Mugrosa tradición
Una arraigada costumbre es la de culpar a los
otros. Cuando se trata de la nación, el chivo emisario suele ser la
clase política.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver un dirigente con el
festejo por la graduación de alguien que consiste en esparcir mugre en
una plaza?
Los habitantes que asocian celebración con enchastre de
la vía pública, ¿ejercen la ciudadanía como es debido? No parecen pensar
en los demás; asumen que los placeros tienen no la obligación de mantener la limpieza sino también la de eliminar la suciedad provocada por... gente grande en circunstancias evitables.
Por supuesto, en acciones así no se pone en juego el acceso a créditos
internacionales ni la transparencia electoral, pero no deja de ser un
mensaje de desconsideración por lo que es de todos, de indiferencia, de
tradición poco generosa con el esfuerzo ajeno.
Un blog variopinto, con textos ligados a pensamientos, sensaciones, descripciones, narraciones, sentimientos, ocurrencias y reflexiones sobre temas periodísticos sin correr tras primicias. Miradas acerca de lo que nos pasa, lo que nos gustaría, lo que perdimos y lo que soñamos.
20/12/16
13/12/16
Bellezas del archivo
Distante utilidad
Hugo Alves afirmó en 1982, meses después de su transferencia a Barcelona, que Maradona seguía siendo clave para Boca. Refería a las cuotas que por su pase llegaban al xeneize y se destinaban al pago de sueldos del plantel.
Un año antes, otro hombre que no jugaba en Boca pero había pertenecido y volvería al equipo, también resultaba esencial para el club. Sin lugar entre los delanteros boquenses, Ricardo Gareca fue a préstamo a Sarmiento de Junín durante el Metropolitano de 1981. Dos de sus goles, reseña El Gráfico del 19 de mayo, tuvieron lugar en Caballito y transformaron la derrota 2-0 ante Ferro en empate.
Tres meses después, Boca se coronó campeón con un punto de ventaja sobre Ferro.
Ángel ofuscado
"Los periodistas son coimeros y los dirigentes son peores todavía" fue un exabrupto de Ángel Labruna el 5 de marzo de 1981, año en cuyo 3 de mayo en una conferencia de prensa le espetó a un periodista: "A usted no lo quiero ni ver. Me ha traicionado entrevistando a miembros de la oposición". Los reseñados por Gustavo Béliz en la edición 3215 de El Gráfico no fueron los únicos enojos del entonces entrenador de River. Antes de 1981 había bramado: "Ya voy a hablar con el demente de (Oscar) Ortiz", hábil puntero derecho de conflictiva relación con Norberto Alonso y Reinaldo Merlo, hijos dilectos de Labruna.
Más allá de lo registrado por la gran revista del deporte argentino, un audio que solía pasar Alejandro Apo ilustraba que Labruna enfadado pintaba en blanco y negro, jamás con grises. Respecto de hinchas millonarios que silbaban a sus propios jugadores, sostenía que podía esperar actitudes así de "los de afuera; los de afuera son enemigos, enemigos de la bandera, del club. Pero los de adentro no".
Fue el máximo goleador de River en la historia del club y del superclásico con Boca, se coronó 9 veces campeón como futbolista -fuente: Wikipedia- y seis como técnico de la Banda Roja (Metro y Nacional 1975, Metro '77, Metro y Nacional '79, Metro de 1980).
Distante utilidad
Hugo Alves afirmó en 1982, meses después de su transferencia a Barcelona, que Maradona seguía siendo clave para Boca. Refería a las cuotas que por su pase llegaban al xeneize y se destinaban al pago de sueldos del plantel.
Un año antes, otro hombre que no jugaba en Boca pero había pertenecido y volvería al equipo, también resultaba esencial para el club. Sin lugar entre los delanteros boquenses, Ricardo Gareca fue a préstamo a Sarmiento de Junín durante el Metropolitano de 1981. Dos de sus goles, reseña El Gráfico del 19 de mayo, tuvieron lugar en Caballito y transformaron la derrota 2-0 ante Ferro en empate.
Tres meses después, Boca se coronó campeón con un punto de ventaja sobre Ferro.
Ángel ofuscado
"Los periodistas son coimeros y los dirigentes son peores todavía" fue un exabrupto de Ángel Labruna el 5 de marzo de 1981, año en cuyo 3 de mayo en una conferencia de prensa le espetó a un periodista: "A usted no lo quiero ni ver. Me ha traicionado entrevistando a miembros de la oposición". Los reseñados por Gustavo Béliz en la edición 3215 de El Gráfico no fueron los únicos enojos del entonces entrenador de River. Antes de 1981 había bramado: "Ya voy a hablar con el demente de (Oscar) Ortiz", hábil puntero derecho de conflictiva relación con Norberto Alonso y Reinaldo Merlo, hijos dilectos de Labruna.
Más allá de lo registrado por la gran revista del deporte argentino, un audio que solía pasar Alejandro Apo ilustraba que Labruna enfadado pintaba en blanco y negro, jamás con grises. Respecto de hinchas millonarios que silbaban a sus propios jugadores, sostenía que podía esperar actitudes así de "los de afuera; los de afuera son enemigos, enemigos de la bandera, del club. Pero los de adentro no".
Fue el máximo goleador de River en la historia del club y del superclásico con Boca, se coronó 9 veces campeón como futbolista -fuente: Wikipedia- y seis como técnico de la Banda Roja (Metro y Nacional 1975, Metro '77, Metro y Nacional '79, Metro de 1980).
6/12/16
Costo de vida
Errar es tan humano como tomar buenas decisiones sobre las vidas ajenas.
Un piloto tiene que elegir en segundos qué hacer tras un hecho inédito: una bandada de palomas le choca el avión y le rompe los dos motores.
Acuatizar en el río Hudson requiere aptitud y coraje. Rescatar a las 155 personas que terminaron el vuelo en de pie sobre las alas que flotan en el agua, en botes inflables o dentro del agua a apenas 2 grados demanda coordinación y rapidez. Con 20 grados bajo cero, el invierno no da tiempo.
Los ciudadanos de a pie lo aman. Sin embargo, Sully debe rendir cuentas a empresarios que no le perdonan haber salvado vidas a un alto costo económico.
Los simuladores de vuelo indican que el piloto podría haber vuelto al aeropuerto de La Guardia o aterrizado en otro cercano. Sully asegura que era imposible. El diario del lunes, o la crítica de hinchas o periodistas sobre hechos futbolísticos consumados, también existe en la aviación. Desde la tribuna, un palco o una oficina y con mucho más tiempo se sabe siempre qué tendría que haber hecho el otro... en un contexto crucial.
"Sully" es de esas películas que, basadas en hechos reales, expone con belleza medallas y miserias humanas. La dirige Clint Eastwood y la protagoniza Tom Hanks, por lo que no sorprende la semejanza lograda entre el actor y el canoso piloto de blancos bigotes que debió rendir en el aire un examen terrible que no fue el último de su vida.
Errar es tan humano como tomar buenas decisiones sobre las vidas ajenas.
Un piloto tiene que elegir en segundos qué hacer tras un hecho inédito: una bandada de palomas le choca el avión y le rompe los dos motores.
Acuatizar en el río Hudson requiere aptitud y coraje. Rescatar a las 155 personas que terminaron el vuelo en de pie sobre las alas que flotan en el agua, en botes inflables o dentro del agua a apenas 2 grados demanda coordinación y rapidez. Con 20 grados bajo cero, el invierno no da tiempo.
Los ciudadanos de a pie lo aman. Sin embargo, Sully debe rendir cuentas a empresarios que no le perdonan haber salvado vidas a un alto costo económico.
Los simuladores de vuelo indican que el piloto podría haber vuelto al aeropuerto de La Guardia o aterrizado en otro cercano. Sully asegura que era imposible. El diario del lunes, o la crítica de hinchas o periodistas sobre hechos futbolísticos consumados, también existe en la aviación. Desde la tribuna, un palco o una oficina y con mucho más tiempo se sabe siempre qué tendría que haber hecho el otro... en un contexto crucial.
"Sully" es de esas películas que, basadas en hechos reales, expone con belleza medallas y miserias humanas. La dirige Clint Eastwood y la protagoniza Tom Hanks, por lo que no sorprende la semejanza lograda entre el actor y el canoso piloto de blancos bigotes que debió rendir en el aire un examen terrible que no fue el último de su vida.
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