Procesos
"A Diego (Maradona) le llevó dos meses adaptarse a primera". Lo dijo Adrián Domenech, compañero suyo en Argentinos Juniors.
La frase de la rica entrevista de Hugo Balassone en Radio La Red
ilustra cuánto importa la paciencia para desarrollar procesos.
Enzo
Francescoli, goleador del River campeón 1985/86, referente en la
obtención de la Copa Libertadores 1996, necesitó para madurar de un año
de adaptación -para colmo, 1983, cuando el equipo fue penúltimo, en
parte afectado por largas huelgas de sus profesionales.
Martín
Palermo pasó ocho partidos de sequía hasta empezar a meter goles en
Boca. Luego se convirtió en el máximo anotador del club en su historia.
Antonio Alzamendi marcó el gol que le dio a River la Copa
Intercontinental en 1986. Nada que ver con su producción cuatro años
antes, en su primer ciclo en los millonarios.
Conviene no caer en
la tentación de descontextualizar y criticar a quienes en la actualidad
esperan menos. Nos rodean mensajes de texto que llegan mil veces más
rápido que una carta expreso, nos acompaña como un cubierto más el
control remoto, de manera que ya no hay que levantarse de la mesa para
subir el volumen o cambiar de canal. El acceso de los niños a la
información acorta el tiempo de vida del mito de la cigüena.
Peligro
El entorno exitista es un acelerador pisado a fondo en una zona poblada.
Un viejo sabio tiene grabada la imagen de plateístas del club que
seguían los pasos de Jorge Almirón cuando era técnico de Independiente y
lo insultaban desde el inicio mismo de cada partido. Se fue y en su
siguiente experiencia, si bien desplazó del plantel a Fritzler, jugador
referente de Lanús, no se topó con semejante resistencia.
Es cierto
que lo ayudó haber ganado los tres primeros cotejos. Tanto como que la
paciencia de hinchas y directivos de Lanús lo respaldó. Ocho meses
después, dos campeonatos nacionales son la dulce recompensa.