28/2/11

Cuarteto textual

Fabián González, tenaz en el pensamiento y la redacción, lleva cuatro platos en la bandeja. Buen apetito, lector.

¡¡¡Pienso. Luego existo!!!

Escúcheme usted del otro lado, pero piense, no se deje llevar por lo que le digo sólo porque le digo que lo haga; mejor no, no piense: crea. Sí, crea porque para escucharme tiene que creer que lo que le digo es cierto y que estoy en lo correcto: tiene que hacerlo. ¡Pero cuidado! Creer ciegamente puede ser peligroso, mejor piense ¿Quiero creer lo que dice este hombre? ¿Por qué atender las exhortaciones de un desconocido que me obliga a escucharlo? Porque a decir verdad, no se puede creer en algo que no se conoce sin pensarlo ni remotamente siquiera. O sí: verá usted, yo creo en Dios, pero a decir verdad no lo conozco. En fin, piense si puede usted creerme, hágalo, pero no me haga caso del todo; puedo equivocarme y - por ende - equivocarse usted también, y ese puede ser un problema.
Mejor escuche, y después si quiere lo piensa. O lo cree, si decide hacerlo.
Pero espere: ¿Cómo decidir, sin antes pensar en hacerlo? Vaya encrucijada: inexorablemente estará usted sujeto al discernimiento, incluso si elige creerme. ¿Qué puede hacer entonces? Al cabo de toda circunstancia se encontrará pensando, aunque no lo "crea". (Tamaña ironía, piénselo: usted creerá no estar pensando, pero seguramente habrá llegado a ese punto eligiendo no creer, pero para eso habrá pensado en alguna de las alternativas)
Así que en definitiva, mejor no me escuche, Piénseme, entiéndame como otro soliloquio en el laberíntico y cláustrico espacio de su mente, y Recuerde: aun cuando no piense (o imagine) lo estará haciendo: es probable que si algún día deje de hacerlo, tal vez ya no exista en este mundo: en ese caso, yo tampoco habré existido (al menos para usted), y jamás me hubiere escuchado. Así que por el bien de los dos, ¡¡¡Piense!!!!


No escondas tus ojos

No escondas tus ojos
en el frío cemento de la ciudad;
¿Cómo podría
la textura del horizonte, sin su presencia
juzgar altanero y precioso,
en la fugacidad de un instante atrapado?
Si ellos son lucero y luna,
si ellos son rubor
acentuando tu lozana y endiablada figura...

No escondas tus ojos
del murmullo sórdido de la ciudad
que en la noche despierta,
con celosa frugalidad, de almas tiernas e inocentes
a corromper con su maldad...
No escapes a ella, no te puede tocar:
lo bello y lo perverso,
nunca se llevaron tan mal...

No escondas tus ojos
de mi mirada animal:
solo buscan reencontrarse en la selva
de la que nace su instinto y abreva,
ese ardor criminal...
no escondas tus ojos, no de la ciudad:
son su fruta prohibida,
el gran pecado capital,
de la metrópoli infernal...

Y por mí, jamás los podrán alcanzar...


Definición extraída del Diccionario del Bohemio Ilustrado (ed 2010) Edit. Pájaros de tinta.


Poesía: (Lit.). 1: Dícese de la disciplina de los bohemios y los soñadores, que echa a volar rasantes los pájaros del sueño y la imaginación sobre la planicie inexplorada y virgen del papel. 2: Arte de soñar en el papel los sentimientos, frustraciones y anhelos del mundo, amasando la greda fantástica de la palabra y la rima. 3: Artesanal trabajo de escritura, fina orfebrería, refinado arte de engarzar con gracia y delicadeza versos y palabras, en la métrica y fantástica estructura de un poema (postrera joya del inspiradísimo trabajo bohemio).



Espíritu de resistencia

Sangra la roca su filosa verdad,
el agreste desierto la obliga a contar,
del silencio abnegado en la soledad...

Espíritu de resistencia entre los espacios de la eternidad,
su corazón se resiste a volverse arena...
y el sol no la podrá doblegar, metáfora de la vida actual...

Jamás conocerá lo perenne
la fugacidad, como no entenderá nunca
el hombre la eternidad...

(Atrapado entre cristales de lujo y vulgaridad)
Nunca conocerá la sencillez de vivir...
De persistir.

22/2/11

Reflexiones, recuerdos, relatos

Fabián González continúa escribiendo. En prosa y en verso, entrega materiales para la evocación, la agudeza, la autocrítica y la sensibilización.

Nativo
“Hay una mirada, escarcha en sus ojos, que atribula a mi corazón:
La calcárea defensa que ellos imponen no cesa, me piden que me vaya, que no los hiera… yo para ellos soy y no soy un extraño…porque en mis ojos confunde el ansia de conquista, que vieron “los antiguos” en el viejo hombre blanco: y esa mirada da miedo y da muerte, con el olvido y la pólvora, la indiferencia y el espanto.
El vuelo de su alma va dejando un rastro de sangre, mezclada con barro y con selva, con monte y Luna, y se escapa al filo de la noche, entre pesadillas ancestrales que se repiten incansables…
Ayer fue exterminado, hoy es marginado, pero siempre es él, su estirpe, la que sufre el vacío de las tierras y recursos, el desgarrador lamento de su madre Naturaleza…
Y se muere en silencio en el impenetrable Chaco, llora al lado del río en el Sur codiciado, ahoga su grito en medio de la soledad, en el vasto desierto, en la llanura, en el prado.
Y ESE QUE SE MUERE EN REPOSADA Y SECRETA AGONÍA, ESE ES NUESTRO NATIVO.”



Corazones

“Corazón de terciopelo,
amores de medio pelo
ensimismados
y cabrones,
perversos y aniñados…”

“Corazón de porcelana, juventud
baladí y lozana,
fulgores en la nieve,
en las mejillas rosadas,
ruborizadas por el calor de un encuentro…”

“Corazón de papel,
bohemio y soñador,
abrevado por la pluma de los besos y poemas,
la sangre en tinta
de amores trágicos y montaraces…”

“Corazones que se cuecen,
a las llamas de un amor,
al calor de las miradas,
ensopados en caricias,
ensalzados por los besos…”


Precipicios

"Los precipicios sólo existen en la letanía de la mente, cuando cansada, no quiere dar ese gran salto hacia la verdad que tanto anhela..."


Una golondrina

“En mis ojos una golondrina
es la última imagen de tu adiós,
cerca del otoño de tu amor… “

“Con su vuelo muere mi ilusión
y en el aire, las últimas palabras
que mi boca pronunció, aún enamorados.”

“Cae de a poco la noche
y tus ojos son un broche,
prendido al corazón”

“Es escarcha mi mirada,
retraída en la distancia…
en el gris de tu ausencia descarnada”

Coherentes en contexto

Adrián Ramírez tenía que imaginar expresiones absurdas. Apeló a la memoria de tantos ejemplares de la revista El Gráfico, con sus bellos Jugo de Fútbol, que solían proponer expresiones imposibles, y escribió:
-Nombre y apellido.
-Johnattan Rosendo Peralta Flores.
-Edad.
-23 años.
-¿Ocupación?
-Ando en el choreo.

Cadena nacional.
-Habla al país el masajista de Nueva Chicago.
“Señores televidentes, muy buenas noches. Acá se trata de anunciar que esto lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie. El número 5 no puede ser más Zárate y el 3 tiene que ser Rivarola. Y que por favor no nos dirija más Rattalino, que es buen árbitro pero con nosotros se equivoca mucho. Nada más. Gracias”.

-¿Por qué puso en el currículum que copió en el 64 por ciento de los parciales de la carrera?
-Porque me gusta la precisión.

-¿Me querés mucho?
-No, pero no encuentro otra.
-Me enamora tu sinceridad.

-Profesora, si no me pone un 10 la voy a denunciar al Consejo Académico que integro junto a los más vagos del curso.
-¿Y si le pongo un 9?
-Le regalo una entrada para la peña.
-Trato hecho.

Dar la nota sin papelones

Sobre la base de dos expresiones recurrentes –una más que otra- en las aulas, Juan Estivill y Matías Pispieiro, alumnos de segundo año del Colegio San Ignacio, presentaron estos párrafos en la hora de Formación Etica y Ciudadana:

“Yo pienso que es más maduro el que dice “No te pusieron un 2, te sacaste un 2” porque pone en juego la responsabilidad. Si no estudiás, no te podés enojar con el profesor”.

Juan también asoció el concepto de adscripción, según el cual se reciben premios o sanciones no por aciertos o faltas sino por una condición que la persona no puede cambiar. Para él, más de un estudiante siente que “le ponen un 2” porque no lo quieren sin reconocer que su rendimiento fue insuficiente.

La situación provista también incluía insultos por lo bajo al profesor. Juan dice al respecto que “el alumno le está faltando el respeto al profesor insultándolo de espaldas. Si tiene alguna duda, se la tendría que decir. Además, el alumno no está cumpliendo sus deberes”. Agrega que “el chico está prejuzgando al profesor (al pensar que lo desaprueba pues no lo quiere) y con eso cae en un disvalor, en este caso la venganza.

Matías coincide en que el estudiante se equivoca al insultar y que con ello tarde o temprano “va a ganar nada más que un reto o castigo y encima es culpa de él que no estudió”. Señala que hay “derecho a protestar pero no de esa manera. Aparte siempre tenés que respetar al profesor”. Si esto no sucede “le aplicarían el control social formal o informal. Si lo retan sería informal, pero si le ponen una detención sería formal”.

15/2/11

Gracias, don Jaim Etcheverry

"La tragedia educativa" es un libro esperanzador. Aunque el diagnóstico acerca de las aulas y claustros argentinos descorazona, la belleza con que está escrito da la pauta de todo lo que se puede lograr mediante la lectura, la reflexión y otras herramientas de trabajo intelectual.
El autor, Guillermo Jaim Etcheverry, apela a cifras sin por ello copiar y pegar tablas inmensas. Les agrega valor a los números porque los piensa. Conciente de que a los prejuicios se los puede vencer mediante información, compara datos acerca de rendimientos de estudiantes de escuelas públicas y privadas. Humilde, cita a quienes han pensado antes o mejor sin caer en un listado de aforismos. Conocedor del mundo en que vive, repara en los medios de comunicación masiva como fuente de socialización; capaz de sortear la comodidad de los estereotipos, refiere a ellos en sus versiones patéticas y respetables. Lejos del esnobismo, evita sinonimias entre tecnología y calidad. Persuasivo, consigue que se aprecie a la educación como una herramienta para enriquecer la existencia y no como la maldita sopa previa al helado.
Pruebas al canto:
-Cita a Umberto Eco, quien expresó en una entrevista televisiva: "Lo que tengo es curiosidad, necesidad de conocimiento, necesidad de ampliar mi propia vida, que es tan breve. Porque, a través del conocimiento, al morir se pueden haber vivido miles de vidas".
-De Sherry Tunkle dice no sólo que es "autora de textos fundamentales sobre la cultura contemporánea" sino que se da cuenta de que "nosotros construimos objetos y desarrollamos tecnologías, pero luego ellos, a su vez, nos dan forma a nosotros mismos".
-Recuerda a H. G. Wells, a cuyo juicio "la historia humana se está convirtiendo, cada día más, en una carrera entre la educación y el desastre", y agrega: "Sin educación, las personas son más vulnerables porque, como carecen del mundo interior que ella construye, quedan limitadas al espacio enrarecido de su experiencia cotidiana".
-Para quienes padecen con la presencia de intrusos al buen gusto en envíos televisivos de la tarde, el consuelo de estas palabras agudas: "El sólo hecho de poner ciertas conductas en el centro de la atención pública termina prestigiándolas. O, al menos, quitándoles la característica de condenables. Las luces de la televisión todo lo blanquean al hacernos familiares de quien nos visita cotidianamente en nuestra casa".
-Trascartón lanza esta pregunta: "¿Por qué razón las sociedades se preocupan tanto por consumir alimentos en buen estado, utilizar medicamentos seguros o mantener habitable el planeta y tan poco de los peligros que ocasiona el exhibir al lumpenaje como modelo de vida?"
-"El objetivo de la escuela no es la información. Es, en todo caso, lograr que los niños mediten sobre la información".
-"No pocas veces se aprende a hablar callando, escuchando, leyendo" (dedicado a todos quienes le piden "¡actividad práctica ya!" a las carreras de comunicación; entre decir pavadas al micrófono y hablar con sensatez suele ser necesario aprender unas cuantas materias de las denominadas teóricas).
-Jaim Etcheverry predica con el ejemplo y por eso en su libro también se lee a Clifford Stoll, para quien "no hay computadora que pueda enseñar lo que significa caminar por un bosque de pinos. La sensación no tiene sustitutos".

14/2/11

Al aire triste

Un niño está tirado en la vereda. Remera amarilla con vivos rojos. Ojos cerrados y boca abierta.

Dos cubanos llamaron a una ambulancia. También se detuvieron turistas que hablan en inglés.
-Ustedes lo tienen todo, no se entiende por qué pasa esto en este país –lamenta el cubano morocho-. Hace poco estuve en Bélgica y Holanda y tampoco vi algo así.
La conversación sigue en torno a niños en la calle, consumo de drogas y rol del Estado.
-¿Y qué pasa en Cuba si un padre no manda a sus hijos a la escuela?
-Va preso –es la respuesta que escucha el argentino.
El otro cubano vuelve a llamar e indica que está a dos cuadras de la Casa de Gobierno y frente a una estatua de Roca. Son las 4 y cuarto de un soleado sábado de febrero, por lo que nadie cree que el pibe esté disfrutando de la siesta. Algunos sospechan que duerme desde la noche.
-¿Cómo te llamás? ¿Tenés mamá, papá?
No se oye la contestación.
-¿Vivís acá? –le pregunta la médica. El nene asiente.

7/2/11

Como teclas de piano

Una película atrayente para abordar relaciones fraternales es “Los Fabulosos Baker Boys”. Jack y Frank Baker (Jeff y Beau Bridges, hermanos en la vida real) comparten el oficio aunque no el talento ni la actitud.

Jack sabe que toca mejor y lo dice. Frank no coincide.
Jack siente que el orgullo no se negocia. Frank también, pero le pone precio al orgullo por cuanto dar portazos es achicar la cartera de clientes.
Jack vive solo. Frank, con su esposa e hijos.
Jack se fastidia porque gana menos, pero dice que no cuando Frank le ofrece cobrar más haciéndose cargo de todas las tareas que él lleva adelante.
Susie Diamond (Michelle Pfeiffer), la cantante elegida tras la audición de 37 mujeres desafinadas, necesita ropa con urgencia. Frank la lleva a una tienda, le pregunta el talle y la ayuda a elegir mientras Jack mira lencería.
La noche de la presentación del trío, Frank se sienta al piano tan ansioso que choca su cara contra el micrófono. Susie intenta tomar el micrófono de pie con tanta torpeza y fastidio que Frank la escucha insultar y Jack la ve agacharse a buscar los carteles que marcan el orden de las canciones, ahora desparramados en el suelo.
Jack amaga enamorarse de Susie. Frank le pide que se conforme con camareras.

Hábito

Harta de consultas de estudiantes durante el práctico, Carmen les dijo: “Arriesguen”. Predicaba con el ejemplo, como que fue de las primeras mujeres que en el lugar tiñó de azul parte de su pelo.
Muy de vez en cuando, Adrián Ramírez se acuerda de las palabras de esa ayudante de cátedra. Por ejemplo, al ver “Los Fabulosos Baker Boys”, película cuyo protagonista, Jack Baker (Jeff Bridges) toca el piano por trece años con el único objetivo de que cada actuación termine cuanto antes.
Ama la música. Pero lo agobia la rutina establecida por su hermano, junto a quien se presenta 300 noches por año. Es el más virtuoso de los dos y lo sabe. ¿Por qué no se independiza?
Quizás por la misma razón que guiaba a los alumnos a preguntar: estaba acostumbrado.