19/1/12

La música de fondo es la misma
A fines del siglo 20 algunos aseguraban que con los CDs se acababa eso de “se rayó el disco”. Mentira.
Tras cada muerte en el fútbol también hubo un tiempo en que se prometieron soluciones. Quizás por la contundencia de los hechos, la mayoría de los dirigentes optó por no hablar más de medidas sanadoras. Lo que era ilusión o hipocresía se tornó resignación o cinismo.
Por eso resulta contracultural la actitud de Javier Cantero, quien preside Independiente desde fines de diciembre de 2011, de cortar el suministro de entradas a la barra que el año anterior le cantó la marcha fúnebre a Antonio Mohamed, minutos después extécnico del equipo.
Cantero es una versión renovada de Antonio Alegre, uno de los artífices del resurgimiento tras el fondo que tocó Boca en 1984, con huelga del plantel por falta de pago, la cancha clausurada, el club intervenido y hasta sillas embargadas.
Algunas crónicas de El Gráfico, de sostenida prédica contra la violencia, marcan aquello contra lo que le tocó luchar al entonces líder xeneize:
-Una encuesta a los presidentes de los clubes dejó en evidencia que Alegre estaba solo. Los unos aseguraban desconocer a los barras, los otros negaban que sus clubes los tuvieran.
-Otra consulta fue a los técnicos, con resultados apenas superadores. Emergía nítida la figura de Jorge Solari, que sin medias tintas reconocía tanto su existencia cuanto el daño que causaban los barrabravas de Newell’s.
-Tras ser ungido presidente de Boca en 1984 por acuerdo unánime de las agrupaciones del club, Alegre se topó con divisiones, las sorteó y se presentó en 1986 a la relección. Su contrincante fue Alberto J. Armando, bajo cuyas conducciones el club ganó en fútbol 12 torneos nacionales e internacionales. En declaraciones preelectorales, aparte sostener algo cercano a “no deben ser tan malos esos muchachos”, El Puma prometía encauzarlos hacia la fiesta vestidos de Boca y alentando al plantel. Castigo por la mentira inicial, diez felicitado por su visión de futuro: Armando vislumbraba que el barrabravismo nacional tendía hacia el monopolio del colorido en los estadios. En 2010, bajo la denominación Hinchadas Unidas Argentina, las barras de los clubes viajaron al Mundial de Sudáfrica. El gobierno nacional premiaba a quienes hacen de los clubes su fuente de ingresos mediante aprietes a jugadores, directivos, concesionarios, cobro compulsivo de estacionamiento y reventa de entradas. ¡¿Cómo?! ¿Viaje y estadía a cargo del gobierno en reconocimiento a quienes extorsionan? ¡Pavada de ser frente al deber ser político que consignan los manuales de Formación Etica y Ciudadana!
-Semanalmente sonaba en la tribuna el estribillo “voto por Armando porque Alegre está robando”, según consigna el sitio Imborrable Boca. Nada más lejos de la realidad. La calumnia no pudo con el amor de Alegre hacia el club, como tampoco lo quebraron al vicepresidente Carlos Heller la trompada que recibió en la sede ni la pedrada de la que fue víctima su hija en la calle.
En una entrevista a El Gráfico, este hombre del cooperativismo –autoridad del banco Credicoop- lamentaba que el fútbol, ya en 1986, respirase individualismo. Los compañeros de Jorge Rinaldi en Boca le dedicaban sus goles a la barra brava, que hostigaba al rubio delantero por no ayudarla a financiar el viaje al Mundial de México de 1986.

Capitular
Un día, Alegre vio un Quijote en el espejo y empezó a repartir entradas a la barra brava de Boca. Los incidentes en las tribunas siguieron aconteciendo y acaeciendo, como la tarde de marzo de 1994 en la que dos hinchas de River fueron asesinados. La Justicia no condenó a Alegre, que sin embargo habrá sufrido.
La bonhomía hace obligatorio desearle lo mejor a Javier Cantero, quien se le anima a Independiente después de que el penúltimo entrenador, Antonio Mohamed, reconociera: “A mí me echó la barra”. Con semejante poder en la institución, huelga responder quién pagó los viajes de decenas de violentos a Japón y a Brasil en ocasión de las competiciones Suruga Bank y Recopa Sudamericana. Ahí, lugar semejante al de otros clubes, se fue a meter Cantero.
La falsedad de directivos y entrenadores en las consultas de El Gráfico relativas al tema en la segunda mitad de los 1980 era mala; negar un problema es conseguir que persista. ¿Es preferible la resignación del bicentenario? En ambos casos, lo que se logra es que la extorsión continúe siendo práctica cotidiana y la tragedia asome, cada vez menos por crímenes contra simpatizantes o barras rivales, cada vez más por luchas internas. Así pasó este miércoles 18 de enero de 2011, cuando presuntamente un miembro de otra facción del mismo club mató a Agustín Rodríguez, de Nueva Chicago.