9/11/16

Mil pasiones
Bajás del tren. Suena cumbia. Te parece escuchar la voz de Gilda. No importa si no es, alcanza con que la imagines. Recordás la fiesta entre los escalones y el alambrado la tarde aquella del gol de Cacho Pereyra, cuando la gramilla fue zona de saltos de mercerdarios cuyas remeras se agitaban en sus manos un festivo sábado de 1991, cuando el cuarto año del Industrial equivalía casi, casi a dolce far niente. . Seguís caminando y te acompañan partidos que acentuaron o quebraron rachas: saliste dichoso tras 23 partidos sin triunfos, volviste triste por una derrota sobre la hora contra Olimpo, gritaste un golazo de Bustamante de tiro libre para empatar en el último minuto o el éxtasis por el de Leo Colombo, en la agonía de un partido ajeno, por la última fecha, que te sirvió para zafar del descenso.
Caminaste de un lado a otro mientras Esteban Fuertes se aprestaba a patear un penal contra Quilmes, lo admiraste a Gilmar Villagrán, chiquito como El Chapulín Colorado, gigante en su actitud y aptitud para ponerse el equipo al hombro y buscar la igualdad.
Le creíste a un viejo sabio que, tras escuchar los resultados por la voz del estadio, sentenció: "Central Córdoba no se va", pese a que su promedio de puntos era de los más bajos. Te abrazaste con un flor de hincha cerca del codo de las plateas, a pasos de un pibe que lloraba -no eran gotas de lluvia las de sus pómulos- ahora de felicidad por el gol de Diego Latorre de media vuelta contra Independiente para que Boca ganara 2-1 y Boca alcanzara a Ñuls en la punta del Clausura '92.
Acevedo, esquina del Banco Nación, peatonal, plaza donde antes estaba la cancha, casa de rejas con duendes albirrojos en el jardín.
La memoria te guía y el reloj sugiere prisa. Marcos Brítez Ojeda remata seco y es 1-0 en el tercer minuto de descuento; victoria clave y festejo al sol. Pelotazos, búsqueda infructuosa pero defensa sólida, un 0-0 que no dice mucho salvo que uno sea hincha y sepa que el empate, también con Platense, deja atrás tres derrotas al hilo, la misma temporada en la cual concluyó 2012 con un 1-1 frente a Morón y al sol, que pegó duro aún de 6 a 7 de la tarde en la tribuna Palacios, donde tu amigo Pablo te avisó que el delantero ligero de ellos era Ramón Wanchope Ábila.
Garona, Estrada, Santa Fe. La boletería está más cerca. Como cuando palpitabas para entrar mientras del otro lado de la tribuna ya se oía "Ay ay ay ay/ qué risa que me da/ si no gana Los Andes/ qué quilombo se va' armar". Imborrable tarde del sábado 17 de junio de 1995, cuando el 5-0 a All Boys marcó un hito ya que Los Andes seguía siendo Nacional en una remontada épica en una temporada que iniciamos con seis derrotas consecutivas.
Estás pagando la popular.
Gilda ya no suena en los puestos de venta ambulante de la pasarela en la estación de tren de Lomas de Zamora. La música de "Se me ha perdido un corazón" resuena alrededor y tu felicidad crece a medida que subís los escalones. La cancha de Los Andes, la de Alberdi, la de Boca: distintos lugares, variadas épocas y muy parecidas pasiones se te hicieron presente en un viaje por algunas de tus sensacionales alegrías.