23/5/16

Sonidos del naufragio
Dos adultos mayores conversan en una mesa contigua de modo tal que no hay manera de evitar el aturdimiento. En ningún momento se piden repetición de frases, de modo que tamaña intensidad de voz se liga a la desubicación, no a la sordera.
Una mujer chista reiteradamente a un vasco de boina roja con dos prendedores. Quiere el diario que él tiene, pero no considera la opción "¿por favor, podría darme Puntal?". Más vale, que el otro se sienta un burro.
Acaso por problemas en la telefonía, un joven contesta a los gritos un llamado por celular. Con igual delicadeza, pronuncia: "Estoy contento, estoy con plata y no tuve que pasar por la aduana. Te quiero, mamuchi".
¿En qué momento nos olvidamos de que hay otros en el mundo?
¿Cuándo empezamos a confundir tosquedad con autenticidad?
¿Qué día nos empezamos a complacer en la vulgaridad?