Falacias sobre la privacidad
Hay quienes confunden defensa de la privacidad con engaño. Son los que enseguida reclaman: "Si no me das tu clave de correo es porque andás de trampa" o "si no me mandás una foto plano general de tu casa es porque estás con alguien". Quizás las sospechas sean fundadas, pero no por eso deja de ser un desatino considerar deshonesto lo que se desea mantener en reserva. Si no, habría que pensar que todos quienes vivimos en casas con paredes de ladrillo lo hacemos para ocultar una cocina de droga, un cuartito para la trata de personas o quién sabe qué otra actividad delictiva.
Al lado
Están los que se aferran al derecho a la privacidad para justificar su indiferencia o miedo a la denuncia. De la vivienda de al lado provienen gritos, ruidos de cadenazos, botellas que se estrellan contra la pared, entre otros.
"Ah, yo pensé que grababan un radioteatro", es uno de los latiguillos que excusan al vecino, cómodamente echado en el sillón frente al televisor. "Cada hogar es un mundo", es otro de los pretextos por los que se busca hacer de la casa contigua una nación cuya soberanía por nada del mundo se quiere vulnerar.
Atribuciones
Supongamos que Mirna Lemans es la reina de la sutileza, que mantiene la elegancia en televisión hasta cuando come un pancho que chorrea mostaza. Imaginemos que ama ser vista al punto de saludar y ofrecer autógrafos a las cámaras de control de tránsito. Disfruta con la exposición.
¿Da derecho esto de fotografiarla subrepticiamente mientras se limpia las manos en el mantel tras mancharse la camisa con el chimichurri del choripán? No, claro que no.
¿Y si vive subiendo a Facebook imágenes de este tipo? Tampoco. Si no, cualquiera tendría derecho de robarle dinero a una persona y dárselo a un pobre si ha visto que por lo común ella lo donaba.
Evaluación
De un diálogo con estudiantes del Programa Educativo de Adultos Mayores surgió esta lectura: a menudo se mira sin ver el derecho a la privacidad y se juzga que se ataca la privacidad cuando se espía por una ventana, se roba una foto, se lee un diario ajeno. Ahora bien, ¿qué pasa cuando se esparce un rumor relativo a la intimidad de alguien? La conclusión fue que también eso es romper la privacidad. La buena noticia es que el diálogo hizo consciente lo que la lengua tantas veces ejecuta automáticamente.