14/7/18

Ahora que bajó la marea
El Mundial está a punto de ser pasado. El técnico de la selección nacional, también.
La competencia quedará en la historia por varias razones, entre otras la lección de humildad a los poderosos Alemania, Argentina, España, Brasil: como decía el viejo sabio, "siempre hay alguien más vivo que uno", por mucho que se saque de la manga un proceso de años, al mejor futbolista, un invicto previo de 20 cotejos o el liderazgo indiscutido de las eliminatorias sudamericanas.
Rusia 2018 será recordado por haber sido el primero que aplicó el video para ayudar al referí y por haber deparado el milagro de Néstor Pitana cobrar bien cuatro partidos seguidos.
La copa marcó el triunfo de los equipos y la falibilidad de las estrellas: Cristiano Ronaldo deslumbró con 3 goles en el debut y se fue sin trascendencia alguna en octavos de final, tras fallar un penal en el último encuentro de la primera ronda. Lukaku se floreó contra Panamá y Túñez, y lució entregado a la falta de espacios frente a Francia en semifinales. Kane resurgió... en el partido por el tercer puesto. Lionel Messi fue carta de gol ante Nigeria, penal malogrado en el debut, invisible frente a Croacia y atinado en la eliminación en octavos. Neymar fue doblegado por los tres meses de parate por lesión y mezcló aciertos con deficiencias, encuadrados por sus recurrentes simulaciones.
Para el presente histórico deben quedar imágenes como la del vestuario limpio y el cartel de agradecimiento que dejó la selección japonesa al cabo de su derrota en octavos de final ante Bélgica. No importó que hubiera sido sobre la hora después de ir 2-0 arriba. No hubo adrenalina ni pulsaciones que sirvieran de excusa; tenían un compromiso con la caballerosidad deportivo y dieron la talla. Nada que ver con el insulto que le propina a un futbolista de Croacia durante la derrota el director técnico de Argentina.
La competencia desmintió el valor absoluto de la posesión de pelota. Alemania, España y Argentina golearon en el rubro, no en los arcos rivales, y se despidieron del Mundial antes que Uruguay, el equipo de Godín, zaguero central que fue clave para que su selección, que casi siempre maneja menos el balón que los contrarios, llegara a cuartos de final.
Menudo tema el de tener la pelota. Como otros, reveló el desastre que logra la adhesión irreflexiva a una consigna. De jugadores a periodistas, pasando por técnicos e hinchas, se dio en creer que dominar el balón es condición suficiente para la victoria. Tan ilógico como asumir que la fortuna hace a la salud. En realidad, quien no invierte dinero en medicina tal vez viva entre millones muchos menos años que quien se da cuenta de que la plata por sí sola no es saludable.
Se va el Mundial y se marcha Sampaoli de un cargo que casi no ejerció. Como es usual, no dejan su posición los dirigentes que lo eligieron y lo mantuvieron tras la humillación feudal que le hizo a un policía de tránsito al que acusó de ser pobre. Son los mismos, Claudio Tapia, Daniel Angelici y compañía, que no supieron, o no les importó, que desde la Asociación del Fútbol Argentino se publicara una guía para el macho criollo conquistador en Rusia.