2/12/12

Te lo perdiste

Era la primera comunión de la hija de un gran amigo. A la fiesta estaba invitada Myrna, compañera en el centro de televentas. Bautista los sentó a la misma mesa.
El trabajo se metió apenas en la cena, apenas para recordar clientes pesados y cómo llegaban temprano no porque la empresa pagara presentismo sino para sentarse en la silla de mejor respaldo.
Una conversación agradable, esperanzadora para Esteban, que gustaba de Myrna desde varios meses antes de que ella terminase su último noviazgo.
A los dos les gustaba el jazz y cada tanto sonaba jazz.  
El vino era rico.
Antes del corte de la torta, Esteban fue al baño. Mateo le iba a preguntar si estaba bien cuando de repente lo tuvo que atajar; evitó que se rompieran la cabeza de su amigo y el lavabo.
A las dos de la tarde siguiente, Esteban quiso salir de su casa. No tenía las llaves. Vio el canasto de la ropa sucia y le costó creerle a Mateo, que le juró que no le había vomitado el auto. Se enteró de que su ahijado le dijo al papá "Esteban camina arrastrando los pies y vos no le decís nada". Supo que Bautista lo acompañó en el auto, se quedó un rato en su casa, cerró y a la vuelta escuchó a su esposa reclamarle: "Tu hija se durmió, mirá cómo le quedó el vestido, ¿ahora qué fotos sacamos?".
El disc jockey pasó "Río de luna", la canción durante la cual pensaba invitar a Myrna a tomar un café.