31/7/16

No tan distintos
"Cuando perdíamos nos encerraban en una jaula", contó una yudoca a la BBC, en un documental sobre refugiados que participan en los Juegos Olímpicos Río 2016. No fue por esto sino por una guerra que emigró del Congo ni es la suya la única historia dolorosa. Una atleta de Serbia que pasó 25 días viajando en un bote de goma lleno de gente señaló que debió llegar nadando a las costas griegas, en las que fue recibida al grito de "date vuelta y andate".
Es fácil suponer que crueldades así no se ejecutan por acá. Sin embargo, el exitismo o enfermedad en la cual la falta de triunfos deriva en juicios errados pasea cada vez que se juega fútbol. Ese deporte en el cual, de tanto celebrar "lo que pásó la última vez" que una hinchada corrió violentamente a otra, en los estadios no hay distintos.
Geraldo, el entrenador de yudo, reveló que necesitó inculcarles a los atormentados congoleños que perder una lucha no tenía consecuencias terribles como terminar enjaulado.
A la adolescente serbia no fue menester enseñarle que al llegar a la meta no habría repudio sino satisfacción.
En el fútbol argentino, ¿quién nos educará?