La escuela de García
En la hora de Sociología de segundo año del colegio San Ignacio, el docente propuso este ejercicio:
García es dueño de un colegio. Como es ególatra y no se fija en sutilezas, al colegio lo llamó García. No sabe un montón de cuestiones, entre ellas cómo designar abanderados. Algunos le dicen que hay que considerar en qué porcentaje se progresa, de forma que si la primera nota de Juan es 2 y la última es 6 (¡triplica su marca!) cabe premiarlo más que a Laura, quien arranca de 8 y llega a 10. Otros consideran que eso es un disparate pues así se estimula la siesta en los primeros meses y la mentira ya que muchos que conocen hasta 6 se dan cuenta de que es mejor fingir que sólo saben hasta 2. Y hay personas que le recomiendan olvidar los porcentajes: iniciar con 8 condena a que el máximo avance sea de un 25 por ciento.
Había que aplicar conceptos, entre ellos meritocracia, control social formal e informal, valores, status y rol.
Las alumnas Sol Dalvit y Milagros Ricchini escribieron:
Pensamos que la escuela de García debería dar premios por el esfuerzo y por el rendimiento. Lo del progreso en función del porcentaje no es buena idea porque una persona de buenas notas puede sacar a propósito una mala cuando empieza el año.
Un estudiante podría ser premiado si se esforzara y obtuviera mejores calificaciones, pero no por ello ser elegido abanderado. El abanderado tendría que ser el estudiante de mejor rol, aquél que tuvieese buen comportamiento y buenas notas. Una persona que tuviera buenos valores y respetara las reglas y a las personas de un status superior también. Pero la gente de una posición superior no debería abusar de su poder y tendría que evaluar a los estudiantes de acuerdo con su rol. Y dar premios y aplicar sanciones de acuerdo con esto.
Esa es nuestra visión de lo que debería pasar en la escuela de García.