Noveleros redondos
Tenía una libretita como la de Pablo Escobar en la serie "El patrón del
mal". No anotaba futuras víctimas sino lo que le sugerían algunos
desatinos mucho menos relevantes.
Adrián Ramírez escuchó que
Sebastián Vignolo, con el tono sentencioso que suele acompañar a
fanáticos, decía: "Para Boca no hay amistosos". Por cierto, la frase fue
al día siguiente de una derrota 3-1 ante Aldosivi, de modo que el
conflicto y la novedad como factores de valor periodísticos estaban bien servidos.
Años atrás, a la vuelta de dos caídas no oficiales ante Boca por 1-0 y
5-0, Fernando Niembro reclamaba airado modificaciones casi radicales al
técnico de River, que meses después levantó la Copa Libertadores.
Teorizar un viernes de carnaval es como tragar papel picado. Sin
embargo, importa recordar que sectores vastos de la audiencia buscan
gratificaciones en los medios de comunicación masiva. Así como hay
quienes subliman sueños, fantasías y deseos con las novelas, muchos de
quienes no las consumen hacen lo propio con el fútbol.
Así las
cosas, gran parte del periodismo deportivo radial y televisivo, por no
hablar del diario Olé, construye melodramas cotidianos... para consumo
de más de un hombre que habla con sorna de las mujeres que miran novelas.
¿Está bien que el periodismo deportivo se escude en el rating para
decidir un enfoque? Comercialmente, aplausos. Desde el plano moral, la
idea merece reparos; pregonar, con el peso que tiene el denominado
cuarto poder, ideas tales como "dos derrotas seguidas son una crisis"
desde una tribuna diaria es cultivar maleza. Y está mal aunque las
fieras la pidan.
Abonar la impaciencia desde un deporte tan pesado
como el fútbol en nuestra cultura es una forma de sembrar cizaña. Poco
ayuda a serenar una sociedad varios de cuyos integrantes hasta
consideran lentos los videoclips de los noventa.
El estilo whatsapp va más allá de los celulares y el exitismo se escapa de las pantallas de TV y merodea por nuestras calles