13/1/19

Huellas de amor y barbarie
El maestro Antoni Benaiges demostró que el amor es más fuerte mucho antes de la película y del nacimiento de Tanguito.
Español, docente, soñador, instó a sus estudiantes de primaria a imaginar el mar y a escribir al respecto. Consciente del valor de la expresión, empleó la imprenta para distribuir esas publicaciones e intercambiarlas con las que recibía de otras escuelas.
Trabajó para expandir los horizontes de los niños, acaso desde la convicción de que eso los haría más libres y construiría un mejor país.
En julio de 1936, según se lee en una exposición del museo naval de Barcelona, fue detenido y torturado. Lo asesinaron y quemaron sus obras, además de organizar una fogata con los cuadernos que encontraron en casas vecinas, a cuyos moradores preguntaron quiénes eran amigos de Benaiges.
Los que perpetraron el atentado contra la educación y le arrancaron los dientes al maestro antes de matarlo tuvieron sus décadas de poder antes de partir.
El legado del pobre Benaiges, enterrado con tantos más en fosas sin identificación, ha trascendido décadas y fronteras.