La música de fondo es la misma
A fines del siglo 20 algunos aseguraban que con los CDs se acababa eso de “se rayó el disco”. Mentira.
Tras cada muerte en el fútbol también hubo un tiempo en que se prometieron soluciones. Quizás por la contundencia de los hechos, la mayoría de los dirigentes optó por no hablar más de medidas sanadoras. Lo que era ilusión o hipocresía se tornó resignación o cinismo.
Por eso resulta contracultural la actitud de Javier Cantero, quien preside Independiente desde fines de diciembre de 2011, de cortar el suministro de entradas a la barra que el año anterior le cantó la marcha fúnebre a Antonio Mohamed, minutos después extécnico del equipo.
Cantero es una versión renovada de Antonio Alegre, uno de los artífices del resurgimiento tras el fondo que tocó Boca en 1984, con huelga del plantel por falta de pago, la cancha clausurada, el club intervenido y hasta sillas embargadas.
Algunas crónicas de El Gráfico, de sostenida prédica contra la violencia, marcan aquello contra lo que le tocó luchar al entonces líder xeneize:
-Una encuesta a los presidentes de los clubes dejó en evidencia que Alegre estaba solo. Los unos aseguraban desconocer a los barras, los otros negaban que sus clubes los tuvieran.
-Otra consulta fue a los técnicos, con resultados apenas superadores. Emergía nítida la figura de Jorge Solari, que sin medias tintas reconocía tanto su existencia cuanto el daño que causaban los barrabravas de Newell’s.
-Tras ser ungido presidente de Boca en 1984 por acuerdo unánime de las agrupaciones del club, Alegre se topó con divisiones, las sorteó y se presentó en 1986 a la relección. Su contrincante fue Alberto J. Armando, bajo cuyas conducciones el club ganó en fútbol 12 torneos nacionales e internacionales. En declaraciones preelectorales, aparte sostener algo cercano a “no deben ser tan malos esos muchachos”, El Puma prometía encauzarlos hacia la fiesta vestidos de Boca y alentando al plantel. Castigo por la mentira inicial, diez felicitado por su visión de futuro: Armando vislumbraba que el barrabravismo nacional tendía hacia el monopolio del colorido en los estadios. En 2010, bajo la denominación Hinchadas Unidas Argentina, las barras de los clubes viajaron al Mundial de Sudáfrica. El gobierno nacional premiaba a quienes hacen de los clubes su fuente de ingresos mediante aprietes a jugadores, directivos, concesionarios, cobro compulsivo de estacionamiento y reventa de entradas. ¡¿Cómo?! ¿Viaje y estadía a cargo del gobierno en reconocimiento a quienes extorsionan? ¡Pavada de ser frente al deber ser político que consignan los manuales de Formación Etica y Ciudadana!
-Semanalmente sonaba en la tribuna el estribillo “voto por Armando porque Alegre está robando”, según consigna el sitio Imborrable Boca. Nada más lejos de la realidad. La calumnia no pudo con el amor de Alegre hacia el club, como tampoco lo quebraron al vicepresidente Carlos Heller la trompada que recibió en la sede ni la pedrada de la que fue víctima su hija en la calle.
En una entrevista a El Gráfico, este hombre del cooperativismo –autoridad del banco Credicoop- lamentaba que el fútbol, ya en 1986, respirase individualismo. Los compañeros de Jorge Rinaldi en Boca le dedicaban sus goles a la barra brava, que hostigaba al rubio delantero por no ayudarla a financiar el viaje al Mundial de México de 1986.
Capitular
Un día, Alegre vio un Quijote en el espejo y empezó a repartir entradas a la barra brava de Boca. Los incidentes en las tribunas siguieron aconteciendo y acaeciendo, como la tarde de marzo de 1994 en la que dos hinchas de River fueron asesinados. La Justicia no condenó a Alegre, que sin embargo habrá sufrido.
La bonhomía hace obligatorio desearle lo mejor a Javier Cantero, quien se le anima a Independiente después de que el penúltimo entrenador, Antonio Mohamed, reconociera: “A mí me echó la barra”. Con semejante poder en la institución, huelga responder quién pagó los viajes de decenas de violentos a Japón y a Brasil en ocasión de las competiciones Suruga Bank y Recopa Sudamericana. Ahí, lugar semejante al de otros clubes, se fue a meter Cantero.
La falsedad de directivos y entrenadores en las consultas de El Gráfico relativas al tema en la segunda mitad de los 1980 era mala; negar un problema es conseguir que persista. ¿Es preferible la resignación del bicentenario? En ambos casos, lo que se logra es que la extorsión continúe siendo práctica cotidiana y la tragedia asome, cada vez menos por crímenes contra simpatizantes o barras rivales, cada vez más por luchas internas. Así pasó este miércoles 18 de enero de 2011, cuando presuntamente un miembro de otra facción del mismo club mató a Agustín Rodríguez, de Nueva Chicago.
Un blog variopinto, con textos ligados a pensamientos, sensaciones, descripciones, narraciones, sentimientos, ocurrencias y reflexiones sobre temas periodísticos sin correr tras primicias. Miradas acerca de lo que nos pasa, lo que nos gustaría, lo que perdimos y lo que soñamos.
19/1/12
12/1/12
Vos sos loco, pibe...
“Me gusta Buenos Aires”, repetía Adrián Ramírez. Se mantuvo en sus trece, aunque golpeado por varias imágenes:
-A las 0.17, un joven se sube el cierre de los pantalones tras dejar el charco en la escalinata de un subte B en la avenida Corrientes.
-Parece que hubiera cada vez más desamparados. Ya no solo duermen en la entrada del Teatro Colón, un cine en calle Rivadavia, la esquina de un banco, bajo los árboles de la plaza de Tribunales, en la avenida 9 de Julio; también en los umbrales de edificios de departamentos.
-Empleados de Cliba se ven a las 6.20, a la noche, al mediodía. Pierden contra los que tiran en la vereda servilletas y desechos peores mientras caminan.
-Lo del muchacho en Corrientes se repite. Se huele al subir, bajar o pasar junto a la boca del subte C en Retiro. La basura desparramada en cercanías hace el resto.
-Por años ha sido común que a lo sumo funcionara una de las escaleras mecánicas de la terminal de ómnibus. Desde el año pasado, las dos están fuera de servicio con el agravante de que una está clausurada, o sea que hay menos espacio para la circulación de la gente que, naturalmente, camina con bolsos y valijas.
-Son las 12.25 de un jueves. Florida es una muchedumbre de empleados y turistas que caminan, hablan, compran y miran vidrieras mientras un niño duerme contra la pared.
-Como si la marquesina que muestra piernas de mujer fuera insuficiente para comprender el significado del segundo término, la letra “o” de “Cuatro colas y un funeral” se forma con la vista trasera de alguien en tanga.
-Metros más allá está el afiche de Alfredo Alcón, Claudia Lapacó y Rodolfo Bebán, protagonistas de “Filosofía de vida”, pieza teatral un tanto más valiosa. ¿Quién dijo que no existe la diversidad?
Adrián Ramírez se disponía a continuar con el relato de aspectos hermosos de Buenos Aires cuando su tío le avisó que se tenía que ir.
“Me gusta Buenos Aires”, repetía Adrián Ramírez. Se mantuvo en sus trece, aunque golpeado por varias imágenes:
-A las 0.17, un joven se sube el cierre de los pantalones tras dejar el charco en la escalinata de un subte B en la avenida Corrientes.
-Parece que hubiera cada vez más desamparados. Ya no solo duermen en la entrada del Teatro Colón, un cine en calle Rivadavia, la esquina de un banco, bajo los árboles de la plaza de Tribunales, en la avenida 9 de Julio; también en los umbrales de edificios de departamentos.
-Empleados de Cliba se ven a las 6.20, a la noche, al mediodía. Pierden contra los que tiran en la vereda servilletas y desechos peores mientras caminan.
-Lo del muchacho en Corrientes se repite. Se huele al subir, bajar o pasar junto a la boca del subte C en Retiro. La basura desparramada en cercanías hace el resto.
-Por años ha sido común que a lo sumo funcionara una de las escaleras mecánicas de la terminal de ómnibus. Desde el año pasado, las dos están fuera de servicio con el agravante de que una está clausurada, o sea que hay menos espacio para la circulación de la gente que, naturalmente, camina con bolsos y valijas.
-Son las 12.25 de un jueves. Florida es una muchedumbre de empleados y turistas que caminan, hablan, compran y miran vidrieras mientras un niño duerme contra la pared.
-Como si la marquesina que muestra piernas de mujer fuera insuficiente para comprender el significado del segundo término, la letra “o” de “Cuatro colas y un funeral” se forma con la vista trasera de alguien en tanga.
-Metros más allá está el afiche de Alfredo Alcón, Claudia Lapacó y Rodolfo Bebán, protagonistas de “Filosofía de vida”, pieza teatral un tanto más valiosa. ¿Quién dijo que no existe la diversidad?
Adrián Ramírez se disponía a continuar con el relato de aspectos hermosos de Buenos Aires cuando su tío le avisó que se tenía que ir.
11/1/12
Raíces y frutos
En una entrevista de la revista El Gráfico, Bilardo cuenta que mientras era técnico de la selección argentina de fútbol su hija le echaba en cara darle “más bolilla a Maradona” que a ella.
No hace falta calificar este reparto de atención, menos aun cuando el propio entrenador dijo en varias notas televisivas que al dejar su cargo se dio cuenta de todo lo que había crecido su hija en ocho años. Tampoco es cuestión de ignorar que Carlos Salvador Bilardo fue signado como futbolista por Osvaldo Zubeldía, bajo cuyo mando Estudiantes de La Plata se coronó campeón por primera vez en su historia profesional. Con la misma conducción, al logro nacional de 1967 se sumaron tres copas Libertadores de 1968 a 1970, una Intercontinental en 1968 y una Interamericana en 1969.
Afirmar que Zubeldía ordenaba a los jugadores ir por fuera del reglamento es un error; en 1969 admitió que “si Estudiantes alguna vez sacó ventajas, fue siempre dentro del reglamento”. En otras palabras, entrenaba a sus muchachos de modo que el juego limpio no los distrajera.
En la revancha para dirimir quién era el mejor del mundo en 1969, Estudiantes superó a Milán 2-1 en cancha de Boca. La victoria no alcanzó para descontar el 3-0 recibido en Italia, ni para limpiar la mancha por las agresiones perpetradas contra los italianos. Julio César Pasquato (Juvenal) tituló esa noche como “La página más negra del fútbol argentino” y planteó: “Si realmente queremos rescatar algo para seguir creyendo en el futuro, empecemos por repudiar este episodio lamentable”. Las palabras referían a las patadas, codazos y pelotazos arteros contra adversarios que repartieron Ramón Aguirre Suárez, Alberto Poletti y Eduardo Luján Manera.
En diálogo con Juvenal y Héctor Vega Onesime, Zubeldía hizo su descargo: “Nunca ordené golpear. Al contrario, en el intervalo insistí en pedirles serenidad”.
¿Cómo explicar tamaña violencia si el orientador de los futbolistas se quedó “ronco gritándoles que se tranquilizaran, que ganando bien, aunque perdiéramos la Copa, ya habíamos cumplido?”.
Una de las razones es la libertad del hombre, que este director técnico graficó así: “Cuando el jugador entra a la cancha, ya no puedo dominarlo por control remoto”.
La socialización de cada futbolista más allá de su trabajo también influye; si para él es más significativa la voz de un amigo que le recomienda quebrar tabiques con tal de ganar, el noble mensaje del adiestrador pierde peso.
Peor es el panorama si el hombre que pide calma supedita la fecha de casamiento de sus dirigidos al calendario de partidos de fútbol. Lo manifiesta Bilardo en una de las cien respuestas a la revista El Gráfico del 5 de marzo de 2007: “Ganamos un miércoles y el domingo jugábamos contra River, en La Plata, y con el empate clasificábamos para la Copa. Y ya sabíamos que en La Plata no perdíamos. Ese miércoles Zubeldía dijo: “El que se quiera casar lo tiene que hacer lunes o martes, después de River, y el miércoles de vuelta para jugar la Copa”.
Ante esto, ¿cómo procede un futbolista para no asumir que el éxito es indispensable o para respetar más a su esposa que a la victoria deportiva? ¿Era esperable que el arquero Alberto Poletti obrara con mesura al caer frente a Milan si en 1968, contra Manchester, “para que jugara hubo que aplicarle unas inyecciones impresionantes”?, tal el testimonio de Zubeldía a la publicación deportiva un año después. Esto de ganar no es todo, pero importa más que el dolor físico y la luna de miel se asemeja al docente que se irrita si sus alumnos copian… tras haberles recalcado que el examen es de vida o muerte.
Huellas
“Al final, cuando salió Bilardo lesionado, él también gritaba conmigo pidiéndoles serenidad”, manifestó Zubeldía respecto de la bochornosa revancha contra Milan. Aplausos para el doctor, que no pudo evitar que las lecciones recibidas cuando futbolista lo enfermaran de exitismo. Como también lo expuso El Gráfico (el 5 de marzo de 2007), el Bilardo técnico reunió al plantel argentino que horas antes había perdido 1-0 ante Camerún en el debut del Mundial de 1990 y le dijo: “Acá hay dos opciones: vamos en un avión, le damos un paracaídas al piloto y nosotros nos estrellamos contra cualquier cosa o llegamos a la final”.
Si los materiales periodísticos fueran mejores cuanto más breves, habría que terminar éste cuanto antes. Hacerlo sería grave. Omitiría que la noche de los incidentes con el Milan, Zubeldía protegió de potenciales agresiones al arquero rival Fabio Cudicini: “Me acerqué, lo tomé del brazo y lo acompañé a lo largo del túnel tranquilizándolo”. Faltaría la perspectiva de los hombres de El Gráfico, que ofrecieron “la opinión de Zubeldía porque la sabemos honesta” y lo apreciaron dado que "dio la cara con su conducta”.
Darle un corte a la nota también implicaría dejar a un costado la valentía de Carlos Bilardo para aceptar, nada menos que en un juicio, que era amigo de José Barrita, extinto jefe de la barra brava de Boca. En una sociedad donde hipocresía es sustantivo común, en la que nadie votó a presidentes que se impusieron con más del 48 por ciento de los votos, vale reconocer a quien proclama su afecto por una mala persona.
En una entrevista de la revista El Gráfico, Bilardo cuenta que mientras era técnico de la selección argentina de fútbol su hija le echaba en cara darle “más bolilla a Maradona” que a ella.
No hace falta calificar este reparto de atención, menos aun cuando el propio entrenador dijo en varias notas televisivas que al dejar su cargo se dio cuenta de todo lo que había crecido su hija en ocho años. Tampoco es cuestión de ignorar que Carlos Salvador Bilardo fue signado como futbolista por Osvaldo Zubeldía, bajo cuyo mando Estudiantes de La Plata se coronó campeón por primera vez en su historia profesional. Con la misma conducción, al logro nacional de 1967 se sumaron tres copas Libertadores de 1968 a 1970, una Intercontinental en 1968 y una Interamericana en 1969.
Afirmar que Zubeldía ordenaba a los jugadores ir por fuera del reglamento es un error; en 1969 admitió que “si Estudiantes alguna vez sacó ventajas, fue siempre dentro del reglamento”. En otras palabras, entrenaba a sus muchachos de modo que el juego limpio no los distrajera.
En la revancha para dirimir quién era el mejor del mundo en 1969, Estudiantes superó a Milán 2-1 en cancha de Boca. La victoria no alcanzó para descontar el 3-0 recibido en Italia, ni para limpiar la mancha por las agresiones perpetradas contra los italianos. Julio César Pasquato (Juvenal) tituló esa noche como “La página más negra del fútbol argentino” y planteó: “Si realmente queremos rescatar algo para seguir creyendo en el futuro, empecemos por repudiar este episodio lamentable”. Las palabras referían a las patadas, codazos y pelotazos arteros contra adversarios que repartieron Ramón Aguirre Suárez, Alberto Poletti y Eduardo Luján Manera.
En diálogo con Juvenal y Héctor Vega Onesime, Zubeldía hizo su descargo: “Nunca ordené golpear. Al contrario, en el intervalo insistí en pedirles serenidad”.
¿Cómo explicar tamaña violencia si el orientador de los futbolistas se quedó “ronco gritándoles que se tranquilizaran, que ganando bien, aunque perdiéramos la Copa, ya habíamos cumplido?”.
Una de las razones es la libertad del hombre, que este director técnico graficó así: “Cuando el jugador entra a la cancha, ya no puedo dominarlo por control remoto”.
La socialización de cada futbolista más allá de su trabajo también influye; si para él es más significativa la voz de un amigo que le recomienda quebrar tabiques con tal de ganar, el noble mensaje del adiestrador pierde peso.
Peor es el panorama si el hombre que pide calma supedita la fecha de casamiento de sus dirigidos al calendario de partidos de fútbol. Lo manifiesta Bilardo en una de las cien respuestas a la revista El Gráfico del 5 de marzo de 2007: “Ganamos un miércoles y el domingo jugábamos contra River, en La Plata, y con el empate clasificábamos para la Copa. Y ya sabíamos que en La Plata no perdíamos. Ese miércoles Zubeldía dijo: “El que se quiera casar lo tiene que hacer lunes o martes, después de River, y el miércoles de vuelta para jugar la Copa”.
Ante esto, ¿cómo procede un futbolista para no asumir que el éxito es indispensable o para respetar más a su esposa que a la victoria deportiva? ¿Era esperable que el arquero Alberto Poletti obrara con mesura al caer frente a Milan si en 1968, contra Manchester, “para que jugara hubo que aplicarle unas inyecciones impresionantes”?, tal el testimonio de Zubeldía a la publicación deportiva un año después. Esto de ganar no es todo, pero importa más que el dolor físico y la luna de miel se asemeja al docente que se irrita si sus alumnos copian… tras haberles recalcado que el examen es de vida o muerte.
Huellas
“Al final, cuando salió Bilardo lesionado, él también gritaba conmigo pidiéndoles serenidad”, manifestó Zubeldía respecto de la bochornosa revancha contra Milan. Aplausos para el doctor, que no pudo evitar que las lecciones recibidas cuando futbolista lo enfermaran de exitismo. Como también lo expuso El Gráfico (el 5 de marzo de 2007), el Bilardo técnico reunió al plantel argentino que horas antes había perdido 1-0 ante Camerún en el debut del Mundial de 1990 y le dijo: “Acá hay dos opciones: vamos en un avión, le damos un paracaídas al piloto y nosotros nos estrellamos contra cualquier cosa o llegamos a la final”.
Si los materiales periodísticos fueran mejores cuanto más breves, habría que terminar éste cuanto antes. Hacerlo sería grave. Omitiría que la noche de los incidentes con el Milan, Zubeldía protegió de potenciales agresiones al arquero rival Fabio Cudicini: “Me acerqué, lo tomé del brazo y lo acompañé a lo largo del túnel tranquilizándolo”. Faltaría la perspectiva de los hombres de El Gráfico, que ofrecieron “la opinión de Zubeldía porque la sabemos honesta” y lo apreciaron dado que "dio la cara con su conducta”.
Darle un corte a la nota también implicaría dejar a un costado la valentía de Carlos Bilardo para aceptar, nada menos que en un juicio, que era amigo de José Barrita, extinto jefe de la barra brava de Boca. En una sociedad donde hipocresía es sustantivo común, en la que nadie votó a presidentes que se impusieron con más del 48 por ciento de los votos, vale reconocer a quien proclama su afecto por una mala persona.
4/1/12
Gracias, Tetris
Que nadie se engañe: la gratitud no es por haber marcado un récord. El tributo es porque la dinámica del juego ayuda a comprender a los que se equivocan, es decir a todos.
El Tetris es un rompecabezas que no da como resultado un paisaje, un animal o el cuerpo humano, sino líneas horizontales que conforme se logran desaparecen. Cuanto mayor cantidad de veces se consigue cubrir los diez cuadrados del eje de las x sin acercarse al tope vertical de 20 cuadrados, mejor se juega. Tal cual recomiendan los teóricos del aprendizaje, la dificultad es creciente; a medida que se avanza, entre la caída de una pieza y la siguiente el tiempo es cada vez menor, hasta que en un momento no hay más remedio que insultar.
La versión del sitio oficial hace las delicias de los docentes de Planeamiento. Muestra a la vez la forma en que irá hacia abajo la pieza inmediata y las cinco siguientes, de tal forma que la elección esté regida por el corto plazo y por el mediano también.
Una entrevista al inventor -tal vez la haya en Internet u otros medios- ayudaría a saber si al construirlo pensó en finalidades educativas. A riesgo de que a esta nota le suceda lo que a Blas Pascal, que se pasó años razonando lo que otros habían descubierto, van estas hipótesis:
-El Tetris ayuda a notar que lo que ya mismo pinta bien a menudo es contraproducente después.
-La observación o experiencia conlleva la aplicación de los recursos en función del contexto; una pieza puede resultar magnífica al lado de, por ejemplo, A, poco provechosa junto a B e inconveniente a la par de C. De ahí a pensar en asociaciones para equipos de fútbol y ubicación de estudiantes en el aula media un paso.
-Cuanto más se sabe, fruto del aprendizaje y sus ineludibles errores, mayor es la cantidad de resoluciones que se puede tomar con más tiempo, lo cual genera un círculo virtuoso.
-Sin embargo, tarde o temprano la vida acomete con circunstancias incómodas y hay que tomar determinaciones en poco tiempo.
-Hay voces que son estimulantes al comienzo y suenan falsas cuando se madura. El "good job" ("buen trabajo") que alienta en las primeras intentonas es igual al de las sesiones mejor jugadas, de tal modo que la conclusión "a todos les decís lo mismo" es indiscutible.
-Un profesor o un entrenador que elogia de la misma forma distintos rendimientos corre peligro de no ser creído.
Que nadie se engañe: la gratitud no es por haber marcado un récord. El tributo es porque la dinámica del juego ayuda a comprender a los que se equivocan, es decir a todos.
El Tetris es un rompecabezas que no da como resultado un paisaje, un animal o el cuerpo humano, sino líneas horizontales que conforme se logran desaparecen. Cuanto mayor cantidad de veces se consigue cubrir los diez cuadrados del eje de las x sin acercarse al tope vertical de 20 cuadrados, mejor se juega. Tal cual recomiendan los teóricos del aprendizaje, la dificultad es creciente; a medida que se avanza, entre la caída de una pieza y la siguiente el tiempo es cada vez menor, hasta que en un momento no hay más remedio que insultar.
La versión del sitio oficial hace las delicias de los docentes de Planeamiento. Muestra a la vez la forma en que irá hacia abajo la pieza inmediata y las cinco siguientes, de tal forma que la elección esté regida por el corto plazo y por el mediano también.
Una entrevista al inventor -tal vez la haya en Internet u otros medios- ayudaría a saber si al construirlo pensó en finalidades educativas. A riesgo de que a esta nota le suceda lo que a Blas Pascal, que se pasó años razonando lo que otros habían descubierto, van estas hipótesis:
-El Tetris ayuda a notar que lo que ya mismo pinta bien a menudo es contraproducente después.
-La observación o experiencia conlleva la aplicación de los recursos en función del contexto; una pieza puede resultar magnífica al lado de, por ejemplo, A, poco provechosa junto a B e inconveniente a la par de C. De ahí a pensar en asociaciones para equipos de fútbol y ubicación de estudiantes en el aula media un paso.
-Cuanto más se sabe, fruto del aprendizaje y sus ineludibles errores, mayor es la cantidad de resoluciones que se puede tomar con más tiempo, lo cual genera un círculo virtuoso.
-Sin embargo, tarde o temprano la vida acomete con circunstancias incómodas y hay que tomar determinaciones en poco tiempo.
-Hay voces que son estimulantes al comienzo y suenan falsas cuando se madura. El "good job" ("buen trabajo") que alienta en las primeras intentonas es igual al de las sesiones mejor jugadas, de tal modo que la conclusión "a todos les decís lo mismo" es indiscutible.
-Un profesor o un entrenador que elogia de la misma forma distintos rendimientos corre peligro de no ser creído.
2/1/12
Ni qué decir
Cada periodista sabe que hay zonas vedadas. Ya sea por aquello de no morder la mano que da de comer o porque nadie -por sí mismo o mediante otros- está obligado a declarar en su contra, las miserias de los medios quedan generalmente a buen resguardo cuando los que hablan son sus empleados.
Culturalmente estamos educados para que el canal, la radio o el periódico del Estado sean asumidos como del gobierno de turno, por lo cual nadie los consumirá en busca de serias faltas de los dirigentes políticos de turno. A tal punto es así que causaría sorpresa, rechazo también un título tipo "El corrupto de nuestro presidente hizo otra de las suyas" en la pantalla de la televisión oficial.
Si el auspiciante es dueño de casinos, cuidadito con armar un informe sobre la ludopatía o adicción a los juegos. Sería como si un estadio tuviese en la fachada el auspicio de una gaseosa y dejase que los vendedores ambulantes alertaran sobre los problemas digestivos que puede acarrear.
Quienes ejercen el periodismo con estas poderosas limitaciones son a menudo rotulados de propagandistas. Lo bueno del asunto es que la mayoría de aquellos que suelen catalogarlos con tal dureza no pasan un conteo de costillas. Más sensato es plantear que los periodistas son personas que miran todo... lo que les permiten ver sus empleadores.
Desastre
Aun cuando no se dediquen a hurgar en la vida de sus patrones, los periodistas afrontan peligros. Como algunas personas carecen del poder necesario para delinquir a la vista de todos, arremeten contra quienes los muestran. El 29 de diciembre de 2011, Horacio Isgró y su hijo Antonio "golpearon, amenazaron de muerte, se apropiaron de una cámara y retuvieron durante casi 10 minutos a Julián Chabert y Raúl Zalazar cuando investigaban una denuncia por trabajo esclavo", según lo expresa el mendocino diario Uno. Los Isgró querían seguir tapando las condiciones de vida de personas merced a cuya fuerza laboral llevaban adelante una explotación olivícola: seis adultos y nueve menores habitaban una casa con una sola puerta y una ventana, sin agua ni baño, conforme la infografía del periódico.
Como agente de socialización, el periodismo convida a saber que esto sigue pasando más allá de la asamblea de 1813 que abolió la esclavitud en estas tierras. Al hacerlo, contribuye a moldear la cultura desde el conocimiento (limitado, claro que sí). Después, es decisión de cada persona pensar que la extrema necesidad suele destruir derechos o sostener, como "pupina74" en los comentarios de la noticia el 2 de enero, que "nadie obliga a nadie a trabajar en ningún lugar".
Cada periodista sabe que hay zonas vedadas. Ya sea por aquello de no morder la mano que da de comer o porque nadie -por sí mismo o mediante otros- está obligado a declarar en su contra, las miserias de los medios quedan generalmente a buen resguardo cuando los que hablan son sus empleados.
Culturalmente estamos educados para que el canal, la radio o el periódico del Estado sean asumidos como del gobierno de turno, por lo cual nadie los consumirá en busca de serias faltas de los dirigentes políticos de turno. A tal punto es así que causaría sorpresa, rechazo también un título tipo "El corrupto de nuestro presidente hizo otra de las suyas" en la pantalla de la televisión oficial.
Si el auspiciante es dueño de casinos, cuidadito con armar un informe sobre la ludopatía o adicción a los juegos. Sería como si un estadio tuviese en la fachada el auspicio de una gaseosa y dejase que los vendedores ambulantes alertaran sobre los problemas digestivos que puede acarrear.
Quienes ejercen el periodismo con estas poderosas limitaciones son a menudo rotulados de propagandistas. Lo bueno del asunto es que la mayoría de aquellos que suelen catalogarlos con tal dureza no pasan un conteo de costillas. Más sensato es plantear que los periodistas son personas que miran todo... lo que les permiten ver sus empleadores.
Desastre
Aun cuando no se dediquen a hurgar en la vida de sus patrones, los periodistas afrontan peligros. Como algunas personas carecen del poder necesario para delinquir a la vista de todos, arremeten contra quienes los muestran. El 29 de diciembre de 2011, Horacio Isgró y su hijo Antonio "golpearon, amenazaron de muerte, se apropiaron de una cámara y retuvieron durante casi 10 minutos a Julián Chabert y Raúl Zalazar cuando investigaban una denuncia por trabajo esclavo", según lo expresa el mendocino diario Uno. Los Isgró querían seguir tapando las condiciones de vida de personas merced a cuya fuerza laboral llevaban adelante una explotación olivícola: seis adultos y nueve menores habitaban una casa con una sola puerta y una ventana, sin agua ni baño, conforme la infografía del periódico.
Como agente de socialización, el periodismo convida a saber que esto sigue pasando más allá de la asamblea de 1813 que abolió la esclavitud en estas tierras. Al hacerlo, contribuye a moldear la cultura desde el conocimiento (limitado, claro que sí). Después, es decisión de cada persona pensar que la extrema necesidad suele destruir derechos o sostener, como "pupina74" en los comentarios de la noticia el 2 de enero, que "nadie obliga a nadie a trabajar en ningún lugar".
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