7/5/16


Inmediatez fulminante
Algunos agradecimientos son agravios a la memoria. Una tribuna lateral del estadio de Quilmes lleva el nombre de su actual volante central, Rodrigo Braña. Nada de tributos a quienes se empeñaron económicamente por la grandeza de la institución. Tampoco un homenaje a José Yudica, entrenador campeón Metropolitano de 1978 -único título del club en Primera- y que lo guió para el ascenso a la A en 1981.
¿Merece elogios Braña? Sí. Decidió seguir en el club pese a que le deben más de cuatro salarios y recibió una oferta tentadora de Boca. Pero inmortalizarlo en una tribuna de un club centenario es demasiado. Salvo que, como es probable, su nombre sea borrado en unos meses, cuando el trono de lo inmediato lo ocupe otro monarca.

Banderita
Creer que ayer y mañana son palabras vanas no está mal para disfrutar hoy, claro que es en extremo perjudicial si implica desconocer causas de los hechos y consecuencias. Baste con recordar cómo termina -mea culpa- y más de una noche con numerosos vasos de cerveza y cuál fue su origen.
Hacer homenajes en vida es bueno. Pero de ahí a darle por un año la bandera al alumno de mejores notas en el último trimestre hay una distancia enorme. Que Rodrigo Braña, actual jugador de Quilmes, sea premiado con la imposición de su nombre para la tribuna de un club de más de 100 años es una bofetada al pasado. Y ya se sabe cómo suele ser el futuro de entidades así.