Indecencias
Se sabe que muchas canalladas no reciben castigo legal. Igual es bueno recordarlo.
Si alguien roba billeteras y celulares en un colectivo y lo descubre
un policía, es probable que al menos pase unas horas en una comisaría.
Si otro mete algunos billetes en la caja registradora y otros en su
propio bolsillo, también.
Sin necesidad de obrar a escondidas, hay
deportistas de élite que cobran cerca de un millón de euros por mes
aunque al mundo le resulta evidente que no los merecen. Es el caso de
Gareth Bale en Real Madrid. Se atrinchera en el club aunque sabe que el
entrenador no lo quiere tras una temporada en la que jugó a desgano y
mal, por no hablar de sus crónicas lesiones musculares de hace seis
años.
Bale, como el 99 por ciento de los futbolistas, conoce cuánto ha dado y
si merece lo que recibe. Su sentido de pertenencia hacia el Real Madrid
se grafica en que al cabo de seis años en el club apenas si habla
español. Aprendió lo suficiente para quejarse si el entrenador lo sienta
en el banco de suplentes y pedirle a su representante que le consiga
algún equipo dispuesto a pagarle 12 millones de euros al año, lo cual en
función de sus recientes prestaciones equivale a reclamar un invierno
caluroso en la Antártida. Si ese club no aparece, Bale continúa como un
okupa legal, amparado por un contrato entre cuyas cláusulas no figura la
decencia.
El galés fue un extraordinario jugador, protagonista de logros entre cuyos
principales figuran 4 títulos de Champions League (copa Libertadores
europea), 4 mundiales de clubes y una liga local en el Real Madrid.
Cobró fortunas por cada temporada, acaso se creyó el mejor y, tras la
partida de Cristiano Ronaldo, estuvo lejísimo de demostrarlo. Lo sabe.
No obstante, se empecina en continuar cobrando según lo firmado, no de
acuerdo con sus méritos. Por supuesto, la ley lo ampara.
Pero su proceder no es muy distinto al del ladronzuelo de celulares y billeteras o al deshonesto cajero de un café.
Aire puro
¿Qué sentido tiene criticar al multimillonario Gareth Bale? Al cabo, por
mucho que le saque a Real Madrid sin darle fútbol a cambio, no podrá
quebrar a un club que es una máquina de facturar.
Bale no será el primero ni el único que atienda más su cuenta bancaria que su decoro.
Con todo, importa denunciar actitudes como la suya. No hace falta ser carterista para tomar lo ajeno.
También en España, y a años luz del poderío económico de Bale, Mario Kempes
rechazó lo que podría haber cobrado. En El Gráfico del 1 de abril de
1997, cuenta que a poco de asumirlo abandonó el cargo de ayudante de
Héctor Núñez en el club Valencia pues "me pagaban por no hacer nada y yo
no soy capaz de robarle la plata a nadie".
Este año se vota en
Argentina. No hace falta un traje a rayas para ser indecente. Ni ser
millonario para ser honesto. Es importante recordarlo.