12/3/19

Fuera de aquí
La revista Un Caño, en su nota "La fotoperiodista en el tejado", convida a pensar qué implica la noción de género y a volver sobre el abismo que suele haber entre lo legal y lo legítimo. Asumida como la expectativa de rol que una cultura asigna a la persona en función de su sexo, en algunos lugares entraña libertad de acción para todos mientras que en otros conlleva discriminación.
El artículo indica que "la vida de una mujer vale, para la ley iraní, literalmente la mitad que la de un hombre.  La indemnización que debe pagar un automovilista que provoca un homicidio involuntario es del doble en el caso de que la víctima sea hombre". Recuerda que para la mujer "el velo es obligatorio en la vía pública". Ya no se le pegan 74 latigazos a quien no lo lleva, tal lo sucedido hasta 1997; hoy "el castigo se limita a una advertencia, aunque la ley eventualmente admite pena de prisión que va de diez días a dos meses".
El título del texto remite a que una mujer que desee tomar fotos de un partido de fútbol debe hacerlo desde un lugar vecino pues le está prohibido ingresar en los estadios. Para negar el acceso se aduce la voluntad de proteger a la mujer del vocabulario inadecuado de los hinchas.
Curioso sistema jurídico: el hombre puede ofender de palabra y nada le sucede; la mujer muestra su cabello y marcha presa. Al cabo, consonante con una ley que fija el valor de la vida femenina en la mitad que la masculina. En nombre de una protección, a la mujer se la priva de ver un espectáculo deportivo que ampliaría su capital cultural y experiencia de vida, claro que la protección se aparta de un manotazo cuando a la mujer se le ocurre exponer su cabellera.
¿Es legítimo? Si lo legítimo es aquello que guarda correspondencia con la declaración universal de los Derechos Humanos, por supuesto que no. Sí es legal, toda vez que así lo estipula el sistema normativo iraní.
Tamaña discriminación directa -explícita- emanada desde el control social formal de una nación socializa como para que el precepto cultural sea claro, los roles se bifurquen y el hombre ejerza el poder que la mujer acepta con sumisión.