puerta del hotel de Alejandra. Ella tampoco había regresado de la excursión. Alivio, café reprogramado, dos horas más de charla y alegría.
-Se ve que te pegó fuerte -le dijo la conserje, que sonriente lo invitó a esperarla. Ese atardecer de jueves se vieron por última vez en Bariloche.
Vaya si había sido significativo conocer a Alejandra. Se lo contó a sus padres, le escribió una carta y a los días se fijaba en el buzón. Nada por aquí ni por allá.
“Sí, me la debe haber mandado antes. Como un reverendo hijo de puta...”. Los codos sobre la mesa, las manos unidas y los pulgares contra los labios enmarcan sus palabras el mismo 2 de enero de 2009.
Efectivamente, fue él quien durante horas de clase recorrió librerías y eligió una con fondo bermellón. Un animalito miraba la luna y decía algo así como “Ya no sé qué hacer para no pensar en vos”. Sí, era él quien había puesto la tarjeta en un sobre rumbo a Buenos Aires por correo privado. Podía absolverse.
Carta va, carta viene a Río Cuarto. En noviembre, encerrado en su pieza, lee “sí, tengo novio”. “Sí” aparecía recuadrado. El fin de semana siguiente, tuvo que viajar con su familia. La oscuridad del colectivo lo ayudó a llorar.
Tenía 18 años. Aprendió que la sensación de perder lo preciado lleva la expresividad a límites casi nunca frecuentados. De las sugerencias con más sobreentendidos que presupuestos pasó a explicitarle lo que sentía. Resultó una carta que a ella la conmovió, no hasta el punto de aceptar el noviazgo.
-Se ve que te pegó fuerte -repicaba en su mente, como explicación a su intento de quedarse con la novia de otro.
Con la siguiente carta se fueron 1993 y las ilusiones. Por algo, lo único que recuerda de esos párrafos es una referencia a
Noche
Gustavo supo de la historia, de detalles que sólo un amigo mayúsculo tiene paciencia para escuchar. Al reanudar las clases en la universidad, se enteró de que para el 20 de julio, Enrique le había escrito de nuevo. Ni noticias de Alejandra.
Como a los tres meses, la noche más feliz de 1994: Enrique vuelve a su casa y hay penal para Boca en
-Por favor, cuánta alegría -sintió, resopló, releyó la carta y apagó la luz.
Coincidencias
En uno de los chistes que semanalmente publicaba en la revista “El Gráfico”, Caloi presentaba este diálogo entre un periodista y un arquero de fútbol.
-¿Cómo hizo para atajar ese penal?
-Estudio a los rivales. Y sabía que Peralta los remata a la derecha.
-Sin embargo, usted se tiró a la izquierda.
-Es que tengo mala memoria.
En un episodio de “Gerente de Familia” (comedia, canal Volver, lunes a viernes de
Ficción al margen, varios autores de la comunicación han reparado en que cada tanto decimos “Hola, ¿cómo estás?” y escuchamos exactamente lo mismo como respuesta.
Esto sucede en general con los conocidos. Con los amigos, la coincidencia puede ser la antesala de la confesión.
En un caso, tras saludar, alguien siente que pagó el impuesto a la corrección. En el otro, que ya está listo para esa esperada conversación.
Apuntes de dos películas
-Somos judíos, no hacemos el mal porque lo hacen los enemigos.
-Sufrir miles de años de odio no te vuelve decente.
Las frases se escuchan en la película "Munich". Son pronunciadas por integrantes de la fuerza israelí destinada a matar a los asesinos de los atletas israelíes en los Juegos Olímpicos disputados en Munich en 1972. Van dirigidas al líder del grupo contratado por la primer ministro Golda Meir, que poco a poco se había vuelto autoindulgente respecto del plan para terminar con la vida de los terroristas.
La medida era doblemente lógica: El hombre llevaba años sin enamorarse, de modo que pedirle que no lo hiciera esta vez apenas le requería acompañar la inercia. Tras la debacle del dúo de pianistas, Susie Diamond había sido artífice del resurgimiento.
La medida era doblemente ilógica: Para un tipo que rara vez vibra, el peso de encontrar a alguien especial es muy distinto del de un negocio. Como en la relación entre muchos hermanos, lo mejor para que el otro haga blanco es pedirle negro.
"Sí, soñá"
“Los sueños, sueños son” es una frase a la que se suele apelar para subestimarlos. Sin embargo, cualquiera que haya oído el célebre “I have a dream” (“Yo tengo un sueño”) de Martin Luther King sabe que un sueño puede ser el origen de un gran cambio social, uno de cuyos indicadores es un presidente negro en un país que por años sobre años hizo de la discriminación una moneda corriente.
En un plano de muy distinta magnitud andan nuestros sueños. Algunos ayudan a tapar los bodrios oficinescos. Otros sirven para sentir menos la densidad de otras rutinas. Son sueños y por una o más razones –miedo, fiaca, falta de dinero, exceso de años, etc- no se transforman en hechos. Acaso su función central sea el auxilio para sobrellevar inevitables e inevitados hechos cotidianos.
Leer y escribir
El recuerda su cartera, su campera de hilo, su pulóver de lana, sus pantalones, su trajecito.
-No tiene en qué pensar.
-Es obsesivo.
-Hace ejercicios para no perder la memoria.
-No se acuerda de su cara.
-Es sastre.
-Tiene memoria visual.
Estimado lector: si querés, podés agregar lecturas relativas a lo que le pasa a Adrián Ramírez con la chica. Podés desestimar algunas o todas las opciones.
Julieta ya respondió: “El chico está enamorado. Debe ser bastante obse y capaz que no tenga mucho en que pensar, es cierto”.
Minucia
Qué lindo es sentir placidez. Sentir que las frustraciones no desacomodan el bienestar. Sentir que la alegría es posible entre sueños que no se cumplieron. Sentir que la paz se hace tangible. Y sentir que no importa si esto a alguien le suena cursi.
Cortas audiovisuales
Saber, bendito tesoro
-“A vos no te gusta que te manden. Cuanto más sepas, menos te van a mandar”, le dice Mario Dominichi a Ernesto, su hijo, en la entrañable “Un Lugar en el Mundo”.
-En la película de Adolfo Aristarain, el personaje encarnado por Federico Luppi también ejerce la docencia con los chicos que van a su escuela rural en la provincia de San Luis. A fin del ciclo que todos aprueban, les dice: “Cada uno hizo lo que pudo. Y eso es lo que vale. Aprendieron a pensar y aprendieron a convivir”.
-El geólogo Hans (José Sacristán) un día es invitado a darles una charla. Científico de verdad, de los que se baja de la ciencia y de la palmera, expresa a cuento de los movimientos telúricos: “Algunos dicen que el aire se carga de electricidad. Yo prefiero pensar que es la montaña que se queja”.
Joyitas de Los Soprano
-“Mamá hablaba del hermano tarado de papá. Creí que hablaba de vos”, le dice Anthony Soprano a su tío Junior, que por supuesto lo mira mal.
-“Todo lo que tenemos aquí es fruto de mi trabajo”, le dice este capo mafioso a su hija adolescente en el medio de una discusión sobre valores que zanja con una sugerencia recubierta de orden: “Andá con tus valores morales a dormir a la terminal de ómnibus”.
-Cansada de que Anthony Soprano y otros pacientes le mientan, la psicoterapeuta considera buena la sugerencia de su hijo para cambiar de trabajo. Pero luego el muchacho le dice que necesita libros caros para sus estudios y ella mira los dólares que le dejó Soprano por la consulta terminada y por la próxima. Fin de la escena.