"Las cosas no son como las cuentan acá, la vida es muy diferente", es el reclamo airado de Beto Sánchez (Pepe Soriano). A los 43 años le dice esto a una docente de primaria que aún sigue enseñando "mentiras", entre ellas la que les transmite a los chicos de hoy: él era un alumno "aplicado" que ha vuelto a visitar "a su vieja maestra".
Él hombre, resuelto a vengarse de los que juzga responsables de su desdicha, les cuenta a los niños:
"Yo estudiaba por obligación, por miedo, a mi no me interesaba nada de lo que me enseñaban".
Se queja porque "me enseñaron a tener miedo, a respetar a los que me joden, "que hay que ser bueno y decente. ¡Pura basura me enseñaron!".
Agrega que "no triunfan los que quieren; triunfan algunos, nada más. Y los buenos y decentes se mueren como mi viejo, tirado en un hospital". Ante miradas infantiles cada vez más entusiastas, Beto Sánchez sueña: "Éste podría ser un lugar hermoso, chicos, si no tuvieran que luchar entre ustedes para destacarse, si no tuvieran que dar exámenes, pruebas, esperar buenas notas, comentarios elogiosos. Si pudieran estudiar de otra manera, jugando, si los dejaran jugar tranquilos. Qué hermoso lugar sería...".
Luego de amenazar a la maestra (China Zorrilla) con un revólver, el hombre anuncia: "Le perdono la vida" y sale corriendo. Raudamente, ella lo persigue escaleras abajo gritando: "¡Comunista, agarren a ese comunista!" (de la película Las Venganzas de Beto Sánchez, disponible en Youtube).
¿Debe una maestra instar a aplaudir más el gol con la mano que el segundo de Maradona a los ingleses en el mundial de México 1986?
Guillermo Jaim Etcheverry, en La Tragedia Educativa, plantea que la escuela está llamada a cumplir un rol contracultural. En una sociedad donde la trampa es un credo y los prácticos de creatividad se aplican a los pretextos, Beto Sánchez se enoja porque la escuela no lo preparó para ser un inescrupuloso ganador.
Ahora bien, ¿es preciso que también la escuela se sume a la multitud que cumple ese papel?
Es verdad que más de un alumno compite por la nota sin ser desalentado por autoridades. Y que en Río Cuarto hubo docentes que se iban de la clase a conversar con colegas y, para que no se armara revuelo en el aula, encomendaban a uno de los niños a anotar en una hoja los nombres de "los charletas". El aval, por acción u omisión, a estudiar para ser mejor que otro, no bueno en sí mismo, está lejos de la escuela en la que se pueda "jugar, tal el pedido de Beto Sánchez.
Tampoco es consistente que un maestro condene lo que él se permite hacer, con la yapa de que para ello se vale de la delación de un niño a un par.
"Yo estudiaba por obligación, por miedo, a mí no me interesaba nada de lo que me enseñaban".
Suena el teléfono y hay que atenderlo. ¿Cuánto se hace desde la docencia para que no se reproduzcan los alumnos como Sánchez? ¿O es que cuando no se construye el aprendizaje significativo también profesores y maestros hacen el práctico de creatividad con las excusas como eje?
Antes de que alguien sentencie que no es Beto Sánchez el único "comunista", vaya un apunte: las obligaciones son inevitables, por lo cual tiene sentido que la escuela las incluya. Pero no es lo mismo obedecer lo que se rotula caprichoso que aquello que se aprende a apreciar por su valía, directa o indirecta.
PD: Pepe Soriano y China Zorrilla, actorazos que encarnan a Sánchez y a
la maestra, necesitaron cumplir normas artísticas para brillar.