10/12/14

Construcción
-¿Por qué no hay mujeres albañiles?
La alumna planteó el interrogante fiel a su perfil reflexivo y demostró, como pasa en las entrevistas, cuánto ayudan a pensar las preguntas.
La respuesta de Adrián Ramirez intentó ligar conceptos, tal lo que exigía el protocolo.
-Hay empleos asociados culturalmente a hombres y otros, a mujeres. En una universidad tuvieron que pasar casi 40 años para que se graduara el primer maestro jardinero, pese a que la carrera estaba abierta a ambos sexos. Sucede que con el control social informal era suficiente; cualquiera que contase en su barra de amigos que planeaba estudiar esa carrera habría sido castigado con apodos y comentarios pesados por años. Equivalente situación vivieron muchas mujeres que optaron por jugar al fútbol en los ochenta: fueron diagnosticadas de machonas y se les prescribió ir a lavar los platos para curarse.
Humberto, mi vecino de dos casas más allá, es el día de hoy que sigue diciendo "modisto" para referir a un hombre al que sospecha homosexual. Dado ese estereotipo, te imaginás que cuando mi viejo quería que le hicieran un traje a medida decía "voy a la sastrería" porque ir "al modisto" daba pie a un montón de comentarios en un contexto en el cual los chismes eran considerados valores.
Se podría pensar que la ausencia de mujeres albañiles en la construcción es una masiva discriminación contra la multitud femenina que se queda con las ganas. O que no hace falta llegar a esto pues alcanza y sobra con la socialización, así quien crece aprendiendo que elegir ciertos trabajos rompe normas no escritas de género probablemente jamás se propondrá usar la plomada, el balde y el fratacho como herramientas laborales.

Visiones
Ocurre como con los medios de comunicación masiva, omnipresentes socializadores secundarios. De hecho, toda vez que muestran algo están evitando que se noten otros contenidos, lo cual tiene consecuencias bravas. Por ejemplo, alguien que solo ve un canal de fútbol exitista y comparte su tiempo con pares que le refuerzan la idea de que nada más sirve ganar acaso se sentirá el peor de todos al salir segundo. Esto afecta su identidad, por no hablar de cómo lo perfila para distribuir halagos y sanciones. El que aprende que los únicos que merecen premio son los primeros, en la cena de fin de año dirá "muy rico" únicamente para calificar un manjar, despreocupado del mérito de los demás. En otros términos, se enfocará tanto en la medalla de oro que no verá el resto del podio ni de los competidores, tal su asunción de la vida.

El par demostración/ocultamiento tiene otras variantes, entre ellas la de emisores masivos que presentan al mundo de una manera que, si coincide con la imagen dada por otros socializadores, dificultan no ya la comprensión sino la mera suposición de que existen realidades distintas. Y si bien la biología nos prepara para una visión periférica, culturalmente nuestros ojos se entrenan a menudo para una percepción limitada.