12/1/12

Vos sos loco, pibe...

Me gusta Buenos Aires”, repetía Adrián Ramírez. Se mantuvo en sus trece, aunque golpeado por varias imágenes:
-A las 0.17, un joven se sube el cierre de los pantalones tras dejar el charco en la escalinata de un subte B en la avenida Corrientes.
-Parece que hubiera cada vez más desamparados. Ya no solo duermen en la entrada del Teatro Colón, un cine en calle Rivadavia, la esquina de un banco, bajo los árboles de la plaza de Tribunales, en la avenida 9 de Julio; también en los umbrales de edificios de departamentos.
-Empleados de Cliba se ven a las 6.20, a la noche, al mediodía. Pierden contra los que tiran en la vereda servilletas y desechos peores mientras caminan.
-Lo del muchacho en Corrientes se repite. Se huele al subir, bajar o pasar junto a la boca del subte C en Retiro. La basura desparramada en cercanías hace el resto.
-Por años ha sido común que a lo sumo funcionara una de las escaleras mecánicas de la terminal de ómnibus. Desde el año pasado, las dos están fuera de servicio con el agravante de que una está clausurada, o sea que hay menos espacio para la circulación de la gente que, naturalmente, camina con bolsos y valijas.
-Son las 12.25 de un jueves. Florida es una muchedumbre de empleados y turistas que caminan, hablan, compran y miran vidrieras mientras un niño duerme contra la pared.
-Como si la marquesina que muestra piernas de mujer fuera insuficiente para comprender el significado del segundo término, la letra “o” de “Cuatro colas y un funeral” se forma con la vista trasera de alguien en tanga.
-Metros más allá está el afiche de Alfredo Alcón, Claudia Lapacó y Rodolfo Bebán, protagonistas de “Filosofía de vida”, pieza teatral un tanto más valiosa. ¿Quién dijo que no existe la diversidad?
Adrián Ramírez se disponía a continuar con el relato de aspectos hermosos de Buenos Aires cuando su tío le avisó que se tenía que ir.