Legados de vida y justicia
Una mujer contra un sistema. Una madre frente a mil amenazas. Alguien que arriesga su vida a luchar por su hija y por quienes ama como si lo fueran. Susana Trimarco es protagonista de una verdadera gesta frente a la trata de personas. Encarna la capacidad de transformar dolor en acción y crea la Fundación María de los Angeles, que trabaja para liberar mujeres de redes que las esclavizan con fines de comercio sexual.
Movilizada por una perseverancia y templanza ejemplares, sobrellevó la absolución de los acusados por la desaparición de su hija.
No se rindió, ni clamó venganza. Continuó bregando por justicia y un año después, diciembre de 2013, recibió una caricia entre tantos cachetazos cuando la Corte Suprema de Tucumán revocó el fallo y consideró que había pruebas contundentes para declarar culpables a diez de los imputados.
Decir que con su obra se acaba la trata es mentir. Proclamar que su labor fue inútil, también.
La vida de Susana Trimarco, lejos de heroínas de película como La Mujer Maravilla, revela la sucesión de penurias por las que atraviesa alguien que cuenta con escasas ayudas frente a un poder corrupto sistémico. Tiene, por ello, semejanzas con otras mujeres que con todo derecho podrían haber llorado su dolor puertas adentro, pero resolvieron usar los pañuelos para cubrir sus cabezas en caminatas semanales por la Plaza de Mayo.
Madres unas y otras, en el mes de la mujer y a 39 años del golpe de Estado, ilustran la valentía hecha forma de vida ante los cultores de la destrucción.