Amorosa convicción
Hay gestos maravillosos. Empiezan por buenos deseos y terminan en actos memorables. Dan cuenta de valentía, necesaria para sobreponerse a la presión de un colectivo peligroso. En su edición del 18 de febrero de 2015, The Washington Post informa que "un grupo de musulmanes en Noruega planea formar un 'anillo de paz' alrededor de una sinagoga en Oslo el sábado".
Si alguien quiere bajarle el precio a la acción puede decir maliciosamente: "Van porque deben saber que los extremistas del Estado Islámico no piensan bombardear esa sinagoga".
Si se escoge admirar la decisión, cabe pensarlo -salvando las distancias- de este modo: son hinchas que, con la paz como valor fundante, prefieren enfrentarse con los fanáticos de su mismo club a mirar indiferentes cómo destruyen un estadio ajeno.
Acaso para evitar que ganen terreno estereotipos ligados a su religión, los musulmanes que constituirán un escudo protector de una sinagoga en Oslo recuerdan en su convocatoria vía Facebook que "el Islam" procura "proteger a los hermanos y hermanas, al margen de a qué religión pertenezcan". Conlleva "elevarse sobre el odio y nunca hundirse al mismo nivel de los que odian". "El Islam", agregan, tiene que ver con "defendernos unos a otros. Los musulmanes queremos mostrar que deploramos profundamente todos los tipos de odio a los judíos y que estaremos ahí para apoyarlos".