13/1/19

Huellas de amor y barbarie
El maestro Antoni Benaiges demostró que el amor es más fuerte mucho antes de la película y del nacimiento de Tanguito.
Español, docente, soñador, instó a sus estudiantes de primaria a imaginar el mar y a escribir al respecto. Consciente del valor de la expresión, empleó la imprenta para distribuir esas publicaciones e intercambiarlas con las que recibía de otras escuelas.
Trabajó para expandir los horizontes de los niños, acaso desde la convicción de que eso los haría más libres y construiría un mejor país.
En julio de 1936, según se lee en una exposición del museo naval de Barcelona, fue detenido y torturado. Lo asesinaron y quemaron sus obras, además de organizar una fogata con los cuadernos que encontraron en casas vecinas, a cuyos moradores preguntaron quiénes eran amigos de Benaiges.
Los que perpetraron el atentado contra la educación y le arrancaron los dientes al maestro antes de matarlo tuvieron sus décadas de poder antes de partir.
El legado del pobre Benaiges, enterrado con tantos más en fosas sin identificación, ha trascendido décadas y fronteras.
Plan universal
Ánimo, Barza!". Lo grita un joven asiático que lleva extendida una bandera de uno por uno y medio. Camina de la parada del metro de la Facultad de Biología al estadio Camp Nou. Como él, otros veinteañeros, adultos, niños, despacio y por varias calles confluyen en el deseo de ver jugar al Barcelona. Un padre con dos nenes, uno de los cuales tiene una bandera de Uruguay, posa para la foto que su pareja saca en el acceso 19.
Faltan dos horas, algo menos, para el comienzo del partido contra Eibar. No hay aglomeraciones, todos van despacio, con bufandas y camisetas blaugranas. En los puestos de venta, el "10 Messi" es lo que más se ve. Los hay oficiales en el interior y en las veredas.
Llegar a las boleterías es sencillo, no así conseguir el ticket más barato, de 29 euros; el siguiente cotiza a 44.
Hay quienes ofrecen boletos a 60, otros avisan que el precio original es de 65, pero que al ser invitaciones los pueden dejar en 30.
Una bicoca si se compara con los 21 euros que sale un pancho con papas fritas y cerveza en uno de los comedores del Camp Nou.
Se acerca la hora y a los chinos y japoneses se suman indios, ingleses (al menos, un cuarto de los asistentes son extranjeros) e hinchas llegados en colectivos de las peñas de Girona y Lleida.
Es domingo a la tarde. Con Messi, Luis Suárez y Rakitic, entre otros, nacerá un partido de fútbol. No en vano a uno de los lados del estadio hay una maternidad.

3/1/19

Horas de miércoles y amorosos lugares
"Para rodilla, para cabeza", ofrece una mujer tal vez china entre los pasajeros del tren Sarmiento. "Veneno para cucarachas", agrega. Quedaron atrás Villa Luro, Floresta, Caballito y cada vez está más cerca la estación final.
El tren no va lleno y el aire acondicionado alivia el calor, que se notará al bajar. Es una de las diferencias, otra es que del silencio cortado por la vendedora se pasa al ruido de los cientos de personas que bajan en Once. No porque se pongan a conversar; cada uno continúa con su música y demás usos del celular, pero tantos trancos presurosos se hacen oir.
Se ven casas de envío de dinero a India, Pakistán, Senegal, aparte destinos latinoamericanos. El café de los angelitos, las esculturas de atlantes que sostienen columnas de viejas edificaciones de la avenida Rivadavia, kioscos de flores y los locales de ropa son imágenes previas al asomo de la cúpula del Congreso, al colchón bajo el alero del teatro Liceo y a las torres de avenida De Mayo y Saenz Peña, vecinas de las del palacio Barolo, dominante en amarillo claro y verde, visibles entre árboles y farolas coloniales.
La identidad y la costumbre orientan al sur. Las columnas de la facultad de Medicina son mensajeras de la solidez del esfuerzo y de la belleza, igual que el parque Lezama y la pared de calle Almirante Brown que muestra en sobrerrelieve los conventillos y los negocios y viviendas de ladrillo y chapa que abundan detrás de la histórica Casa Amarilla.
No hay por aquí los grafitis de César Martucci que sí se veían en el oeste ddl Gran Buenos Aires. Sí se nota una bandera azul y oro en uno de los balcones de un edificio de departamentos. Los colores son cada vez más frecuentes. Zolezzi, Pinzón, Brandsen, Del Valle Iberlucea, combis blancas con turistas, complejo Pedro Pompilio, "Esto es Boca", el goleador Darío Benedetto que ilustra el mural de la agrupación Resurgimiento Boquense, la parrilla del Colo...
La Bombonera y sus cercanías, azul amarillo y azul que se aprecian desde varias cuadras y décadas.
Las veredas con escalones, desniveladas como el empedrado de algunas calles, el cuartel de Bomberos de La Boca, la avenida Patricios y la vuelta al centro.
Se escribe en segundos, ja. Demora bastante incluso llegar a la terminal de trenes de Constitución, cuyas arcadas ilustran un estilo y son vecinas del hospital Pedro Elizalde.
Barracas, Constitución, las dos torres de la iglesia, la autopista. Adoquines de San Telmo a la distancia, ya no bajo las zapatillas. Dos iglesias, una avenida y la próxima que debe ser Belgrano. Ilusión vana, falta otra.
Zona de obras sociales, veredas y calles angostas. Semáforo en rojo, dos cuadras más de trote y avenida Belgrano.
El café con leche y la medialuna en Rivadavia al 11.300 con vista a palmeras en la estación Liniers pertenecen a la memoria de la mañana. En presente, mediodía a 11 kilómetros.

Chaparrones, agua que se junta entre la calle y la vereda, pausa y vuelta a empezar. Aleros amigos ayudan a evitar la mojadura y a contemplar, por ejemplo, la cúpula del Barolo entre techos varios, la herrería artística en algunos balcones y la aparición de vendedores de paraguas a metros del obelisco.