22/3/16

Fútbol, delito de multitudes
Las sociedades tienen la facultad de correr los límites de la ciencia ficción. En un lugar donde la diversidad es norma resulta inverosímil la disputa de un partido de fútbol entre cascotazos, ataques con gas pimienta e hinchas de un solo equipo.
En un contexto en el cual la violencia se ha institucionalizado la postal no es fantástica sino cotidiana.
¿Qué nos pasó, Manfredi? -preguntó desolado Leopoldo, el ludópata encarnado por Alfredo Alcón en la serie Vulnerables, a uno de sus compañeros de póker, detenido por la acusación de un traidor que solía jugar con ellos a los naipes en el garito.
¿Qué nos pasó, Argentina? -cabe interrogar frente a la ya endémica intolerancia de nuestro fútbol.
Por estas horas, el plantel de Sarmiento vuelve a Junín llevando a cuestas no solamente la derrota ante Rosario Central que lo mantiene hundido en el descenso sino también el disgusto de haber sufrido la coerción de la barra brava, a la cual le respondió a los golpes.
El hecho registra antecedentes. En 1988, días antes de que venciera a Racing en la final de la Liguilla y clasificara así a la Copa Libertadores, hubo un ida y vuelta entre el plantel de San Lorenzo y barras del club que dejó al entonces entrenador Héctor Veira con intenso dolor en las costillas. En 1981, el núcleo rapaz de la hinchada de Boca entró en La Candela, donde concentraba el equipo, y a punta de pistola pidió la obtención del campeonato Metropolitano. En 1993, semanas después de la coronación xeneize por el Apertura de 1992, un barrabrava de River le lanzó al técnico Daniel Passarella un puñal que por centímetros no se le clavó en la cabeza. ¿Supuesto motivo? No aportar dinero para la manutención de los malvivientes.
En 2013, un hincha de Racing es hallado muerto en la pileta de la subsede del club en Villa del Parque, ciudad de Buenos Aires. Su deceso no fue por causas naturales.
En 2014, en el predio de Villa Dominico, aparecen perros muertos colgados, en un macabro gesto de disconformidad de la barra de Independiente ante el rendimiento de los futbolistas durante el torneo que El Rojo pasó en el Nacional B.
El traidor en Vulnerables no era el único culpable de que las partidas de póker se hubieran transformado en un toma y daca con dinero de por medio, así como los barras no son los responsables monopólicos de la violencia en el principal deporte argentino.
Repasar hechos como los precitados de los cinco grandes conllevaría una nota inacabable. A otros países, tamaña lista les luce apenas menos creíble que los hechos de la película "Star Wars". A nosotros, futboleros argentinos, nos resta esperar la próxima crónica futbolístico policial.

Fuentes: revista El Gráfico, diarios La Nación y Olé.