Feliz fin de lunes, gente
En la clase de Lengua Castellana, Adrián Ramírez tenía que distinguir hecho de relatos. Con la ayuda de Julieta García, presentó esto:
Una mujer da clases en segundo grado de la única escuela de un pequeño pueblo.
Sobre esta base, cuatro periodistas escriben:
a) Laura les da clases a doce niños.
b) Laura educa a los niños del pueblo.
c) Laura forja el futuro del pueblo a través de la educación.
d) Laura forma a quien será responsable de la intendencia del pueblo.
Entre los lectores de los diarios hay opiniones dispares. Hay quienes creen que el mayor salario le corresponde a la Laura que educa a uno que habrá de ser intendente, acaso por confundir probabilidades con certezas y el valor intrínseco de una acción con situaciones extrínsecas a ella.
Algunos sostienen que las cuatro versiones de Laura han de recibir igual sueldo, toda vez que la acción es la misma.
En una de las mesas del café, en una donde no era justamente café lo que se tomaba, uno gritó:
-¡Si los sueldos dependen de los destinatarios de las acciones, entonces el régimen se parece más a una monarquía que a una democracia; en vez de galardonar logros se premian apellidos!
-Tiene razón el pariente -agregó Omar-. Yo no quiero vivir en un pueblo donde haya sueldos para hijos y suelditos para entenados. ¡Vamos todos al paro! -completó antes de su tercer fondo blanco de ginebra.
Alguien apuntó que una cosa es modelar plastilina y otra forjar el futuro del pueblo, por lo cual el ingreso más alto le corresponde a la versión c de Laura.
El intendente no se expidió públicamente, pero a sus allegados les comentó que la maestra mejor paga debe ser la que le da clases a su hijo.
No falta quien piensa que Laura le preparó una torta y un capuchino deliciosos al primer periodista que la entrevistó, de lo cual surgió la frase c, y que para cuando la fue a ver el cuarto periodista estaba cansada y al cabo de cinco minutos de entrevista y de dos de redacción apareció que ella da clases a doce niños, sin siquiera un dato contextual.