30/7/14

Pasan tiempo y cambios
En “Reconstruyendo el perfil del educador social con personas mayores: nuevos tiempos, nuevos retos”, Inés Muñoz Galiano sostiene que del siglo 20 a la actualidad han sucedido cambios favorables para todo aquel que ha doblado la esquina de los 50 años. Esta doctora en Pedagogía de la española Universidad de Jaén señala que “otorgándole un papel activo y participativo en la sociedad y en el desarrollo de su persona es posible la prevención de problemas de salud psicofísicos. De ahí que una de las finalidades de la educación y formación que se les ofrece sea mejorar, compensar y mantener niveles de perfeccionamiento individual”.
Merced a su conocimiento más allá de su área específica, Muñoz Galiano sabe transmitir ideas de forma clara y contundente respecto del cambio de los mayores hacia sí mismos y con relación a demás miembros de la sociedad. Dice que “con el paso del tiempo han ido abandonando las catacumbas hasta hacerse visibles”.
Expresiones de este tenor son frecuentes en su artículo, que junto a otros conforma “Caminos de reflexión y acción educativa con adultos mayores”, libro coordinado por Jesús García Minguez y Enrique Alcoba.
Las palabras de la catedrática española son imágenes en Río Cuarto. La visibilidad de la que habla es una postal cotidiana en la ciudad. Las catacumbas de ayer fueron dando paso, de a poco, a escenarios más vitales. Las mujeres que a fines del siglo 20 sentían pudor de caminar por la calle con prendas deportivas asociadas solo a los jóvenes hoy se permiten ir a los encuentros de Educación Física del PEAM sin doble muda de ropa: ya no sienten miradas crueles, tanto porque se fortaleció su conciencia sobre el derecho a ser cuanto porque otros actores han ido asumiendo que los adultos mayores también son personas. Suena a verdad de Perogrullo, pese a lo cual hubo años –especialmente en los 1990- en los que el utilitarismo descartaba a quienes cumplían 50 años.