Vueltas de la ciencia
Al pie de una estupenda estatua de bronce en
su honor se lee que Albert Einstein no podía encontrar trabajo como
docente después de graduarse de un instituto técnico en Zurich. Fue
entonces que aceptó un puesto como examinador en la oficina de patentes
de Suiza.
Quizás con alma de maestro dijo que "el derecho de buscar
la verdad implica una obligación; uno no tiene que ocultar ninguna parte
de lo que ha reconocido verdadero". En otras palabras, que el saber dé
luz y calor, no que constituya una cortina de humo.
Ojalá lo
asumieran tantos que se enfrascan en polémicas a sabiendas de que callan
miserias del partido al que votan, del jugador a quien le prenden
velas, del ego del que no se bajan...