Por Paula Cendoya, estudiante del Colegio San Ignacio
Alguien dijo hace un largo tiempo que una persona no puede vivir por sí sola, necesita de la sociedad. Y como la gente necesita ser parte de una sociedad, necesitarán estar juntos y vivir en paz, con todas sus diferencias.
No es fácil. Cuando niños, tener que jugar con otro chico al que le gusta un pasatiempo distinto probablemente termine en una pelea. En la adolescencia, tener que escuchar música que odiás pero les gusta a tus amigos, más aun si no son tus amigos. Con el paso del tiempo, se hará difícil soportar al amigo si la música es lo único de lo que se habla. Por eso aquí tenemos dos opciones, ya sea dejar de hablar de música y encontrar algún otro tema en común o ser mutuamente más distantes hasta que ya no sea "amigos" sino "conocidos". El asunto de la música no es un gran problema, al menos en la adultez. Intuyo que a medida que la gente crece, también lo hace su capital cultural. Y con ello, la probabilidad de tener diferencias culturales más fuertes.
La cuestión más común que leo en los medios y de la cual escucho hablar a los adultos es la religión. Las creencias y valores que determinarán o afectarán su comportamiento en la sociedad.
Hay muchos tipos de religión y estoy segura de que no todos nosotros los conocemos a todos. Pero si tenemos en cuenta las más nombradas en la radio, haciendo algunas excepciones, están en guerra. Y por guerra no quiero significar solo las batallas con armas o el asesinato de gente inocente, sino la guerra mental. Los pensamientos que muchas personas tienen respecto de otras religiones, pero no expresan en voz alta por numerosas razones.
Una de estas razones puede ser el miedo, caso en el cual estaríamos hablando de autocensura. En otros casos es simplemente respeto, no decir lo que pensás de otras religiones en un cierto contexto porque sabés que podés ofender a alguien. En el segundo caso, si la cosa en la que estás en desacuerdo es un hecho menor, tal como la forma de vestir o el número de dioses, podés no decirla frente a otros para evitar una discusión que al final probablemente no cambiará la forma de pensar de nadie.
En cambio, si el punto de discusión incluye herir física y/o mentalmente a otra gente, podés no cuestionarlo en cualquier lugar o de cualquier modo, acaso tendrás que encontrar un contexto formal donde tu opinión al respecto realmente haga un cambio para mejor en vez de estimular las diferencias entre esas religiones.
Volviendo al ejemplo de la música de los adolescentes, donde tenemos las opciones de alejarnos de esa persona o aprender a llevarnos bien sin pelear, en cuestiones de religión no es tan simple. Primero, no tenemos la alternativa de autosegregarnos de todas las otras religiones porque en algún punto, con el paso del tiempo, vamos a conocer las distintas culturas. Y cuando esto suceda, los problemas y diferencias continuarán existiendo y serán todavía más grandes que antes, en la medida que las futuras sociedades puedan ser más etnocéntricas. Por lo tanto, la única opción que queda es aprender a relacionarnos sin pelear. Una de las primeras cosas que aprenden los hermanos cuando son pequeños. Es un proceso de aprendizaje vital que resulta mucho más fácil si hay amor. Una gran cantidad de gente dirá que no pueden amar a quien piensa y actúa distinto. Y ese es el problema, ¿cómo esperar que alguien cambie si uno no está dispuesto a aceptarlo a menos que sea como uno?
Somos todos humanos y, por ende, todos diferentes. Podemos tener más o menos cosas en común, pero tenemos que amarnos. No el tipo de amor en el cual a uno le gusta todo del prójimo, sino el amor que permite tratar de mantener un buen vínculo con el otro simplemente porque también es humano.
En Historia aprendemos que las peleas en muchos casos terminaron con peleas más grandes, por la imposición de poder y autoridad. O actualmente podemos ver por nosotros mismos que numerosos problemas son controlados por medio de advertencias, amenazas o pequeñas agresiones indirectas que en la mayoría de los casos no son tan indirectas. Estos "finales o controles" son apenas soluciones temporales que conducirán a las ya mencionadas guerras mentales. La gente puede sentir miedo, bronca, deseos de revancha, y en el futuro habrá una nueva guerra. Es un ciclo infinito que empezamos y necesitamos cerrar. Los bomberos no combatirán el fuego con fuego, por lo tanto nosotros no debemos afrontar las diferentes formas de pensar y actuar con una actitud etnocéntrica.