Esas cosas de la justicia
"Igualdad ante la ley" es una de esas expresiones a las que muchos adultos miramos con fastidio por las pruebas en contra que la vida nos ha mostrado.
El New York Times informa que este mes, una jueza en Texas ordenó a un adolescente de 16 años, que mató a cuatro personas por manejar borracho, empezar rehabilitación como parte de diez años de libertad condicional. El fallo no condena a prisión.
Un dato llamativo es que la defensa adujo que el muchacho padece "affluenza", que según explican la nota y Wikipedia es el mal del chico mimado: haber nacido en cuna de oro, tenido una educación privilegiada, entre otros factores, provoca insatisfacción y atrofia el juicio.
La decisión de la jueza ha causado fastidio en los muchos que consideran que una persona pobre habría sido enviada a la cárcel.
La pregunta que se plantea el artículo es hasta qué punto las circunstancias de vida afectan las sentencias judiciales.
¿Atenuante o excusa?
El columnista Alan Dershowitz, docente y autor del libro "The abuse excuse", que podría traducirse como "La disculpa del abuso", recopila en su obra argumentos de defensas en juicio que van del "síndrome de alienación parental", "síndrome de estrés premenstrual", "síndrome de quien sobrevive al Holocaustro" al "síndrome del Super Bowl".
Afirma que no hay duda de que el mismo acto criminal puede conllevar diferentes niveles de culpabilidad dependiendo de las circunstancias del acusado. No da igual la muerte que ejecuta un sicario que la ocasionada por una mujer que ha sido repetidamente golpeada por su marido. Señala que dejar que el castigo se ajuste al delito, sin considerar las circunstancias que le dieron lugar, sería inmoral bajo estos hechos extremos.
Dershowitz se pregunta: ¿Qué pasa con el caso más típico en el cual la persona asevera que su crianza contribuyó a su criminalidad y debería mitigar su castigo? Plantea que el peso de la justicia debe hacerse notar pues se espera que todos los ciudadanos ejerzan control sobre sus impulsos. Hace un añadido interesante: si el pobre y el rico quieren ser valorados iguales ante la ley, tenemos el derecho de demandar que igualmente obedezcan la ley, aun cuando las presiones para hacerlo puedan variar de un individuo a otro.
Aspecto conveniente
El sociólogo Erving Goffman habla en el libro La Presentación de la Persona en la Vida Cotidiana de la cara y el escenario. La memoria y Wikipedia se articulan para consignar que nuestras interacciones se llevan a cabo en distintos escenarios y que nos arropamos según la utilidad. Para recibir un subsidio alguien se vestirá harapiento, para acceder a un trabajo de recepcionista escogerá las mejores prendas.
Ante la justicia, el pibe de 16 años de una clase social que le permie cubrir sus necesidades básicas, acceder a fuentes variadas de conocimiento y compartir sus bienes es vestido por su defensa como un niño que padece, se angustia y mata a otros en su naufragio alcohólico. ¿Está mal que el abogado defensor muestre tal aspecto del muchacho? La palabra habla: su misión es salvarlo de una condena.
¿Está bien que la jueza compre este relato que, por cierto, no agota la historia del adolescente?
La justicia debe ser ciega, no idiota.
¿La jueza hubiera valorado de la misma manera a un chico pobre?
La justicia debe ser ecuánime, a ver si algún día la frase "igualdad ante la ley" deja de sonarnos a mentira.