Plan universal
"¡Ánimo, Barza!". Lo grita un joven asiático que lleva extendida una bandera de uno por uno y medio. Camina de la parada del metro de la Facultad de Biología al estadio Camp Nou. Como él, otros veinteañeros, adultos, niños, despacio y por varias calles confluyen en el deseo de ver jugar al Barcelona. Un padre con dos nenes, uno de los cuales tiene una bandera de Uruguay, posa para la foto que su pareja saca en el acceso 19.
Faltan dos horas, algo menos, para el comienzo del partido contra Eibar. No hay aglomeraciones, todos van despacio, con bufandas y camisetas blaugranas. En los puestos de venta, el "10 Messi" es lo que más se ve. Los hay oficiales en el interior y en las veredas.
Llegar a las boleterías es sencillo, no así conseguir el ticket más barato, de 29 euros; el siguiente cotiza a 44.
Hay quienes ofrecen boletos a 60, otros avisan que el precio original es de 65, pero que al ser invitaciones los pueden dejar en 30.
Una bicoca si se compara con los 21 euros que sale un pancho con papas fritas y cerveza en uno de los comedores del Camp Nou.
Se acerca la hora y a los chinos y japoneses se suman indios, ingleses (al menos, un cuarto de los asistentes son extranjeros) e hinchas llegados en colectivos de las peñas de Girona y Lleida.
Es domingo a la tarde. Con Messi, Luis Suárez y Rakitic, entre otros, nacerá un partido de fútbol. No en vano a uno de los lados del estadio hay una maternidad.