Sutileza en el dolor
Exponer todo es una tentación en la que medios de comunicación suelen caer. La pérdida de la delicadeza y la desconfianza en la aptitud de la audiencia para sobreentender se juntan y los resultados son obscenos.
No es el caso de David Douglas Duncan, quien recuerda que jamás mostró el rostro de un muerto y eso que vio unos cuantos en la Segunda Guerra Mundial. Respecto de una de sus fotografías, del saco que portaba un cadáver a punto de ser subido al avión que lo llevaría de regreso a su morada final, dice que allí veía el trágico alimento de un pájaro.
Es más o menos conocida la figura de pájaros mecánicos para referir a los aviones. No es tan común la observación de Duncan, que retrató a Pablo Picasso durante más de un año.
Cara limpieza
En la misma entrevista, Duncan cuenta que Picasso ordenaba sus cuadros en un desván según tamaños, independientemente de temáticas y años en que los pintara, y dejaba que se llenaran de polvillo pues sospechaba que eso los protegía de la decoloración.
El fotógrafo pensaba que el polvillo era mugre, por lo cual mientras Picasso dormía se puso a limpiar un autorretrato. El resultado fue que se desdibujó la carbonilla y que Duncan, en el almuerzo, no tenía ojos para mirar al artistan malagueño. Picasso, que llevaba meses compartiendo su casa estudio con él, le preguntó qué le sucedía.
El alivio llegó para Duncan cuando Picasso, tras oir el relato, subió y descartó de una patada su autorretrato, sin comentarios ni reproches.