Que les garúe fino, millonarios
Pagar
menos que otros en el fútbol híperprofesional entraña el riesgo de
quedarse sin grandes figuras. Pagar más no garantiza generar sentido de
pertenencia ni esfuerzo sin tregua para defender una camiseta.
En
1984, ocho jugadores se fueron de Boca libres por falta de pago y en
los dos siguientes años Boca se tuvo que arreglar con planteles sin
brillo. Dado que obtener campeonatos era una quimera, se festejaba
acceder a liguillas para la copa Libertadores, logro mayúsculo en
función de las carencias económicas. Además, si se las ganaba, como en
1986 tras caer 0-2 en la Bombonera y vencer 4-1 de visitante a Ñuls al
cabo de ir perdiendo 1-0 hasta los 41 minutos, el triunfo era a lo Boca y
la historia, honrada aun en la estrechez económica.
Cobra
un sueldo millonario en dólares, tanto que se burla de adversarios
diciéndoles que los puede comprar para que jueguen en el patio de su
casa.
No necesita ir a Europa o volver a México para garantizar el futuro de sus descendientes.
Sin
embargo, Darío Benedetto, delantero de Boca que lejos está del que tres
años atrás le prestó al club un kilo de dólares para que su
transferencia se hiciera, parece que se va.
¿Adónde? A Olympique de Marsella, club de segundo orden en el Viejo Continente.
Acaso
haya aprendido de Carlos Tevez, otro que en el nombre de la familia se
fue del xeneize (al cabo de años de ingresos multimillonarios en Brasil,
Inglaterra e Italia) a ¡China!
Tevez
y Benedetto, ni hablar Gago, célebre cobrador de fortunas a cambio de
muy salteadas prestaciones (Riquelme donaba sueldos si se lesionaba),
ejemplifican qué es el amor a la camiseta para muchos futbolistas del
siglo 21. Ilustran la sociedad líquida de la que habla Zygmunt Bauman.
Son capaces de entregarse... hasta que el ídolo dinero tiente mejor.
Aman el fútbol de grandes emociones hasta que aparece una oferta para ir
a una competencia menor.
Lo peor es qur Benedetto y
Tevez han sido referentes de Boca. Millonarios en sus cuentas, no en su
sangre amateur para seguir ahí donde dicen que está su corazón, ayudan a
explicar por qué este Boca sin deudas no gana mucho más que el
empobrecido de mediados de los ochenta