Si el movimiento se demuestra andando, la ética se pone en juego en los hechos.
En una clase, la consigna era la reflexión acerca de conceptos como valores y sus jerarquías, derechos, contexto de las decisiones y consecuencias de los actos, el fin y los medios. Alumnos de segundo año recibieron estas tres situaciones para ir viendo lo que son los dilemas.
a) Un estudiante rinde mal la materia por la que puede quedarse de año. El docente sabe que no se preocupó jamás por aprender ni aprobar. También es conciente de que los padres del niño le pegan alevosamente cada vez que rinde mal.
b) Un joven de 20 años, desempleado y hambriento, roba un kilo de pan de un negocio. Para lograrlo, golpea a la señora de 70 años lo atiende. El juez que debe dar su veredicto sabe que, si llega a la cárcel, lo menos que le harán al joven será atacarlo a mansalva todos los días.
c) Un sacerdote dirige un colegio religioso distante 100 kilómetros de pésimo camino del pueblo más cercano. Agotó la búsqueda de fondos y nada. Un narcotraficante le ofrece ayuda económica para que los chicos no pierdan el año.
Los estudiantes tenían que ser el docente, el juez y el sacerdote en los respectivos casos.
Una síntesis de sus elaboraciones, a continuación:
Para el estudiante que está a punto de repetir: “Lo aprobaría porque si no los padres le van a pegar pero le digo que no lo haga más. ‘Esta vez lo hice para darte una oportunidad aunque no te lo merecías. Ponete las pilas y estudiá porque alguna vez te va a tocar otra maestra y no te va a perdonar y tus padres te van a pegar. Además, si no lo apruebo los padres le van a pegar y es más importante la vida que el aprendizaje. Por otra parte, si le pegan, el chico va a aprender por un medio no adecuado” (Marcos Palazzo). “Yo lo desaprobaría pero lo ayudaría con los padres. Llamo a un juez para que ayude al chico y les enseñe a los padres que la violencia no sirve. Para mí, la vida es más importante que el estudio”.
Para el caso del joven que robó: “Yo no lo mandaría a la cárcel porque lo maltratarían más que él a la señora. Lo mandaría a hacer trabajos comunitarios” (Paula Ghelfi). “Lo dejaría en libertad condicional y lo haría trabajar en la panadería hasta pagar los daños, aprenda a tener una buena vida trabajando y consiguiendo todo de forma legal (Marcos Carrera). “Lo dejaría en libertad condicional y le daría un empleo, pero si hace cualquier cosa contra la ley lo mandaría a la cárcel por más tiempo. El problema que tuvo no volvería a pasar si tuviera trabajo” (Tomás Jerabek). “El reaccionó mal, primero pegándole y después robando, pero fue un impulso, a lo mejor no lo quiso hacer. Se tendría que controlar y pensar las consecuencias. Aunque sea una falta de respeto y abuso, no lo mandaría a la cárcel; lo mandaría a hacer trabajos u otras cosas”.
Para el caso del sacerdote al que un narcotraficante le ofrece el dinero para la educación de los chicos: “No aceptaría la plata porque el fin (enseñarles a los chicos) no justifica los medios (aceptar plata de un narco). Yo buscaría otra forma de enseñarles a los chicos y los concientizaría de que no tomen droga porque les hace mal y les hace dañar a gente” (Marcos Palazzo).
Estas y otras respuestas de los estudiantes ponen de relieve pensamiento y creatividad, condiciones básicas para las elecciones saludables en las muchas situaciones de la vida que vienen sin el manual.