Tejedores de arte, emociones y pensamientos en el PEAM
Adultos mayores entrelazan reflexiones y se toman un café
Fotos, arte textil, filosofía y café marcaron un atardecer de junio en
la casa del Programa Educativo de Adultos Mayores. Como parte de la
campaña de concientización contra el maltrato a quienes superaron por
varios años el medio siglo, hubo exposición de imágenes y palabras para
emocionarse y razonar sobre la vida cuando se está más cerca de la
muerte que de la cuna.
Gabriela Müller, coordinadora del PEAM, invitó a romper prejuicios -a
menudo construidos desde la academia- según los cuales la filosofía es
ardua y tediosa. "El conocimiento aburre si está desconectado de la
vida", dijo y señaló que cuando está encaminado como arte "pone en juego
nuestra creatividad".
La responsable del PEAM resaltó la importancia de expresarse, sea
mediante un telar, un abrazo, una foto o una torta, por cuanto "hay
sensaciones, vivencias, conmociones en nuestro interior que pujan para
nacer". Continuó citando a un filósofo del siglo 20 para avisar que
cuando el cúmulo interior "puja fuerte a veces nos produce la depre,
como le decimos, angustia. Ahora bien, también nos genera una motivación
para hacer obras" que bien pueden ser "objetos de arte".
Entre diferentes artes, la de morir mejor, tal la referencia a Umberto
Eco que compartieron estudiantes de Filosofía, quienes valoraron "la
belleza de crecer y madurar" y la vida como "maravillosa acumulación de
saber".
¿Qué pasa si ese saber no se aprovecha?
-No transmitir experiencia es como quemar la biblioteca de Alejandría
-sostuvieron y añadieron que la muerte no elimina legados, prueba de lo
cual es que "Rafael dejó su manera de pintar" y que de su obra abrevaron
"Manet y Picasso".
"¿Si yo no soy Manet ni Picasso?", tal vez haya pensado quien ni sabe
pintar. Igual se puede dejar mucho y bueno, ilustraron alumnas de
Filosofía del PEAM. Por ejemplo, en la huella de sobremesas, de
canciones tarareadas y otras acciones que siguen "dejando mensajes en
las botellas del alma de los que vengan después".
Entre los parroquianos del café PEAM estuvo Raquel Cuesta, docente de
Diseño textil. Planteó la conveniencia de indagar "qué me dice la obra y
qué le digo yo" y adelantó que su taller iniciar piezas artísticas y
desde la filosofía se construirán textos para interpretarlas.
Llegar a las obras es complejo. Como lo destacó una de las estudiantes
de Diseño textil, suelen ser necesarios "muchos días para aprender",
días en los que no salen las cosas" y resulta clave refrescar los dichos
de la profesora: "No dejen a la segunda clase".
Perseverar puede dar origen a preciosos tapices, realizaciones en
macramé o la capacidad para "ser muy feliz a los 70 años con todo lo que
me ha pasado".
"Todo lo que me ha pasado", esbozó una alumna del PEAM. Vaya si lo saben
Estela Zogbe y sus estudiantes de Fotografía, quienes han retratado a
hombres y mujeres que van de un lado a otro, duermen por ahí, paran en
esquinas y, aun sin ser Tita Merello, se preguntan "dónde hay un mango,
viejo Gómez". Los rostros miran desde las paredes internas de la casa
universitaria de los adultos mayores. Algunos sonríen, acaso contentos
más allá del frío, las muletas perpetuas, la escasa venta de bolsas de
residuos, acaso porque alguien los ha mirado, porque les ha dedicado
tiempo y respeto. Distinto del menú de tantos hombres que, como resumió
Gabriela Müller, ilustran el ansia devoradora que clausura al otro sea
por medio de "manipulación ideológica" o con frases breves y lesivas del
tipo de "no hablés, no tenés nada importante que decir".
"Pienso en mi abuela Delicia, también mi madre, todo lo que nos
enseñaron". El desafío, siguió indicando una de las alumnas de Filosofía
del PEAM, es "plasmar todo en el arte", para lo cual es valioso
"trabajar desde las emociones", como sugirió Raquel Cuesta, profesora de
Mosaiquismo.
Lejos del estereotipo que pretende que todo lo pasado era mejor o que
los viejos son buenos y los jóvenes, villanos, una alumna de Diseño
textil estimó que la lejanía de muchos hijos a sus padres adultos
mayores bien puede fundarse en cómo se educa a los menores.
"Si nosotros mismos decimos 'llevame a un geriátrico', si nos
consideramos una carga para nuestros hijos, si nos discriminamos,
¿entonces qué podemos esperar de los otros?".
También se oyó esta voz: "Si tengo 85 años, estoy en silla de ruedas y
soy un peso para los demás, yo prefiero ir a un geriátrico".
La decisión aflora en un "marco cultural que discrimina, sea por edad,
religión u otros motivos", aseveró una estudiante de Filosofía.
Los jarritos de café se vaciaban, los bizcochos con grasa y las
minifacturas empezaban a terminarse. Las ganas de dialogar respecto de
adultez mayor y artes vitales crecían. "El envejecimiento es lindo",
opinó una de las alumnas de Filosofía. Hay que "tomar las herramientas
disponibles y aceptar lo que podemos hacer", lejos de quimeras como
ganar la maratón de los dos años o leer la letra chica sin lentes. Y si
la sociedad propone sacar del medio a los mayores, "amarse a uno mismo".
El espíritu autocrítico se sentó a la mesa y habló con voz de mujer: "A
veces mi hijo me dice 'vos no querés que te lleve al geriátrico, pero
¿por qué me llevaste tantos años al jardín de infantes?".
Cuentas que no siempre se saldan entre compromisos laborales y
familiares y climas de época en los que -apuntó una estudiante- se
fogonea la sensación de que el adulto mayor es un discapacitado fueron
parte del atardecer en el PEAM.
"Se siente el maltrato a los adultos mayores", observó una estudiante.
Acotó que pasan "cosas feas" en hogares para ancianos, entre ellas
familias que no visitan a "quienes han dado toda la vida por ellos". Por
eso, recordó Müller, importa tener presente que se puede denunciar
"abandono de persona" en caso de que alguien se despoje de un viejo como
quien empieza a sacar papeles de un estante.
Es ésta la vivencia de muchos que habitan "en el silencio, sin la
capacidad de hablar", tal lo expresó la docente. Son quienes rumian su
malestar y no lo comparten con pares que podrían ayudarlos. Será por eso
que, tal la cita de una alumna admiradora de la vitalidad de Héctor
Otegui, "hay médicos que recomiendan ir al PEAM". Un espacio donde se
percibe que "los adultos mayores son capaces de hacer obras de arte" que
toman la forma de fotos de espléndida técnica, tramas de exquisita
prolijidad o la universal consistente en dar lo mejor de sí.