Hora asegurada
"No me dio ni la hora". La frase expone la indiferencia con la que a
uno se lo ha tratado y se pronuncia con desencanto. Les cabe a muchos,
no al cartel que está en lo alto de Sobremonte al 800, frente a la
Galería del Cine. Le faltan los dígitos correspondientes a los minutos,
de modo que no se sabe si se está cerca de, por ejemplo, las 7 o las 8.
Pero da la hora.
Parecido al estudiante que le cuenta a su padre que sacó un 10 en el examen... y omite informar que la nota máxima era 100.
Un blog variopinto, con textos ligados a pensamientos, sensaciones, descripciones, narraciones, sentimientos, ocurrencias y reflexiones sobre temas periodísticos sin correr tras primicias. Miradas acerca de lo que nos pasa, lo que nos gustaría, lo que perdimos y lo que soñamos.
25/2/17
Si viviera Fioravanti...
Dos periodistas deportivos discuten en TN si el entrenador aporta una solución o compra un problema en caso de convocar al jugador Mauro Icardi a la selección argentina de fútbol. Uno de ellos pronuncia la palabra "quilombo". Edgardo Antoñana, el vehemente conductor de la mañana, le hace notar la vulgaridad y su interlocutor intenta sortearla diciendo "bolonqui".
Pasadas las 13, ya sin Antoñana para marcar las groserías, el diálogo entre los muchachos deja oír el exabrupto, ya sin invertir el orden de las sílabas, siete veces en cinco minutos.
La precariedad expresiva de millones de adolescentes y jóvenes los tiene como responsables. No son los únicos: hace años que numerosos exponentes del periodismo radial y televisivo desdeñan la delicadeza y la profundidad en los análisis. El argumento, patético, es que se trata de hablar "como la gente". No importa que se ocupe una posición influyente y, por ende, se tenga una responsabilidad sobre contenido y forma de los mensajes. Dale que va con lo que salga.
Joaquín Carballo Serantes (Fioravanti) fue un excelso relator de fútbol gracias al cual, según el viejo sabio hincha de Boca y Alberdi que creció admirándolo, se aprendía nuevos términos en cada partido. Era claro pues, a la par de las palabras difíciles, decía sus sinónimos más comunes. La gente lo entendía. Y crecía.
Dos periodistas deportivos discuten en TN si el entrenador aporta una solución o compra un problema en caso de convocar al jugador Mauro Icardi a la selección argentina de fútbol. Uno de ellos pronuncia la palabra "quilombo". Edgardo Antoñana, el vehemente conductor de la mañana, le hace notar la vulgaridad y su interlocutor intenta sortearla diciendo "bolonqui".
Pasadas las 13, ya sin Antoñana para marcar las groserías, el diálogo entre los muchachos deja oír el exabrupto, ya sin invertir el orden de las sílabas, siete veces en cinco minutos.
La precariedad expresiva de millones de adolescentes y jóvenes los tiene como responsables. No son los únicos: hace años que numerosos exponentes del periodismo radial y televisivo desdeñan la delicadeza y la profundidad en los análisis. El argumento, patético, es que se trata de hablar "como la gente". No importa que se ocupe una posición influyente y, por ende, se tenga una responsabilidad sobre contenido y forma de los mensajes. Dale que va con lo que salga.
Joaquín Carballo Serantes (Fioravanti) fue un excelso relator de fútbol gracias al cual, según el viejo sabio hincha de Boca y Alberdi que creció admirándolo, se aprendía nuevos términos en cada partido. Era claro pues, a la par de las palabras difíciles, decía sus sinónimos más comunes. La gente lo entendía. Y crecía.
Propuesta para la salud
En 1982, "Menotti: entre la guerra y la paz" fue una profunda entrevista de Juan José Panno a quien era técnico de la selección argentina de fútbol. En ella, César Luis Menotti, quien hablaba de sí en tercera persona, se quejaba de alguien que le achacaba estar "enfermo de importancia". No reconocía errores y echaba chispas cuando se los apuntaban. Semanas después, su equipo se iba eliminado del Mundial de España en segunda ronda, al cabo de dos victorias y tres caídas.
2017. En una nota en Clarín, Florencia Werchowsky, bailarina que escribe de su profesión, hace un aporte para no caer en la tentación en la que se hundió Menotti: "Nunca pude creérmela del todo. Creo que desde esa desconfianza es desde donde me atreví a juzgar y poner todo en perspectiva".
En 1982, "Menotti: entre la guerra y la paz" fue una profunda entrevista de Juan José Panno a quien era técnico de la selección argentina de fútbol. En ella, César Luis Menotti, quien hablaba de sí en tercera persona, se quejaba de alguien que le achacaba estar "enfermo de importancia". No reconocía errores y echaba chispas cuando se los apuntaban. Semanas después, su equipo se iba eliminado del Mundial de España en segunda ronda, al cabo de dos victorias y tres caídas.
2017. En una nota en Clarín, Florencia Werchowsky, bailarina que escribe de su profesión, hace un aporte para no caer en la tentación en la que se hundió Menotti: "Nunca pude creérmela del todo. Creo que desde esa desconfianza es desde donde me atreví a juzgar y poner todo en perspectiva".
Serenata de fútbol
Cuatro goles le regaló Paris Saint Germain a Barcelona como souvenir de San Valentín en el cotejo de ida poroctavos de final de la máxima competencia interclubes de Europa.
El partido dejó certezas sobre el peso del envejecimiento en deportistas en el primer nivel; Andrés Iniesta parece su réplica de cera, por no hablar de las veces que el mismo Lionel Messi fue anticipado por el veloz y aplicado defensor Kimpembe.
Otra de las señales del 4-0 en el Parque de los Príncipes fue la sensacional prestación de Ángel Di María, autor de dos goles que unieron precisión para tirar y astucia para desairar marcadores. También hubo tiempo para ver la confusión de Pastore, empecinado en gambetearse sin sentido ofensivo
No será la primera ni la última vez que a un grande como Barcelona lo humille un adversario concentrado, ligero, práctico y preciso, este martes encarnado por París St. Germain. Verlo a Edinson Cavani picar en diagonal a buscar un pase profundo y rematar de primera, sin dar chance al rival, fue una muestra de los beneficios de ejecutar rápido toda vez que se sepa qué y cómo hacer.
Lástima que no lo asistió esta facultad a Luis Enrique, entrenador de los catalanes. Respondió sin demora, es cierto, pero sin inteligencia, a un periodista que le marcó enfáticamente sus errores. Reclamó el mismo entusiasmo a la hora de registrarle virtudes en partidos ganados. Es lógico lo que pide, mas no era el momento ni la forma, tan cerca de la exasperación como su equipo de quedar eliminado de la Liga de Campeones de Europa.
Cuatro goles le regaló Paris Saint Germain a Barcelona como souvenir de San Valentín en el cotejo de ida poroctavos de final de la máxima competencia interclubes de Europa.
El partido dejó certezas sobre el peso del envejecimiento en deportistas en el primer nivel; Andrés Iniesta parece su réplica de cera, por no hablar de las veces que el mismo Lionel Messi fue anticipado por el veloz y aplicado defensor Kimpembe.
Otra de las señales del 4-0 en el Parque de los Príncipes fue la sensacional prestación de Ángel Di María, autor de dos goles que unieron precisión para tirar y astucia para desairar marcadores. También hubo tiempo para ver la confusión de Pastore, empecinado en gambetearse sin sentido ofensivo
No será la primera ni la última vez que a un grande como Barcelona lo humille un adversario concentrado, ligero, práctico y preciso, este martes encarnado por París St. Germain. Verlo a Edinson Cavani picar en diagonal a buscar un pase profundo y rematar de primera, sin dar chance al rival, fue una muestra de los beneficios de ejecutar rápido toda vez que se sepa qué y cómo hacer.
Lástima que no lo asistió esta facultad a Luis Enrique, entrenador de los catalanes. Respondió sin demora, es cierto, pero sin inteligencia, a un periodista que le marcó enfáticamente sus errores. Reclamó el mismo entusiasmo a la hora de registrarle virtudes en partidos ganados. Es lógico lo que pide, mas no era el momento ni la forma, tan cerca de la exasperación como su equipo de quedar eliminado de la Liga de Campeones de Europa.
Noveleros redondos
Tenía una libretita como la de Pablo Escobar en la serie "El patrón del mal". No anotaba futuras víctimas sino lo que le sugerían algunos desatinos mucho menos relevantes.
Adrián Ramírez escuchó que Sebastián Vignolo, con el tono sentencioso que suele acompañar a fanáticos, decía: "Para Boca no hay amistosos". Por cierto, la frase fue al día siguiente de una derrota 3-1 ante Aldosivi, de modo que el conflicto y la novedad como factores de valor periodísticos estaban bien servidos.
Años atrás, a la vuelta de dos caídas no oficiales ante Boca por 1-0 y 5-0, Fernando Niembro reclamaba airado modificaciones casi radicales al técnico de River, que meses después levantó la Copa Libertadores.
Teorizar un viernes de carnaval es como tragar papel picado. Sin embargo, importa recordar que sectores vastos de la audiencia buscan gratificaciones en los medios de comunicación masiva. Así como hay quienes subliman sueños, fantasías y deseos con las novelas, muchos de quienes no las consumen hacen lo propio con el fútbol.
Así las cosas, gran parte del periodismo deportivo radial y televisivo, por no hablar del diario Olé, construye melodramas cotidianos... para consumo de más de un hombre que habla con sorna de las mujeres que miran novelas.
¿Está bien que el periodismo deportivo se escude en el rating para decidir un enfoque? Comercialmente, aplausos. Desde el plano moral, la idea merece reparos; pregonar, con el peso que tiene el denominado cuarto poder, ideas tales como "dos derrotas seguidas son una crisis" desde una tribuna diaria es cultivar maleza. Y está mal aunque las fieras la pidan.
Abonar la impaciencia desde un deporte tan pesado como el fútbol en nuestra cultura es una forma de sembrar cizaña. Poco ayuda a serenar una sociedad varios de cuyos integrantes hasta consideran lentos los videoclips de los noventa.
El estilo whatsapp va más allá de los celulares y el exitismo se escapa de las pantallas de TV y merodea por nuestras calles
Tenía una libretita como la de Pablo Escobar en la serie "El patrón del mal". No anotaba futuras víctimas sino lo que le sugerían algunos desatinos mucho menos relevantes.
Adrián Ramírez escuchó que Sebastián Vignolo, con el tono sentencioso que suele acompañar a fanáticos, decía: "Para Boca no hay amistosos". Por cierto, la frase fue al día siguiente de una derrota 3-1 ante Aldosivi, de modo que el conflicto y la novedad como factores de valor periodísticos estaban bien servidos.
Años atrás, a la vuelta de dos caídas no oficiales ante Boca por 1-0 y 5-0, Fernando Niembro reclamaba airado modificaciones casi radicales al técnico de River, que meses después levantó la Copa Libertadores.
Teorizar un viernes de carnaval es como tragar papel picado. Sin embargo, importa recordar que sectores vastos de la audiencia buscan gratificaciones en los medios de comunicación masiva. Así como hay quienes subliman sueños, fantasías y deseos con las novelas, muchos de quienes no las consumen hacen lo propio con el fútbol.
Así las cosas, gran parte del periodismo deportivo radial y televisivo, por no hablar del diario Olé, construye melodramas cotidianos... para consumo de más de un hombre que habla con sorna de las mujeres que miran novelas.
¿Está bien que el periodismo deportivo se escude en el rating para decidir un enfoque? Comercialmente, aplausos. Desde el plano moral, la idea merece reparos; pregonar, con el peso que tiene el denominado cuarto poder, ideas tales como "dos derrotas seguidas son una crisis" desde una tribuna diaria es cultivar maleza. Y está mal aunque las fieras la pidan.
Abonar la impaciencia desde un deporte tan pesado como el fútbol en nuestra cultura es una forma de sembrar cizaña. Poco ayuda a serenar una sociedad varios de cuyos integrantes hasta consideran lentos los videoclips de los noventa.
El estilo whatsapp va más allá de los celulares y el exitismo se escapa de las pantallas de TV y merodea por nuestras calles
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